La industria automotriz terminó el 2007 rompiendo todos sus records históricos: de producción y ventas al mercado interno y externo. También generó rutilantes acontecimientos: Honda desembarcó en el país, las terminales están produciendo nuevos modelos y anunciaron un plan de inversiones para el período 2007-2010 de entre 2500 y 3500 millones de dólares. Además, dos empresarios del sector se encuentran ahora desempeñando importantes cargos públicos, en lo que se convirtió en un reconocimiento del Gobierno al sector industrial, uno de los más dinámicos. Fernando Fraguío, ex presidente de Adefa, la cámara que agrupa a las automotrices, maneja la Secretaría de Industria. El otro, Luis Ureta Sáenz Peña, fue designado como embajador en Francia. Sin embargo, algunas cuestiones revelan la existencia de conflictos aún no resueltos a partir de las marcadas diferencias de poder entre los actores que componen esa cadena: concesionarios, autopartistas y terminales.

Los modelos más vendidos en el año fueron el Gol, de Volkswagen, y el Corsa, de Chevrolet, en ese orden. El 206, de Peugeot, fue el tercer auto más patentado durante el 2007. En la categoría camionetas y utilitarios, la Toyota Hilux concentró casi el 20 por ciento de los patentamiento.

La producción nacional del último año excepcional: se fabricaron 544.647 unidades. Las ventas de cero kilómetro superaron en un 26 por ciento las del 2006 y las exportaciones ascendieron a 316.410 autos, de las que Brasil recibió el 62 por ciento. Las proyecciones del sector para el 2008 son muy positivas. Según afirmaron ejecutivos de Adefa a este diario, las terminales están utilizando solamente el 55 por ciento de la capacidad instalada.

Las diferencias con Brasil son marcadas. Este año se vendieron más de cuatro millones de automóviles, según informó la asociación de concesionarios de ese país. Dante Sica, de la consultora abeceb.com comentó a Página/12, “el déficit comercial con Brasil se está reduciendo gracias al importante crecimiento de la demanda de autos fabricados en Argentina”. La luz amarilla de la industria se prende cuando se analiza la situación del sector autopartista. Uno de las principales quejas de esas empresas que fabrican componentes es la falta de disposiciones legales y operativas de protección para que las negociaciones con las terminales no sean desiguales.

La balanza comercial del sector autopartista, según proyecciones de la consultora abeceb.com, alcanzará un déficit de 3700 millones de dólares en 2007. El 63 de las importaciones es realizado por las terminales, que traen componentes de alto valor agregado que no son producidos en el país, como motores y electrónica. En su momento, el director ejecutivo de Adefa, Fernando Rodríguez Canedo, había sostenido a este diario que “la voluntad de las terminales es comprar la mayor cantidad de partes y piezas en el país, porque contribuye a reducir costos”, pero remarcó que “para que esto suceda los proveedores deben tener la calidad y cantidad necesaria”. En este sentido, Sica afirmó que “el desafío está en fortalecer al sector autopartista y para ello es necesario un mercado de capitales dinámico, con mayor disponibilidad de crédito”.

Por otro lado, el 30 de junio de este año vence el acuerdo con Brasil que fijó las reglas del comercio bilateral administrado. Según el gobierno, el objetivo del convenio, que postergó el comienzo del libre comercio, era proteger la industria automotriz y forzar a las casas matrices a invertir en el país. Así, por cada dolar exportado, los países pueden importar hasta 1,92 dólar con arancel preferencial. Superado este nivel deben pagar los aranceles extrazona. Las terminales, presionadas por sus casas matrices, reclaman por el libre comercio, pero la mayoría de los protagonistas del sector piensa que el actual régimen seguirá sin cambios. En Adefa indicaron que “desde el Gobierno ya comenzaron a conversar para ver qué se hace, y nosotros queremos la libertad de comercio intrazona”.