La economía de Estados Unidos ha comenzado a descender por una escalera que podría depositarla en la temida recesión. Ayer fue un día en que los fantasmas se avivaron a partir de la difusión de un indicador clave: el de la evolución de la actividad industrial. Por primera vez en diez meses, la producción se contrajo, lo que fue interpretado como una señal de que la crisis de las hipotecas empezó a contagiar a otros sectores. Los mercados financieros reflejaron la tensión. Wall Street cayó 1,7 por ciento, lo mismo que la Bolsa de San Pablo. Buenos Aires quedó a salvo del sacudón: el índice de acciones líderes MerVal cerró neutro y el dólar bajó a 3,16.

En coincidencia con la difusión del índice industrial, la Reserva Federal (banca central estadounidense) dio a conocer las consideraciones de su última reunión, del 11 de diciembre, cuando bajó la tasa de interés a 4,25 por ciento. Admitió que existe el riesgo de una “espiral” en que el deterioro del mercado de crédito afecte el crecimiento, lo que reduciría a su vez los créditos disponibles. “Una evolución negativa de este tipo podría hacer necesaria una nueva flexibilización importante de la política monetaria”, reveló. Los analistas de Wall Street prevén una nueva baja de la tasa en la próxima reunión del 29 de enero, que sería de un cuarto o medio punto.

La FED sentenció que la economía crecerá en 2008 “a un ritmo sensiblemente inferior a su potencial” y recién se recuperaría en 2009. Luego indicó que la crisis de las hipotecas resultaría “más grave y más prolongada de lo que parecía en octubre”.

“La recesión en el sector industrial ya empezó y creemos que marca el inicio de una recesión general que se verá en el primer semestre del año”, estimó Daniel Meckstroth, economista jefe de la Alianza de Industriales. “La caída del sector inmobiliario, la baja de la producción automotriz, los precios record del petróleo y la crisis de las hipotecas son choques suficientes para provocar un estancamiento”, agregó.