“La intervención a una obra social se inscribe en las tradicionales políticas que se ejercen contra los trabajadores, desconociendo los derechos de éstos y atentando contra sus intereses. Si hay críticas a la conducción de una obra social, son los trabajadores los que deben decidir qué hacer. Por la experiencia histórica, está claro que cada vez que se intentó corregir desde afuera, se hicieron desastres. Es el mismo criterio que justificaba los golpes de Estado: si la dirigencia del país no funcionaba, ahí estaban los militares para poner orden. Y que legisladores como Patricia Bullrich apoyen la medida del gobierno de Macri, completa el círculo.

No se puede perder de vista que el primer objetivo de todo enemigo de los trabajadores es destruir sus organizaciones. En el caso de la Obsba es innegable que la decisión del flamante jefe de Gobierno tuvo como intención castigar al sindicato por la reacción que tuvo frente a los despidos de más de dos mil trabajadores. Si el sindicato hubiera tenido otra actitud, en vez de salir en defensa de los trabajadores, seguramente no habría habido intervención.

La libre elección de obra social es un mecanismo que puso en marcha Domingo Cavallo, en los primeros años del menemismo. Tuvo el respaldo de unas pocas grandes obras sociales y de firmas privadas que intentaron siempre lucrar con la salud. La desregulación fue el intento de imponer un seguro de salud obligatorio por vía indirecta. El sistema, creado con la excusa de mejorar las prestaciones, no le reportó ningún beneficio a la gran mayoría de los trabajadores.

Hoy se está redescubriendo el valor de la identidad para el trabajador. El metalúrgico se reconoce como metalúrgico, el empleado judicial como judicial. Esa identidad que pretendieron borrar en los ’90 y que sin embargo vuelve a tener vigencia. La obra social sindical por rama de actividad es un sello de identidad que la desregulación y la libre elección pretendieron borrar.”

* CGT.