Sáb 06.10.2007

ECONOMíA

Europa acepta cambios en el FMI, pero no los que propone Argentina

La obligada reforma del organismo de crédito, a partir de su desprestigio, anticipa una dura pelea entre Europa, Estados Unidos y países emergentes. La visión del Grupo Plan Fénix.

› Por Fernando Krakowiak

Un debate sobre la futura reforma del FMI dejó ver ayer las resistencias que pondrán los países europeos cuando comience la discusión sobre la democratización del organismo. El diputado socialdemócrata alemán, Ditmar Staffelt, reconoció en una conferencia convocada por la fundación alemana Friedrich Ebert y el Grupo Plan Fénix que el Fondo no debe seguir siendo controlado por el poder financiero de Estados Unidos, pero aclaró que no aceptarán la inclusión de nuevos indicadores para medir el recálculo de los votos, como cantidad de población y medición del PIB con relación al poder de compra de cada país, como reclaman países emergentes. Del evento participaron también funcionarios y académicos latinoamericanos.

El gran ausente fue el propio FMI. “No pudimos asegurar la presencia de ninguno de sus representantes. Dijeron que no estaban disponibles en esta fecha”, sostuvo Thomas Manz, coordinador del Proyecto Globalización de la Fundación Ebert.

Los analistas coincidieron en que el Fondo ocupa actualmente un lugar irrelevante en el escenario internacional, sobre todo desde que los países de medianos ingresos como Argentina y Brasil cancelaron sus deudas y comenzaron a acumular reservas para no tener que pedirle dinero prestado. Para Thomas Manz, la debilidad del organismo es producto del cambio en las relaciones internacionales de poder, luego del crecimiento de China, India y Brasil, y la dificultad para reflejarlos en su sistema de gobierno. Roberto Frenkel, economista del Cedes, coincidió con el diagnóstico, pero le restó importancia al problema. “Este conflicto se encuentra en una situación latente, dado que en el FMI no se están decidiendo cuestiones muy importantes por la decadencia de sus actividades. El conflicto adquiriría más urgencia en el caso de que la institución volviera a jugar un rol relevante”, aseguró.

“La reforma que impulsó Rodrigo Rato es un parche absoluto. Más allá de alguna leve variación en los votos, Estados Unidos seguirá manteniendo el poder de veto”, sostuvo Alejando Vanoli, vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores. Fue entonces cuando el diputado alemán, Ditmar Staffelt, dejó en claro los límites que encontrarán las pretensiones de los países periféricos. “Rechazamos la inclusión de indicadores no económicos para el recálculo de los votos, como cantidad de población y medición del PIB con relación al poder de compra de cada país”, remarcó. El legislador expresó además qué cambios impulsa Europa: “El FMI debe regular las políticas cambiarias, en particular para evitar distorsiones que afectan la competitividad”.

La respuesta llegó por el lado de Frenkel. “Difícilmente se encuentre un tema más apropiado para el FMI que los desbalances globales, pero en lugar de ser tratado en el foro multilateral se impulsa una supervisión bilateral para responsabilizar a la política cambiaria de China y solicitarle que adopte medidas correctivas. También Alemania y Japón tienen fuertes superávit que no se mencionan”, afirmó. Aldo Caliari, director del proyecto Repensando Bretton Woods del Center of Concern de Washington, también se sumó a la polémica: “Los países que tienen su tipo de cambio devaluado no lo hacen para obtener una ventaja comercial sino para poder acumular reservas y no depender del FMI”, sostuvo. También se destacó la necesidad de desarrollar instituciones alternativas como el Banco del Sur.

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