ECONOMíA › MIENTRAS ESTADOS UNIDOS SE SACUDE, ARGENTINA BUSCA CONSOLIDAR SU EXPANSION
La conducción del Palacio de Hacienda destaca que todas las variables económicas están alineadas, situación inédita para el país. Pero admite que ahora el desafío es terminar de convencer a los empresarios de que hay un futuro previsible para que inviertan. El Gobierno está dispuesto a apoyar con financiamiento. Aseguran que la inflación se encuentra bajo control.
› Por Marcelo Zlotogwiazda
El hecho de que el año 2007 haya cerrado con un holgado superávit fiscal, un abultado saldo positivo de la balanza comercial y una dinámica inflacionaria bajo control es exhibido en el Palacio de Hacienda como la confirmación de que por primera vez en la historia la economía argentina crece a altas tasas y durante varios años sin que ninguna variable macroeconómica clave se desalinee. El equipo de Martín Lousteau considera que el desafío para que el modelo siga siendo sustentable pasa por calibrar las señales macroeconómicas para terminar de convencer a los empresarios de que hay un futuro previsible de crecimiento, y por generar desde el Estado los mecanismos de financiamiento necesarios para apuntalar un proceso de inversión que permita aprovechar mejor que hasta ahora un contexto internacional extraordinariamente favorable. Respecto de la puja distributiva y su eventual impacto inflacionario, dicen tener plena confianza de que las negociaciones se van a encauzar por andariveles que compatibilicen los márgenes de ganancia y la recuperación salarial.
“Por primera vez en la historia argentina se concatenan cinco años seguidos de superávit primario”, dijo el martes pasado el ministro de Economía al anunciar que el excedente fiscal de 2007 antes del pago de intereses de la deuda pública ascendió a 25.670 millones de pesos, lo que representa un 3,2 por ciento del Producto Bruto y supera levemente la meta del Presupuesto. En los papeles de ayudamemoria que Lousteau llevó a la conferencia de prensa que dio tras informarle las novedades a la Presidenta, se destacaba que el mantenimiento de altos niveles de superávit a lo largo del quinquenio 2003-2007 se logró con una simultánea recomposición del gasto en seguridad social (93 por ciento de alza a precios constantes) y con una decuplicación de la inversión pública.
Dos días después se repitió la secuencia con los datos anuales de balanza comercial. El ministro se cruzó a la Casa Rosada para notificar a Cristina Fernández de Kirchner la información preliminar del Indec, y al finalizar el encuentro anunció en conferencia de prensa que el superávit comercial de 2007 fue de 11.154 millones de dólares, un 9,5 por ciento más bajo que el de 2006, pero igualmente elevado y superior al previsto. El temblor en los mercados financieros por la crisis en los Estados Unidos hizo que en esa oportunidad Lousteau optara por enfatizar que el superávit fiscal más el superávit comercial “aíslan al país de la incertidumbre que provocan las turbulencias internacionales”.
Para la conducción económica la fortaleza del modelo es aún mayor que su demostrada capacidad para crecer sin chocar ni con una restricción fiscal ni con un estrangulamiento externo. Y eso es un dato central frente a la crisis financiera en Estados Unidos, que en otro contexto podría tener un impacto totalmente diferente. “Además de crecer a tasas altas manteniendo los superávit gemelos, no hay ninguna variable macroeconómica que se haya desalineado, a diferencia de lo que siempre sucedió en las salidas de las crisis”, argumentan en el equipo de Lousteau. “No hay atraso cambiario y déficit externo como en la Convertibilidad, ni desequilibrios fiscales y desbordes inflacionarios como los provocados por la recuperación inicial del Plan Austral”, aseguran.
Es indiscutible que la economía goza de holgura fiscal y de apreciable margen externo. Y aunque la cotización del dólar se ha rezagado en relación con el aumento de costos, el tipo de cambio standard (dólar), y en particular el tipo de cambio multilateral (en relación con la canasta de monedas de los países con los que la Argentina comercia), siguen siendo competitivos, tal como lo demuestra el saldo de la balanza. Pero afirmar que la inflación es una variable que está “en línea” es, como mínimo, controvertible.
