ECONOMíA • SUBNOTA › RECOMPOSICIóN DE LAS JUBILACIONES
› Por Tomás Lukin
El aumento en las jubilaciones y pensiones implicará una nueva reducción en la brecha entre el haber mínimo y el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM). La prestación inicial del sistema previsional representará el 80,4 por ciento del piso salarial de los trabajadores activos. La inminente convocatoria al Consejo del Salario, donde empresarios, sindicatos y Estado consensuarán el aumento del salario mínimo, volverá a ampliar esa distancia. Sin embargo, el ritmo de los aumentos en el haber mínimo desde que entró en vigencia la ley de movilidad jubilatoria, en marzo de 2009, superó cualquier medición de inflación, permitió achicar la diferencia con el SMVM y mejorar la calidad de vida de más de 4,5 millones de jubilados que cobran esa prestación. Desde la Anses señalaron a Página/12 que el objetivo no es alcanzar el histórico reclamo del 82 por ciento móvil, sino garantizar la mejora en las prestaciones y la ampliación en la cobertura sin descuidar la sustentabilidad del sistema previsional en el mediano plazo.
Después de 10 años de congelamiento, el valor de la jubilación mínima trepó 856 por ciento: pasó de 150 pesos en julio de 2002 hasta los 1434,3 pesos a partir de septiembre próximo. El haber inicial, que percibe la mayoría de las personas en edad de retirarse, multiplicó su valor 9,5 veces. Por su parte, a lo largo de la última década, el SMVM trepó 820 por ciento luego de 18 incrementos para llegar hasta 1840 pesos. Antes de fin de mes esa cifra volverá a ser actualizada por el tripartito Consejo del Salario. Al mismo tiempo, entre 2003 y 2010, las moratorias previsionales y la creación de puestos de trabajo permitieron que la cantidad de jubilados y pensionados creciera desde 3,2 millones hasta 5,8 millones. Si se consideran las prestaciones asistenciales, los beneficiarios del sistema alcanzan a 6,8 millones de personas, una cobertura del 96 por ciento de la población en edad de retirase.
Desde que entró en vigencia la ley de movilidad a comienzos de 2009, los haberes jubilatorios acumularon un incremento del 107,9 por ciento: 37,06 por ciento este año, 26,5 por ciento en 2010 y 19,9 por ciento el primer año. En ese mismo período, el SMVM ascendió 48,4 por ciento. El aumento sistemático en ambos pisos salariales superó a lo largo de los últimos tres años cualquier medición de inflación –ya sea la que realiza el Indec o las consultoras privadas–. Esa situación posibilitó la reducción en la brecha entre la jubilación mínima y el salario mínimo, al tiempo que mejoró el poder adquisitivo.
El haber jubilatorio pasó de representar el 65,7 por ciento del SMVM hasta el 80,4 por ciento. Esa relación bajará cuando se conozca la decisión del Consejo del Salario sobre el aumento en la remuneración mínima retroactivo a agosto. Si en una primera etapa el alza llega al 10 por ciento en el mínimo legal retroactivo a agosto, la jubilación representará el 73,9 por ciento del SMVM. Dada la evolución de las variables macroeconómicas, es posible que en marzo de 2012 –tras el próximo aumento de las jubilaciones– la relación supere el 82 por ciento.
Luego de la comunicación de la noticia, diputados como Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, proclamaron que “ya es hora de hacer realidad el 82 por ciento móvil”. La ley aprobada en el Congreso que vetó el Ejecutivo en octubre pasado establecía que la jubilación mínima debía representar el 82 por ciento del SMVM y, a su vez, ajustaba los haberes del resto de los beneficiarios con diferentes fórmulas. Esa iniciativa no contemplaba fuentes de financiamiento, ponía en riesgo la sustentabilidad del sistema previsional y ampliaba la brecha distributiva entre los jubilados, fundamentalmente las mujeres.
“Con este modelo de desarrollo económico es posible tener aumentos en los haberes jubilatorios que superan los aumentos de precios sin desfinanciar las arcas del Estado”, explicó a Página/12 el docente de la Universidad Nacional de Moreno, Demián Panigo. “Más allá de que las jubilaciones se acerquen al histórico reclamo del 82 por ciento, lo relevante es que los haberes aumentan automáticamente por ley, que esos aumentos son mayores a cualquier índice de precios al consumidor y que no ponen en riesgo la sustentabilidad del sistema previsional. Son subas que permiten mejorar la calidad de vida de más de 5,8 millones de jubilados”, señaló el investigador del Ceil-Piette del Conicet.
A pesar de las evidentes mejoras en las prestaciones y cobertura del sistema previsional, los jubilados todavía representan uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. En ese segmento de la población, las desigualdades distributivas superan el promedio de la economía. En la Anses y el resto del Ejecutivo no ignoran esa realidad, pero destacan la relevancia de los cambios estructurales en materia previsional experimentados desde 2003: el aumento de la cobertura, la automatización por ley de los aumentos jubilatorios, la renacionalización del sistema y la creación de la Asignación Universal por Hijo.
Un informe de la Anses al que accedió este diario evidencia que el haber mínimo medido en dólares pasó de 75 a 346 en septiembre próximo, un crecimiento de 361 por ciento entre 2003 y 2011. El documento elaborado por los técnicos del organismo que dirige Diego Bossio compara el poder adquisitivo de los beneficios en la región considerando una canasta de alimentos, sin medicamentos, compuesta por un conjunto de productos como aceite de girasol, papa, huevos, harina, pollo, fideos empaquetados, pan, azúcar, leche, bebidas, entre otros bienes en base a listas de precios de venta online en distintos supermercados. En esa comparación, la jubilación mínima en Argentina permite adquirir 15,5 canastas, mientras que en Brasil un beneficiario que cobra la prestación mínima compra 10,5 canastas y en Chile y Uruguay la jubilación alcanza para siete cestas.
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