ECONOMíA › MACRI, CON INDICE PROPIO. LAVAGNA Y LA DICTADURA. EL INDEC RECUPERA LA CALMA
La confusión generada por los bruscos cambios que Comercio Interior introdujo en el Indec generó espacio para la oposición, que arremete en beneficio propio pero en contra de la preservación del organismo. Hubo acuerdo entre las autoridades y el personal del Indec, pero el conflicto sigue por afuera.
› Por Raúl Dellatorre
El conflicto generado en torno de los cambios producidos en el cuerpo de dirección técnica del Indec está cada vez más lejos del ámbito del organismo, pero aparece cada vez más instalado en el debate político. Mientras que ayer la nueva “figura fuerte” del Instituto, Beatriz Paglieri, avanzaba hacia un acuerdo con la representación gremial en cuanto a garantizar las condiciones laborales de todo el plantel, los referentes de la oposición Mauricio Macri y Roberto Lavagna jugaron fuerte condenando en términos más que duros a la difusión del índice correspondiente a enero. “Es una manipulación muy grosera”, dijo el ex ministro y comparó a la situación generada con la vigente bajo la dictadura militar. El dirigente del PRO lanzó su propio cálculo sobre el aumento del costo de vida: 2,1 por ciento en enero. Es decir que le restó credibilidad hasta al cálculo de FIEL, la entidad que alguna vez encabezó Ricardo López Murphy, que estimó un 1,7 por ciento de suba para el mismo mes. El presidente de la Nación, Néstor Kirchner, defendió en forma personal los cambios producidos en la conducción del Indec y consideró a la suba del índice en enero como “un dato positivo”.
Ayer tampoco se produjo la prometida divulgación de un índice “real”, como amenazaban algunas fuentes gremiales, elaborado por el personal técnico superior del Indec, si el que se divulgaba oficialmente difería demasiado de las estimaciones de dicho cuerpo de especialistas. En lugar de eso, el personal superior reclamó, a través de la representación sindical de la Asociación de Trabajadores del Estado, que se garantizara su continuidad laboral y se respetaran sus puestos de trabajo, además de requerir volver a las tareas normales sin la presencia del personal de seguridad incorporado por Paglieri. Esta recibió a los delegados gremiales, ante los que se comprometió a cumplir con todos esos pedidos. Esta promesa descomprimió el conflicto, tal cual se pudo apreciar en la asamblea que se realizó inmediatamente.
En cambio, la debilidad a la que quedó expuesta el Indec por las sospechas en torno de la manipulación de sus índices pretendió ser rápidamente aprovechada por los sectores privados, principalmente consultoras y encuestadoras que ofrecen sus propios cálculos de precios. Algunas de ellas dieron a conocer sus propias estimaciones, que oscilan entre 1,5 y 1,7 por ciento, tomando en cuenta aumentos en los rubros Salud (medicina prepaga) y Turismo superiores a los computados por el Indec. En esto, Macri se diferenció, señalando que “su” índice de precios para enero señalaba una suba del 2,1 por ciento, sin explicar demasiado la metodología. “Se sigue queriendo engañar a la opinión pública”, opinó sobre los índices oficiales, sin contar demasiado cómo llegaba a la conclusión de que el aumento había sido un punto más alto. Dato que, además, difiere sensiblemente del proporcionado por FIEL, entidad a la que perteneciera su ex socio político Ricardo López Murphy.
El índice de precios al consumidor que difundió el Indec incluyó, en enero, al menos dos modificaciones metodológicas que constituyen el eje de los cuestionamientos. Uno fue no computar el aumento facturado por las principales empresas de medicina prepaga, del 22 por ciento, sino tan sólo el 2 por ciento sugerido por Comercio Interior, y cuya resolución final todavía es motivo de controversia. Dos, que se reemplazó la medición por encuesta de los precios para el rubro Turismo que había realizado el Indec por la encuesta propia de Comercio Interior. Esta última arrojó un incremento del 3,7 por ciento. La primera habría triplicado esta última. El cuestionamiento que se le formuló, en este caso, a la encuesta elaborada por los técnicos del Indec (en ese momento comandados por Graciela Bevacqua) es que no tomaba precios “representativos” del consumo doméstico (en opinión de Comercio Interior), sino valores de folletos publicitarios que ofrecen las agencias de viaje en Capital Federal o grandes hoteles de los principales centros turísticos. Citan, como ejemplo, los viajes a Cancún o pasajes a Florida (Estados Unidos), o el valor de una suite de un hotel cinco estrellas en Bariloche que, en realidad, no se comercializa porque ya está vendido en paquete a agencias brasileñas por los próximos tres o cinco años. Sin estos “retoques”, el índice de precios al consumidor se hubiera elevado pero no más allá del 1,8 por ciento.
“No está mal tener una opinión distinta y mostrar otros criterios y otro cálculo del índice, lo malo es querer imponerle al Indec una metodología que le es ajena y ni siquiera explicarlo”, coincidían ayer especialistas desde adentro y afuera de la repartición responsable de las estadísticas.
Los allegados a la cartera económica, de donde proviene Paglieri, aseguran que hubo intentos previos por discutir los cambios de criterio con los técnicos superiores del Indec, pero acusan a Bevacqua de bloquear los cambios. “Hay cuestiones muy oscuras en torno del manejo que había en el sector”, acusan, pero sin dar más explicación. Sugieren que hay tenedores de títulos indexados de la deuda (entre ellos, varios bancos) que se benefician cuando los índices de precios suben. No son los únicos que sacan provecho de todo este ruido. Hay sectores políticos que alimentan la convulsión con el interés puesto en la descentralización del organismo o la privatización de sus funciones. Como en el antiguo juego infantil, cada cual atiende su juego.
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