ECONOMíA • SUBNOTA › LAS EMPRESAS INTERESADAS
› Por Fernando Krakowiak
Luego de la desintegración de la Unión Soviética, en 1991, la Federación Rusa ocupó un lugar de liderazgo entre los países surgidos de aquel bloque al concentrar casi dos tercios del territorio y conservar el 50 por ciento de la población. Sin embargo, la crisis posterior a la caída del comunismo hizo que Rusia disminuyera su peso en la economía mundial e incluso en el comercio internacional, lo que afectó su relación con América latina. A comienzos de la década pasada empezó a restablecer su poderío económico y se firmaron una serie de acuerdos que permitieron incrementar el intercambio comercial con la región. La inversión recíproca también registró avances, pero recién en los últimos años las corporaciones rusas están mostrando mayor interés, fundamentalmente en el sector energético.
En 2008, Cristina Fernández de Kirchner visitó este país en medio de la crisis mundial. En aquella ocasión firmó con su par ruso Dimitri Medvedev una declaración de asociación estratégica. El documento destacó el interés en aumentar el comercio bilateral y llevar adelante proyectos conjuntos de desarrollo de infraestructura energética, transporte y usos pacíficos de la energía nuclear. En 2010 la relación tomó aún mayor impulso cuando Medvedev visitó Buenos Aires y se notó en la balanza comercial. Entre 2010 y 2012 el intercambio entre Argentina y Rusia pasó de 1033 millones a 1840 millones de dólares, fundamentalmente por las mayores exportaciones rusas al país.
A su vez, son varias las empresas rusas que están invirtiendo en Argentina o buscan hacerlo. Una que se destaca es Power Machines, una corporación controlada por el magnate Alexey Morsashov. La firma, especializada en la provisión de equipos para el sector energético, participó junto con Techint y Panadile en la construcción de la central hidroeléctrica Caracoles, inaugurada en 2008. A su vez, en 2011 firmó un contrato con esas mismas firmas para la provisión de los equipamientos de la central Punta Negra. El año pasado se interesó también en la construcción de las centrales Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Figuró como proveedor del consorcio integrado por Isolux, Panedile, Eleprint, Helport, Inter Rao e Hidroeléctrica Ameghino. Sin embargo, el grupo encabezado por la china Gezhouba se quedó con esa obra. Ahora, a la firma de Morsashov le interesan fundamentalmente los proyectos para construir la central hidroeléctrica Chihuido I, en Neuquén, y la represa El Tamboral, en San Juan.
Otro de los grupos que buscan invertir en Argentina es Inter Rao, una firma especializada en la generación y distribución eléctrica controlada por el Estado ruso. Busca quedarse con la construcción de Chihuido I, junto con Power Machines y las argentinas Panedile y Corporación América. La estatal Rosatom también figura en el listado de corporaciones rusas que buscan desembarcar en el país. Su interés es el sector nuclear, donde pugna por obtener el contrato para construir la nueva central que el gobierno licitará luego de que Atucha II se ponga en marcha.
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