La crisis financiera originada en Estados Unidos se parece a esos tornados que ven potenciada su fuerza a medida que avanzan hacia la costa. La principal potencial mundial tiene experiencia en esos fenómenos climáticos y ahora quedó en el centro de la tormenta de los mercados. A medida que pasan las semanas se van confirmando los escenarios más pesimistas de los operadores y las turbulencias financieras se magnifican. Ayer, las pérdidas por 10 mil millones de dólares anunciadas por el Citigroup, la entidad financiera más grande del país (ver aparte), y la caída en las ventas minoristas provocaron otra fuerte baja en Wall Street, que arrastró a los principales mercados del mundo y también a los emergentes. Para Alan Greenspan, ya no hay más discusión: la economía norteamericana no tiene cómo evitar el ciclo recesivo.

El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York registró un retroceso de 2,2 por ciento, mientras que el panel tecnológico Nasdaq lo hizo en un 2,5 por ciento. En Europa hubo caídas de hasta 3,4 por ciento, como fue el caso de Madrid. Y en Buenos Aires, el índice de acciones líderes MerVal bajó 2,95 por ciento.

Alan Greenspan, quien hace justo un año había dicho que existía “un 35 por ciento” de chances de que una recesión golpeara a los Estados Unidos, ayer consideró que “la economía del país está a punto de entrar en recesión, si es que ya no está inmersa en ese proceso”. Greenspan, quien acaba de firmar contrato como asesor del fondo de inversiones Paulson & Co., formuló declaraciones a The Wall Street Journal. Sus dichos sacudieron a los operadores desde temprano. “Los síntomas están ahí claramente. Las recesiones no ocurren sin más, sino que suelen llegar antecedidas por una discontinuidad en los mercados”, añadió Greenspan.

En Estados Unidos se considera que la economía atraviesa una recesión cuando el crecimiento negativo se prolonga al menos durante dos trimestres consecutivos. Hasta ahora no hay evidencia ni siquiera de un trimestre con Producto negativo. Los análisis toman en cuenta los datos que a diario informa el gobierno. Ayer, por ejemplo, se divulgó que las ventas minoristas cayeron 0,4 por ciento en diciembre, mientras que, en forma simultánea, se nota un incremento de los stocks de mercaderías tanto de comercios como de industrias.

Este escenario de por sí preocupante se completó con una inflación mayorista que terminó 2007 con un variación anual del 6,3 por ciento, el mayor nivel en 26 años, por culpa del barril de petróleo y de los alimentos. El término “estanflación” se hizo más evidente después de conocido el combo de datos.

No obstante, lo más preocupante para los financistas es lo que está ocurriendo con algunas entidades financieras líderes, que quedaron expuestas a los créditos hipotecarios de baja calidad (subprime). El caso del Citigroup es emblemático. El tercer grupo financiero más grande del mundo reportó ayer un quebranto de la friolera de 10 mil millones de dólares durante el tercer trimestre del año, y una depreciación de sus activos de 18 mil millones. Otro banco poderoso como Merrill Lynch recibirá una capitalización por parte de inversores asiáticos en las próximas horas, en lo que se constituye como uno de los hechos más relevantes de la actual crisis. Merrill Lynch divulgará su balance trimestral mañana, y se estiman pérdidas millonarias.

Para intentar una mejora de la situación, la Reserva Federal (banca central estadounidense) puso a disposición 30 mil millones de dólares a una tasa baja entre medio centenar de bancos con problemas de liquidez. La otra herramienta que utilizará la FED es una nueva rebaja de la tasa de interés. La próxima reunión de directorio está pautada para fin de mes, pero la versión que ayer a última hora recorrió Wall Street era que Ben Bernanke adelantaría la medida sin respetar el calendario. Y que la baja sería de tres cuartos de punto, del 4,25 por ciento actual al 3,50 por ciento.