“No soy la persona adecuada para el Ministerio de Economía”, remarcó ayer Mario Blejer desde Washington, forzado otra vez a desmentir los rumores que lo dan como inminente reemplazante de Roberto Lavagna. Las versiones rebotan en la city y son amplificadas por los medios de comunicación ligados al establishment financiero. Lo curioso es que mientras desde ese arco se entusiasman con el eventual desembarco de Blejer en el Palacio de Hacienda, el candidato se esfuerza por bajarse de cartel. “Si hay un cargo en el que puedo contribuir es el que tenía (titular del Banco Central) o desde el ámbito monetario financiero, ésa es mi especialidad”, agregó el ex funcionario. Lo mismo dijo hace un mes en un reportaje con Página/12, cuando se reconoció incapaz para conducir la cartera económica.
La autoexclusión de Blejer no resuelve el problema de Lavagna, quien ayer admitió en una reunión con sus colaboradores más estrechos que su continuidad está en riesgo. “Dijo que hay banqueros operando muy fuerte para desplazarlo y que no tiene clara la opinión de Duhalde”, confió a este diario un allegado al jefe de Hacienda. “Pero aseguró que su decisión es quedarse”, agregó.
Cerca del ministro se analizó la posibilidad de aprovechar la presión para salir del Gobierno de manera decorosa. Dentro de esa lógica, la estrategia sería denunciar que la banca extranjera le quiere hacer pagar al Estado el costo de la crisis, que Lavagna se resistió pero sin apoyo del gabinete ni del Presidente, mientras que el titular del Banco Central directamente operó en contra suyo. En consecuencia, se vio obligado a renunciar, actitud que le permitiría preservar su imagen para el futuro. El cálculo es que Lavagna se llevaría de esta gestión un capital político impensado cuando asumió, de apuro y con todas las de perder. Sin embargo, Lavagna dice estar dispuesto a dar la pelea para conservar el cargo.
Ayer se mostró preocupado por la desmentida del jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, al anuncio de aumento de tarifas de los servicios públicos. Después de un día cargado de versiones sobre su renuncia, el Gobierno puso más énfasis en desacreditar la información del Ministerio de Economía sobre la suba de tarifas que en salir a defender al titular del Palacio de Hacienda. Atanasof enfatizó que el Poder Ejecutivo “no autorizó ningún incremento de tarifas” y que “se requiere un proceso previo de discusión antes de tomar esa determinación”. El operador de Lavagna que dialogó con este diario confesó su temor a que un sector del gabinete acorrale al ministro y lo deje expuesto ante la opinión pública como “el malo de la película”, lo que haría más sencillo su alejamiento.
La pregunta, en ese caso, es quién lo reemplazaría. El mejor candidato para quienes desean cerrar un acuerdo con los bancos y con el FMI es Blejer, un hombre que podría cargar con el costo de medidas polémicas -como la entrega compulsiva de bonos a los ahorristas– porque no tiene aspiraciones políticas y después de dejar la función pública retornaría a su vida relajada en Washington. Pero Blejer insiste en rechazar el ofrecimiento. “Me sorprendió que mi nombre haya circulado durante los últimos días (como futuro ministro de Economía). Realmente no he tenido contacto con nadie después que dejé el cargo, salvo con las autoridades del Central por cuestiones del traspaso”, declaró ayer, para correrse de las miradas. Sin Blejer, parece difícil encontrar un interesado para una corta y desgastante gestión.