El FMI sufre una crisis por la caída de ingresos y en lugar de seguir su receta clásica de achicar gastos, los sube y estudia vender su oro.
› Por Marcelo Zlotogwiazda
Debido a que los estrepitosos fracasos de sus recetas han terminado por espantar a la mayoría de sus principales clientes, el Fondo Monetario Internacional ha sufrido una sensible merma en los ingresos que cobra por los créditos y ya se encuentra en una situación deficitaria e insostenible por mucho más tiempo. Para enfrentar la crisis convocó a un comité de notables que acaba de emitir un informe donde se recomiendan una serie de medidas entre las que se destacan vender parte de sus reservas de oro para invertir el dinero especulativamente, y comenzar a cobrar por servicios de asistencia técnica a los países miembro. Las propuestas que serán debatidas por el Consejo Ejecutivo de la institución durante la cumbre anual de primavera en Washington ya recibieron fuertes cuestionamientos por no aplicar “su propia medicina ajustando sus exagerados gastos”, y por pretender usar las reservas de oro para un autosalvataje “moral y económicamente indefendible” en lugar de destinarlo a cubrir las urgencias de sus socios más pobres.
Su desprestigio y la extendida convicción de lo inconveniente que resultaba su asistencia provocó que en tres años el FMI se quedara con casi ninguno de sus prestatarios más importantes, y en consecuencia sin la fuente básica de recursos que es el interés que cobra. Las cancelaciones anticipadas de los créditos por parte de la Argentina, Brasil, Indonesia, Rusia, Uruguay, Bulgaria, Argelia, Armenia y algunos otros socios menores redujeron en forma drástica los fondos pendientes de reembolso, de un máximo de 108.000 millones de dólares en 2003 a menos de 30.000 millones actualmente. El único país que aún adeuda un monto muy significativo es Turquía, que pese a también haber realizado precancelaciones, todavía debe cerca de 10.000 millones de dólares, y el que le sigue es Ucrania con menos de 1000 millones. “Dado el alto nivel de reembolsos, el crédito pendiente es el más bajo de los últimos veinticinco años”, afirma quejoso el último Informe Anual del organismo que conduce el español Rodrigo Rato. Para colmo, el grueso de dinero a cobrar es a países muy pobres, lo que para una institución financiera constituye una debilidad de cartera.
Pese a la merma de ingresos, los gastos siguieron en ascenso. Tal como informó Página/12 en septiembre del año pasado, el gasto presupuestado para el ejercicio que finaliza en abril es un 5,4 por ciento mayor al del año anterior y un 22 por ciento más alto que el de hace tres años. El resultado es un déficit estimado de 105 millones de dólares para el ejercicio en curso, pero que treparía a 368 millones de dólares para el 2010 según las proyecciones del propio Fondo.
Para contrarrestar esa tendencia explosiva, la conducción convocó a un “Comité de Eminencias” encabezado por el presidente del banco JP Morgan-Chase, Andrew Crockett, e integrado entre otros por el último titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, al que le encomendó analizar la situación y emitir recomendaciones. El encargo estaba circunscripto a fortalecer los ingresos de la institución, y los responsables obedecieron al pie de la letra. El informe final entregado el 31 de enero pasado contiene una acotada serie de propuestas, entre las que sobresalen:
- Modificaciones estatutarias para “expandir las operaciones de inversión financiera de manera de generar ingresos extra”.
- “La venta de 400 toneladas de oro de las reservas” que a valor de mercado equivale a 6600 millones de dólares y que invertidos generarían 195 millones de dólares de ingresos adicionales por año.
- El cobro de servicios de asistencia técnica que actualmente no son onerosos.
Las objeciones no se hicieron esperar. “El Comité ignora los exorbitantes costos en que está incurriendo una institución que es percibida por muchos como ilegítima”, señala un artículo que anteayer publicó el Bretton Woods Project, una red de organizaciones no gubernamentales crítica de las dos instituciones creadas en la postguerra en Bretton Woods, el FMI y el Banco Mundial.
En el artículo titulado “Poniendo el carro delante del caballo”, se cita al economista peruano Jurgen Schuldt, que en relación con el déficit del organismo ironiza con que “debería aplicar la misma receta que le ha impuesto a los países que tenían crisis financiera, es decir que debería tomar de su propia medicina ajustando sus exagerados gastos”. Y en cuanto a la idea de vender las reservas de oro, amplifica la opinión del consultor británico Sony Kapoor, para quien “el uso de un recurso público para financiar el salvataje de una entidad que es ampliamente y crecientemente considerada como irrelevante y sobredimensionada, que encima acaba de inaugurar un fastuoso edificio, es económica y moralmente indefendible”.
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