ECONOMíA
Remes dice ahora que los bancos pidieron pesificar
En un mail enviado al periodista Morales Solá, el ex ministro de Economía adjudica a presiones conjuntas de empresas y de bancos sobre el Gobierno la pesificación general de los créditos.
› Por Julio Nudler
Según acaba de poner por escrito Jorge Remes Lenicov, la pesificación asimétrica, con la conversión 1 a 1 de dólares a pesos de todas las deudas empresarias con el sistema bancario, fue fruto de una presión conjunta de empresarios y banqueros sobre el presidente Eduardo Duhalde, de la que él, entonces ministro de Economía, fue testigo presencial y también destinatario. De esta manera, Remes echa por tierra el argumento sostenido por los bancos, que se presentan como víctimas de una decisión política: la llamada pesificación asimétrica, que afectó gravemente su situación patrimonial. Remes, que fue ministro hasta el 23 de abril, cuenta ahora su versión de la historia en un extenso mail dirigido al periodista Joaquín Morales Solá, con el propósito de responder a lo que éste, en su columna dominical en el diario La Nación del pasado 4 de agosto, denominó “disparatada devaluación” y a la pesificación asimétrica, que Morales juzgó como aún peor.
Remes, ahora en Bruselas como sucesor de Roberto Lavagna en la función de representante argentino ante la Unión Europea, envió copias de su mail a numerosas figuras, como Aldo Pignanelli, Felipe Solá, Martín Redrado, Oscar Lamberto, Ginés González García, Ricardo Gutiérrez, Juan Carlos Del Bello, Jorge Capitanich, Alberto Abad y Mario Blejer, entre otros. A continuación la relación que hace el ministro inicial de Economía que tuvo Duhalde:
“Pesificación asimétrica: Las devaluaciones en Argentina –aduce Remes– siempre licuaron depósitos y deudas. Por la promesa de Duhalde de devolver el valor en dólares de los depósitos se estableció para los mismos 1 igual 1,40 más actualización y tasa de interés... Por el lado de los préstamos hicimos lo mismo, excepto para los créditos de menos de 100.000.” Se refiere a la decisión inicial referido a los préstamos hipotecarios y también a los prendarios hasta 30 mil dólares y personales hasta 12 mil.
Remes refiere acto seguido que “luego hubieron presiones de los empresarios y también de los bancos, que en forma conjunta se reunieron con Duhalde y con nosotros. Los empresarios –prosigue Remes– decían que si aumentaba 40 por ciento su deuda, no la podrían pagar y los bancos entonces nada cobrarían: por eso que conjuntamente ambas partes acordaron plantear la pesificación asimétrica”.
Según algunos testigos de aquellas jornadas calientes, las gestiones fueron llevadas por ejecutivos como Carlos Giovanelli (Citibank), Enrique Cristofani (Río Santander), Emilio Cárdenas (HSBC) y Manuel Sacerdote (Boston), e industriales como Héctor Massuh, por la Unión Industrial Argentina, mientras José Ignacio de Mendiguren detentaba el Ministerio de la Producción y militaba en el mismo lobby. Lo que no está claro es en cuánta medida los accionistas de esos bancos internacionales estaban al tanto y avalaban tales tratativas, en principio perjudiciales para los balances de las propias entidades financieras, luego compensadas con bonos estatales.
Como Remes fue testigo y destinatario de la presión, también procura justificar el papel que él mismo jugó en esta tormentosa historia, aunque incurre en una redacción tan confusa que cuesta mucho seguir su razonamiento. Por un lado, dice que “la deuda no se licúa, pues en pesos al actualizarse lo que tenían a principios de año más tasa del 7 por ciento están con una deuda que en pesos y en términos reales se mantiene”. Alude así a la aplicación del CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia) y a la tasa fijada para los préstamos bancarios pesificados.
A renglón seguido concede que “esa asimetría tiene un costo, bancado por el Estado, del orden del 5 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto)”, sin aclarar cuál PIB toma como referencia, dado que el Producto medido en dólares descendió bruscamente durante estos meses. “¿Qué crisis financiera no tuvo costos para el Estado?”, se pregunta Remes, dando diversas comparaciones e indicando que la argentina de 1982, que tuvo como grandesprotagonistas a Domingo Cavallo y José María Dagnino Pastore, costó más del 20 por ciento del Producto.
Finalmente, y aunque al principio presenta la pesificación generalizada de las deudas bancarias de las empresas como un fruto de una presión conjunta de empresarios y financistas sobre el Gobierno, adhiere luego a la decisión, señalando que “ante una situación así hay que asumir un costo pensando en salir lo más rápido posible (no hay salida sin bancos y sin empresas) y que el crecimiento lo digiera”. Y añade: “Pero también veamos lo que desgraciadamente ocurre con los endeudados en dólares en el exterior; si no hubiera habido pesificación, todos estarían en la misma situación y entonces la quiebra sería no ya financiera, sino patrimonial y hubiera sido extraordinaria.”
Como colofón de su mensaje a Morales Solá y un grupo de selectos destinatarios, Remes agrega: “Me olvidaba decirte que la devaluación es un mero instrumento, que acompañado con dureza fiscal, restricción monetaria, acuerdo con el FMI, renegociación de la deuda externa, pública y privada, rediscusión de las tarifas, se puede flotar y crear las bases para una economía normal. Ese era nuestro planteo...” Los hechos no sucedieron precisamente así.