El Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil incorporó ayer un espacio tripartito de análisis del mercado de trabajo integrado por representantes del Estado, las cámaras empresarias y las centrales obreras. El objetivo es institucionalizar el seguimiento de las variables laborales, que registran un deterioro en el curso del año a partir del estancamiento del consumo privado y de la inversión y por la baja de las exportaciones. En la Comisión de Empleo del Consejo analizarán la evolución del trabajo no registrado, las amenazas de despidos y las posibilidades de generar puestos. Todavía no definieron cómo va a funcionar.

Los últimos datos laborales corresponden al segundo trimestre, en el cual el Indec registró una suba de la tasa de desocupación de hasta el 7,5 por ciento. Esa variable muestra un ascenso desde fines del año pasado, cuando llegó a un piso del 6,4 por ciento, seguido del 7,1 por ciento del primer trimestre. En la comparación anual, la desocupación creció en 0,3 punto porcentual. El mayor impacto en el empleo se encuentra actualmente en la industria automotriz y se traslada a toda la cadena metalúrgica. También están afectados el sector de transporte de larga distancia, sectores exportadores, como el del limón en Tucumán, y los frigoríficos.

La cantidad de desocupados en los principales 31 aglomerados urbanos del país asciende a 890 mil personas. Ese universo creció con respecto al año pasado, porque sólo alrededor de una cuarta parte de las 40 mil personas que salieron a buscar trabajo pudo conseguirlo. En ese movimiento, mucho tuvo que ver la evolución de la actividad económica, que pasó de un crecimiento del 3 por ciento en 2013 a 0,2 por ciento en 2014.

Si se cruzan los datos del Indec con los que ofrece la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, se obtiene un panorama más completo del ámbito laboral. La EIL releva al 67 por ciento del empleo registrado en las empresas privadas de 10 y más trabajadores, excluyendo el sector primario. Estudia el comportamiento de más de 2300 empresas en ocho centros urbanos del país. Se concentra, por lo tanto, en el segmento de los trabajadores que están en mejor situación relativa.

“Una de las características del moderado descenso del nivel de empleo en el segundo trimestre es que la caída del número de puestos de trabajo formales no se debe a un aumento de las desvinculaciones ni de los despidos, sino que es el resultado de una contracción del volumen de incorporaciones. Este comportamiento ya se ha verificado en otras etapas de incertidumbre o crisis: los empleadores no reemplazan la totalidad de los empleados que se retiran de sus empresas, mientras que entre los trabajadores son menos frecuentes las renuncias”, explica la cartera laboral en función del relevamiento de la EIL. Según esa medición, en el segundo trimestre el nivel de empleo se redujo 0,3 por ciento en relación con el trimestre anterior. La merma no fue lo suficientemente pronunciada como para que se registre un deterioro en la medición interanual. El porcentaje de despedidos en relación con el empleo total en el segundo trimestre fue de 0,7, igual al verificado en el mismo período de 2013 e inferior al de 2008 y 2012. Con respecto a las suspensiones, plantea Trabajo, “en general afectan a una porción muy pequeña del total del empleo registrado; la problemática afecta a 6 de cada mil asalariados registrados”.

En vistas de esta situación, el Gobierno lanzó recientemente el programa Proemplear. Incluye el relanzamiento con más recursos del Programa de Recuperación Productiva (Repro), un subsidio estatal destinado a las empresas para afrontar parte del salario de sus trabajadores y evitar así despidos. Además, anunció la articulación y modificación de distintas políticas laborales ya existentes para hacer frente a problemas de fondo, como el desempleo juvenil y la exclusión laboral de los adultos.