En Economía no niegan las tensiones pero relativizan el problema. “Lo que importa no es el nivel sino la dinámica de los precios”, argumentan. Para ellos no hay ni indicios ni riesgos de que se desate una dinámica de aceleración.
Cuando se les pregunta si la puja distributiva en un contexto de menor desempleo y márgenes de utilidad más bajos podría activar una espiral precios-salarios, se muestran confiados en que las negociaciones de los cientos de convenios colectivos se desarrollarán con una racionalidad que compatibilice las necesidades de ambas partes.
Dicen que de aquí en más la macro requiere de un “manejo de sintonía fina”, y que el principal desafío pasa por lograr que los empresarios se convenzan de que hay un horizonte previsible de crecimiento que justifica inversiones, y por crear desde el Estado los instrumentos financieros necesarios para eso, de manera tal de “aprovechar un contexto internacional favorable como nunca antes tuvo el país y agregar mucho más valor a la producción y a las exportaciones”.
Si bien las cifras agregadas de comercio exterior lucen muy sólidas, cuando se las analiza en detalle se observa una marcada primarización en la estructura de las exportaciones. El año pasado las exportaciones crecieron un 20 por ciento, pero mientras los productos primarios aumentaron un 45 por ciento y las manufacturas de origen agropecuario (más de la mitad son aceites y derivados de la soja) un 26 por ciento, las manufacturas de origen industrial se incrementaron menos que el promedio (17 por ciento), y esta alza es aún más baja si se excluye la exportación de automóviles.
La primarización también sobresale si se tiene en cuenta que de los 9500 millones de dólares de aumento en el total exportado en 2007 (roza los 56.000 millones), el 72 por ciento se explica por los incrementos en cereales (1700 millones), semillas y frutos oleaginosos (1700 millones), grasas y aceites (1800 millones) y harinas de soja (1600 millones). Lo mismo surge de notar que el complejo sojero aporta 3 de cada 10 dólares que ingresan por exportaciones.
El equipo ministerial considera a las retenciones como uno de los instrumentos para revertir ese proceso, en la medida que el impuesto grava más a la materia prima que al producto de su elaboración, como por ejemplo a la soja en grano que a los pollos que se alimentan de ella, y por lo tanto estimula un mayor valor agregado. No obstante, y además de reconocer que la estructura de las retenciones necesita ser “recalibrada”, admiten que eso no es suficiente. “Se requiere más inversión, y para eso necesitamos que los empresarios hagan un click y se convenzan de que hay perspectivas para que inviertan más, y que tengan financiamiento a disposición.”
Ponen como ejemplo el caso de la industria automotriz, “donde los autopartistas están invirtiendo la mitad de lo que necesitan las terminales para seguir aumentando las exportaciones, y si no invierten más es porque no se terminan de convencer de la continuidad exportadora y también por falta de crédito”. Otro ejemplo es el de los pollos, cuya exportación se ve limitada por la falta de galpones: “Hacen falta 800 nuevos galpones que implican nada más que 50 millones de dólares de inversión, pero que los bancos no facilitan”.
Respecto del tantas veces declamado rol de la banca pública, hay conciencia de que su protagonismo es tan deficitario como imprescindible. Por un lado dicen confiar en que la llegada de Mercedes Marcó del Pont a la presidencia del Banco Nación va a significar mayor y mejor protagonismo de la entidad en el financiamiento de la inversión.
Por otra parte, están madurando el proyecto para reconvertir al BICE en una verdadera banca de desarrollo (está descartada la creación de una nueva institución), que según la idea de Lousteau para que funcione eficazmente requiere de un buen gerenciamiento pero además de un mecanismo de fondeo permanente y automático como tiene el Banco Nacional de Desarrollo brasileño, que se nutre de una parte de la recaudación previsional. No es precisamente el tipo de fondeo permanente que le gusta al ministro, ya que lo considera regresivo. Su gente está terminando de diseñar un esquema alternativo de fondeo automático del que no quieren dar ninguna pista hasta tanto no tengan la venia política de la Casa Rosada.
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