“Hasta nuevo aviso no hay más gas.” Esa fue la notificación que las compañías gasíferas MetroGas, Gas Natural BAN y Camuzzi trasladaron a sus clientes industriales y estaciones de GNC. La orden había partido directamente de la Secretaría de Energía y se convertía en un nuevo reflejo de la escasez energética en medio de la ola de frío. En este contexto, el Gobierno privilegió el abastecimiento a los clientes residenciales. Los taxistas organizaron ruidosas protestas en los puntos neurálgicos de la ciudad, como en la intersección de Corrientes y Callao y en las inmediaciones del Obelisco.

Las perjudicadas por la medida fueron las 340 estaciones de servicio que abastece MetroGas y las 300 que atiende Gas BAN, en algunas zonas del Gran Buenos Aires y del interior de la provincia. Además, entre ambas distribuidoras llegan a 150 industrias, que desde ayer al mediodía quedaron totalmente desabastecidas.

De acuerdo con datos del Enargas, existen 20.500 taxis que se mueven impulsados por GNC. A ellos se suma una cifra similar de remises. En total existe un millón y medio de vehículos a gas. Nueve de cada diez son autos particulares. A los taxistas y remiseros se suman 73.500 pick ups.

El crecimiento del sector no fue homogéneo. Hubo un boom de conversiones de automóviles durante el período 2002-2003, luego los traspasos se hicieron a un ritmo más lento y, desde fines de 2005, se evidenció un cambio de tendencia. De 1.459.000 vehículos a GNC que existían hace dos años hubo una reducción de 29.000 unidades en 2006 y desde ese piso una nueva suba de 16.000 a comienzos de este año. Representan el 19 por ciento del total del parque automotor.

El abrupto freno en las conversiones, que en su mejor momento llegaron a 25 mil mensuales, estuvo ligado al constante achicamiento en la brecha entre el GNC y los combustibles líquidos, sobre todo con las naftas. A partir del persistente incremento en el precio del GNC, el negocio se volatilizó. De acuerdo con la estadística de la consultora Abeceb, de los 38 centavos que costaba el metro cúbico de GNC en 2002 pasó a 45 centavos un año después y a 53 centavos en 2004. En 2005 llegó a 72 centavos y el año pasado trepó a 80 centavos, mientras que ahora se encuentra en 85 centavos promedio. Desde la devaluación, el metro cúbico de GNC se encareció 174 por ciento, contra una inflación acumulada del 95. Durante este largo período, la nafta súper tuvo una variación inferior: el litro costaba 1,10 peso en 2002 y ahora 1,89. El incremento fue del 71,8 por ciento. En tanto, el litro de gasoil oscila entre 1,50 y 1,60 peso.

Frente a estos cambios, ¿sigue resultando ventajoso moverse a GNC? En promedio, un automóvil utiliza 11 metros cúbicos de GNC para hacer 140 kilómetros en la ciudad. Equivale a 9,35 pesos. Para recorrer la misma distancia en un auto naftero hay que gastar 28,40 pesos (15 litros de nafta súper). Y aproximadamente 19 a 20 pesos de gasoil (13 litros). Es decir, a los actuales valores, y aun con los fuertes incrementos en el gas, trasladarse en un auto naftero cuesta el triple que hacerlo en uno a GNC y el doble que en uno gasolero.

De todas formas, los especialistas afirman que la ecuación no es tan lineal. Mariano Lamothe, de Abeceb, comentó a este diario que los autos a GNC conllevan gastos adicionales por mantenimiento, que no tienen los que andan con combustibles líquidos. Por ejemplo, un desgaste más rápido del motor y de los amortiguadores y la mayor cantidad de recambio de aceite. A lo que debe añadirse el costo de la instalación del equipo, que va de entre 1800 a 2200 pesos. La escasez de gas empeora el panorama. Más que nunca, los choferes y automovilistas deben hacer cuentas antes de tomar la decisión.