ECONOMíA
› DUHALDE NO ESTARA EN EL PAIS CUANDO VENGA PAUL O’NEILL
Merlo recibirá al amigo americano
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O’Neill, visitará el hospital municipal de Merlo en su misión relámpago. Con su segundo, John Taylor, presionará por el programa monetario y la situación de los bancos. También irá a una fábrica de Nabisco.
› Por Cledis Candelaresi
El 30 de julio por la noche llegará a Buenos Aires desde Montevideo el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O’Neill, escoltado por su subsecretario, John Taylor. Estos hombres fuertes de la administración de George Bush vendrán a Buenos Aires en una expeditiva misión exploratoria: en apenas 24 horas intentarán conocer en forma directa cuál es el plan monetario, cuál el probable futuro del sistema financiero y hasta se darán tiempo para visitar una fábrica de Nabisco, una escuela y un hospital. En un gesto casi impostado, el gobierno argentino celebra esa visita, con el argumento de que prueba el renovado interés de aquel país en la Argentina.
Antes de ir a Uruguay, los funcionarios estadounidenses visitarán Brasil, completando con la Argentina una trilogía de países sudamericanos sacudidos por cimbronazos financieros y políticos. En este sentido, la gira podría interpretarse como un viraje en la estrategia republicana, que hasta el momento prefería dejar la región librada a su suerte e insistía en convertir el “caso argentino” en el ejemplo de una mala administración. “Ahora entendieron que nuestra crisis no está encapsulada y terminó perturbando toda la zona”, especulaba ante este diario un estrecho colaborador de Carlos Ruckauf.
Más allá de las connotaciones políticas, la parada en Buenos Aires tiene el específico objetivo de dilucidar cuál será la estrategia local para contener el dólar, cómo evitará el gobierno argentino una debacle aún más profunda del sistema bancario y, en definitiva, cómo podría formular en el corto plazo una propuesta de pago creíble a los acreedores desairados con el default.
Tales son las prioridades que los técnicos estadounidenses vienen con la firme determinación de entrevistarse con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y con hombres del gabinete económico, justo cuando el Presidente y su canciller estarán fuera del país. Un desencuentro que parece ser totalmente indiferente para Washington pero caro a los deseos presidenciales. Por ello, en el Palacio San Martín comenzaron los aprestos para reformular la agenda de Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf con el fin de propiciar la entrevista no pactada.
Luego de sus desaprensivos juicios sobre el país, O`Neill bien podría ser considerado persona no grata. En términos poco respetuosos cuestionó la presunta incapacidad argentina para desarrollar una industria exportadora y fue quien en junio del año pasado sentenció que “no se podía gastar el dinero de los plomeros y carpinteros norteamericanos para auxiliar a la endeudada economía argentina”, criterio en el que fundan su dureza tanto el Tesoro como el Fondo Monetario Internacional.
Su periplo por Buenos Aires y alrededores tal vez permita reformular esa imagen de halcón inquebrantable, ya que el secretario del Tesoro alternará los despachos del equipo económico con una visita al Hospital Municipal de Merlo –que recibe el apoyo de la Agencia para el Desarrollo de los EE.UU.–, una escuela y un local de Nabisco, la multinacional de la alimentación. Una versión light de la gira que hace unas semanas realizó por zonas pobres de Africa en compañía de Bono, líder de U2.
Por el contrario, la agenda de Taylor estará centrada en entrevistas con funcionarios del Banco Central, quienes tendrán la misión de detallar cuál es el plan monetario del duhaldismo, cómo se frenará el goteo de fondos atrapados por el corralito y parcialmente liberados por la vía de amparos judiciales, de qué modo la autoridad monetaria seguirá asistiendo a los bancos para que enfrenten la demanda de dinero de los depositantes y hasta qué punto el Estado puede cubrir su gastos sin necesidad de acudir a la emisión.
Aquella dupla del Tesoro viene con la idea de que los argentinos sólo “dibujaron” un programa monetario, que en realidad no refleja el verdadero dramatismo de la situación. En otros términos, que minimiza la pérdida de reservas para contener el dólar. El Tesoro norteamericano también quiere indagar acerca de cuál es la propuesta para reformular el sistema financiero argentino, hasta dónde llega la voluntad de las entidades extranjeras para capitalizar sus filiales locales o en qué medida Lavagna podría avanzar en una propuesta de offshorización.
Pero aun en caso de que los bosquejos argentinos les resulten convincentes, es poco probable que la decisiva opinión de esos norteamericanos se traduzca en una recomendación inmediata al FMI para que desembolse dinero fresco para la Argentina. Los funcionarios duhaldistas lo saben y por eso su mayor apuesta consiste ahora en aplazar vencimientos con los organismos multilaterales que, sólo con el Fondo, suman 4000 millones en el segundo semestre del año.
O’Neill y Taylor completarán la nómina de notables que están viniendo a la Argentina para conocer de cerca esta singular implosión capitalista y, naturalmente, indicar cómo superarla. El testeo in situ lo comenzó la semana pasada el subsecretario para Asuntos Latinoamericanos, Otto Reich, quien sugirió qué perfil debería tener el próximo presidente. Continuará el lunes 22 de julio, cuando llegue el internacional cuarteto de notables para recomendar a Lavagna cómo anclar el dólar y qué hacer con los bancos.