Sáb 24.02.2007

ECONOMíA  › PANORAMA ECONOMICO

DIBUJANDO UN NUEVO MAPA

› Por Raúl Dellatorre

La gama de especulaciones que despertó el acceso de Enarsa a un área petrolera en Venezuela, con todas las facilidades otorgadas por el gobierno de Hugo Chávez, fueron desde la renacionalización de YPF hasta el conflicto que se le iba a generar a la Argentina por el acercamiento al mandatario bolivariano, con el resto de los países de la región. Lo que resultó menos advertido es el cambio que se está produciendo en el mapa energético de Sudamérica, en el que la estatal venezolana Pdvsa aspira a tener un protagonismo no excluyente. Enarsa, pero además Petrobras y hasta la española Repsol figuran entre sus más que probables aliados.

La estrategia de negocios que desarrollarán en conjunto Enarsa y Pdvsa tendrá, como próximo capítulo, el contrato de alquiler de los activos de Rutilex Hidrocarburos SA, Rhasa, la empresa de la familia Sambucetti que opera, principalmente, en localidades del centro y norte de la provincia de Buenos Aires. Además de una red de 140 estaciones de servicio, la compañía posee una pequeña refinería en la localidad de Campana con capacidad para procesar 7000 barriles por día. El valor mensual que pagará la sociedad binacional Enarsa-Pdvsa será de 1,3 millón de dólares y en enero de 2008 podrá ejercer la opción de compra por 31,3 millones de dólares. Cifra que varía según la estimación que se haga sobre el nivel de deuda con el que se transfiera Rhasa, fundamentalmente con el fisco, con el que tiene compromisos incumplidos varias veces millonarios.

No es la única intervención en marcha de Pdvsa en el país en el negocio energético. Asociada a la estatal uruguaya Ancap, comparten la operación de la red de 172 estaciones de servicio que pertenecieran a Sol Petróleo. A partir del ingreso de Pdvsa, que en abril de 2006 pagó 15 millones de dólares por el 46,1 por ciento de las acciones de Sol, la empresa pasó a llamarse Petrolera del Cono Sur (PCSA). Desde 1998, año en que Ancap ingresó a Sol Petróleo en una operación que todavía desata polémicas en la otra orilla del Río de la Plata, la empresa acumula pérdidas por 250 millones de dólares. Agujero que la presencia de Pdvsa está ayudando a suturar. Según datos de la estatal uruguaya (que en su país refina petróleo que importa de Argentina y Brasil), desde el cambio de composición accionaria las pérdidas se redujeron de tres millones de dólares mensuales promedio a 250 mil dólares.

Como Pdvsa, además, le cedió a PCSA un contrato de suministro de combustibles que obliga a Repsol YPF, aunque a baja escala, la empresa comercializadora se plantea expandir cautelosamente su negocio. Para el primer semestre del año proyecta vender en el mercado 16.700 metros cúbicos mensuales de combustible, calculando pasar en el segundo semestre a 23.000 metros cúbicos mensuales promedio (unos 23 millones de litros). Y con el objetivo de fortalecer la posición de PCSA y asegurar el pago del suministro a Repsol, Ancap y Pdvsa acordaron hacer un aporte irrevocable a la ex Sol Petróleo de 750 mil dólares cada una.

Otro negocio de inminente anuncio por parte de Pdvsa sería la decisión de instalar una nueva refinería en el país. En diciembre pasado, se había anticipado que su probable localización sería Mendoza. En las últimas semanas, se agregó desde fuentes de la petrolera venezolana que no se descartaban como opciones las provincias de Salta y Chubut. En todos los casos, el emprendimiento llevaría a Enarsa como asociada.

Esta semana circuló una versión según la cual, alentado por el presidente venezolano, el gobierno argentino contemplaría la posibilidad de recuperar YPF, hoy en manos de Repsol, para el sector público. Contrariamente a lo que resultaría de tal operación, Repsol no se bate en retirada del nuevo escenario sino que está buscando un nuevo rol. De hecho, los puntos de contacto en la relación entre Pdvsa y la petrolera española en territorio argentino son múltiples. Además del ya mencionado contrato de suministro de combustibles para la red de Petrolera del Cono Sur, el petróleo y los derivados de YPF cumplirían el mismo rol en el caso de Rhasa, cuando pase a manos de la sociedad Enarsa-Pdvsa. El mismo origen tendrá el petróleo que demande la nueva refinería a construir por Pdvsa si finalmente el proyecto se concreta. Dentro de este paquete de acuerdos está incluida la cesión de algunas áreas de explotación que posee Repsol YPF (no más del 10 por ciento de su producción en el país) a la petrolera venezolana.

La estrategia de Repsol en la Argentina y la región no es retirarse, sino crecer por vía de asociaciones con las ahora florecientes petroleras estatales. Por ello, mientras abre la discusión a la cesión de áreas productivas en la Argentina, tira líneas para poder acceder a los pozos perforados en el occidente venezolano, en la riquísima faja del Orinoco. La misma en la que acaba de clavar bandera Enarsa. La puerta de acceso sería una asociación con Pdvsa y la propia Enarsa, y el área en estudio es el Bloque Junín 7 de dicha faja.

¿Cómo hará Enarsa, sin capital líquido, para poder acceder a tantos negocios casi en simultáneo? ¿Se verá el gobierno nacional obligado a aplicar parte del superávit fiscal a dicho fin? ¿Demandará más endeudamiento? La solución, según dan por seguro en despachos oficiales, es la misma que se aplicó al ingreso de la novel petrolera estatal argentina en la explotación en el yacimiento de Ayacucho esta semana. Pdvsa toma a su cargo la inversión, y le cobrará a Enarsa su parte en el futuro extrayéndola de utilidades. ¿Demasiada generosidad? No: un medido cálculo político de los conductores del proceso revolucionario venezolano. Buscan consolidar su posición ante el mundo con una sólida red de alianzas continental. O hispanoamericana, si se toma en cuenta a Repsol.

Es por ello que, pese a que algunos leyeron como un enfrentamiento entre Venezuela y Brasil los últimos pasos dados por el gobierno de Hugo Chávez, en materia energética cada paso está previamente meditado. Entre Pdvsa y Petrobras hay negocios compartidos que, por el momento, exceden largamente la dimensión de los arriba mencionados. Entre ambos está prevista la construcción de una refinería en el estado de Pernambuco, cerca de la frontera de Brasil con Venezuela, a un costo de 2500 millones de dólares. Tendrá capacidad para refinar hasta 200 mil barriles por día de crudo pesado, que aportarán ambos socios. Nadie duda de que es parte de un proyecto más ambicioso, que incluye una integración física mucho más intensa. El Nordeste brasileño es la región más pobre del país, el lugar de origen de Lula, y la nueva refinería garantizará el abastecimiento energético a toda esa zona.

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