Lun 15.10.2007

ECONOMíA

La fertilidad empresaria crece, pero no llega a la internacional

Un estudio de la Universidad de General Sarmiento revela que el crecimiento de empresas en el país sigue siendo mucho más bajo que el mundial, incluido el índice de Brasil. Los datos.

› Por Fernando Krakowiak

En los últimos cuatro años, el proceso de apertura y cierre de empresas arrojó un saldo neto positivo de 90 mil firmas, incrementando el universo total en un 26,6 por ciento. El crecimiento se explica fundamentalmente por las oportunidades que ofrecen la reactivación económica y el dólar alto. Los especialistas coinciden en que los nuevos emprendimientos contribuyen a la generación de empleo, ayudan a reconstruir los tejidos productivos regionales y canalizar las energías creativas. Sin embargo, un estudio elaborado por los investigadores de la Universidad de General Sarmiento, Hugo Kantis y Juan Federico, que será presentado el próximo jueves en una conferencia organizada por Dinámica SE en la Rural, revela que, si se considera como proporción de la población activa, la fertilidad empresarial sigue siendo muy inferior a la internacional, no sólo con respecto a países desarrollados sino también en relación con Brasil, cuyo índice es casi el doble del argentino.

Entre 1998 y 2002 el total de firmas en industria, comercio y servicios cayó de 383 a 338 mil debido a la fuerte crisis económica que atravesó el país. A partir de 2003, la tendencia se revirtió y la base comenzó a expandirse hasta alcanzar las 428 mil empresas en el cuarto trimestre del año pasado, según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo. La recuperación se explica por el fuerte crecimiento de la tasa de natalidad y no por una disminución en el porcentaje de cierres: entre 1996 y 2003 el promedio anual de nacimientos había sido de 7,4 por ciento y en los últimos tres años fue de 12,6 por ciento. Mientras que la tasa de cierres, en cambio, fue de 7,9 por ciento entre 1996 y 1998 y el año pasado subió a 8,5 por ciento.

Las nuevas firmas no produjeron un cambio en el perfil productivo, pues los emprendedores privilegian negocios que requieren una baja inversión inicial para comenzar a operar, en áreas donde tienen experiencia previa y una red de contactos ya constituida. Por ejemplo, les resulta mucho más sencillo invertir en una remisería o un almacén que en un ingenio azucarero o una planta petroquímica. Por eso la rama “comercio al por menor” fue una de las más dinámicas. Las tasas de natalidad también resultaron altas en servicios informáticos o de diseño, donde la inversión necesaria es relativamente baja, pero el universo es claramente más acotado que el del comercio, porque el nivel educativo que se requiere es mayor.

Al analizar la dinámica de creación y destrucción de empresas teniendo como referencia el stock de empresas existentes, se observa entonces una fuerte recuperación que se concentra en áreas tradicionales. Sin embargo, las investigaciones internacionales utilizan además otra medición para dimensionar el fenómeno de creación de empresas, dividiendo la cantidad de nuevas firmas que se crean sobre el total de la población económicamente activa. Kantis y Federico sostienen que este segundo tipo de medición es más conveniente porque permite apreciar mejor el grado de fertilidad empresarial de una población en comparación con otros países, ya que si se equipara un número acotado de empresas nuevas con un stock preexistente también acotado la tasa de creación puede terminar siendo similar a la de otras naciones con un mayor grado de desarrollo empresarial, ocultando la existencia de problemas de baja fertilidad acumulados históricamente.

Por ejemplo, si se toman los datos correspondientes al período posterior a la salida de la crisis de 2001 para el total de empresas argentinas, se observa que la tasa de creación bruta en relación con el stock de firmas existentes fue similar o incluso superior a la registrada en países más desarrollados. En 2004 la tasa de natalidad en Argentina fue de 14,4 por ciento, mientras que en Inglaterra fue 9,9, en Noruega 12,5, en Estados Unidos 20,8 y en España 12,5 por ciento.

Ahora bien, cuando se compara la tasa de creación de empresas como proporción de la población activa los resultados son notablemente diferentes. En 2005 la tasa argentina era de 4,8 por ciento, mientras que en España era de 18,5, en Japón de 11,2, en Estados Unidos de 10,2 y en Brasil de 8 por ciento. Según Kantis y Federico, esta última diferencia retrata un problema estructural que consiste en la menor capacidad relativa de la sociedad argentina para convertir sus recursos humanos en una base empresarial más amplia, moderna y con potencial de generación de nuevos puestos de trabajo.

Los autores afirman que esta situación se explica por la inexistencia de redes de apoyo, fallas en el sistema educativo y de innovación, dificultades para acceder al financiamiento y una regresiva distribución del ingreso. Para comenzar a revertir el problema proponen impulsar el desarrollo de capacidades y redes de contacto para apoyar a los nuevos empresarios, reducir las barreras para la gestación de nuevos negocios, fortalecer la política de innovación y establecer nuevos instrumentos financieros para facilitar el acceso al capital, entre otras variables.

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