“Nunca antes el Estado consiguió condiciones financieras tan ventajosas”, relató ayer Mariano Recalde en diálogo con este diario. El presidente y gerente general de Aerolíneas y Austral aludía a las pautas del contrato celebrado entre el Ministerio de Planificación y Embraer para comprarle veinte aviones, cuyo precio dio lugar a objeciones porque sería demasiado alto y por arriba de los valores del mercado.

El precio unitario de cada avión ronda los 35 millones de dólares. El Banco Nacional de Desarrollo del Brasil (Bndes) financiará el 85 por ciento de esa operación, con una tasa del 7 por ciento anual en dólares. Algo que para el titular de la compañía reestatizada es una ventaja difícil de igualar.

“No sólo que el precio es el de mercado, sino que compramos lo que podíamos comprar porque conseguimos condiciones financieras que no podían conseguirse en otro lado”, destacó el joven ejecutivo, quien no deja de recordar que se trata de un acuerdo heredado de la gestión de su antecesor y actual ministro de Justicia, Julio Alak. Aun así, lo reivindica sin vueltas. Finalmente, será la compañía reestatizada la que pagará ese préstamo.

Los E190 son aviones de porte mediano, que serán utilizados para vuelos de cabotaje, quizás regionales, a semejanza de lo que ocurrirá con los Boeing, mientras que los Airbus deberían servir para cubrir las rutas internacionales. Esta integración heterogénea de la flota es una decisión que algunos especialistas objetan como antieconómica, basados en el principio de que resulta más sencillo y barato, en términos de capacitación y mantenimiento, trabajar con una única marca.

Finalmente, el acuerdo con Embraer va más allá de la compra de los aviones. Según anunció semanas atrás el Ministerio de Defensa, la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, recientemente reestatizada, podría producir partes de esas aeronaves.