Mar 04.12.2007

ECONOMíA

Dirigente con pasado oscuro

› Por Fernando Krakowiak

Podrían haber elegido a un representante menos polémico, pero los empresarios de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) prefirieron reivindicar la parte más oscura de su historia poniendo al frente de la entidad al veterano Jorge Zorreguieta, ex secretario de Agricultura y Ganadería del dictador Jorge Rafael Videla y padre de la princesa Máxima de Holanda. El cambio llega luego de que el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, presionara a los empresarios de la industria alimentaria para que reemplacen al liberal Alberto Alvarez Gaiani, quien se había desempeñado al frente de la Copal durante los últimos 16 años.

Pese a no ser parte de la oligarquía terrateniente, Zorreguieta hizo carrera representando los intereses del campo hasta convertirse en secretario de la Sociedad Rural y de Confederaciones Rurales Argentinas en la década del ’60. Desde allí conspiró abiertamente contra el gobierno de Isabel Perón en los meses previos al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Distintas fuentes lo han señalado como un operador clave en las maniobras empresarias de desestabilización que incluyeron varios lockouts. En septiembre de 1975, las entidades del campo estuvieron once jornadas sin enviar carne y granos a los mercados, en octubre elevaron la apuesta con una huelga de dieciocho días y tenían previsto parar de nuevo a partir del 27 de marzo, pero no hizo falta porque el golpe militar se concretó antes.

No sólo el campo se embarcó en esa cruzada. El 16 de febrero de 1976 todo el arco empresario nucleado en la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (Apege) paró contra lo que quedaba del gobierno de Isabel. Además de las entidades rurales, estuvieron promoviendo la protesta la Cámara Argentina de la Construcción, la Cámara Argentina de Comercio, la Confederación de Actividades Empresarias Mercantiles y la Copal, entonces comandada por el director de Terrabusi, Gilberto Montagna. Zorreguieta fue uno de los encargados de articular ese espacio multisectorial. Tanto esfuerzo le valió un reconocimiento. Apenas el dictador Jorge Videla se hizo cargo del gobierno, lo designó subsecretario de Agricultura y en 1979 lo ascendió a secretario.

“La situación en la Argentina en marzo de 1976 era de caos económico, social y político durante el gobierno de Isabel Perón. Hubo coincidencia en los partidos políticos, sindicatos obreros, entidades empresarias y la opinión pública en general para que las Fuerzas Armadas pusieran orden en el país y así poder llegar a una democracia estable y pacífica”, aseguró Zorreguieta en marzo de 2001 cuando se vio obligado a ensayar una justificación sobre su participación en la dictadura para que su hija Máxima no fuera impugnada por la corona holandesa, debido a los antecedentes de su padre.

“A partir de 1984 se conocieron los excesos cometidos durante la represión. Los rechazo totalmente, ya que no puedo aceptar en ningún caso el secuestro, la muerte y la tortura de personas”, sostuvo también en aquella ocasión. Al gobierno holandés no le bastó la explicación y le encargó una investigación al historiador Michel Baud. “El clima general era tal que todo el mundo con un poco de cabeza podía sospechar que los derechos humanos se violaban a gran escala bajo el régimen militar”, sostuvo Baud en su informe final y a Zorreguieta le prohibieron viajar a Holanda para presenciar el casamiento.

La llegada de la democracia puso fin a las torturas y la desaparición forzada de personas, pero los empresarios que avalaron a la dictadura siguieron ocupando cargos relevantes en las principales entidades patronales, dejando en claro que su tarea en aquellos años fue en representación de ese colectivo. Desde 1984, Zorreguieta se desempeña como presidente del Centro Azucarero Argentino y en representación de esa entidad es miembro de la Junta Directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA). También integra el Foro de Negocios Mercosur-Unión Europea y es parte del Foro Consultivo Económico y Social del Mercosur en nombre de la UIA. Su designación al frente de la Copal no hace más que confirmar el respaldo que tiene de sus pares, para quienes sus antecedentes no parecieran ser un defecto sino una virtud.

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