ECONOMíA • SUBNOTA
En la segunda quincena de septiembre, fuentes del Banco Central (por entonces presidido por Juan Fábrega) dejaban trascender que se había habilitado el primer tramo del swap con China firmado en julio, lo cual habría permitido contabilizar en las reservas un aumento de activos de 700 millones de dólares. “Empezó a gotear el swap chino”, fue la frase utilizada por una fuente oficial, que Página/12 reflejó en sus notas por aquellos días. Pero aquella versión había resultado infundada. El acuerdo de intercambio de monedas o swap, entre un país con moneda fuerte y aceptada en las plazas internacionales, como el yuan, y otro país con una moneda sin aquel “status” (el peso argentino) funciona, en la práctica, como un préstamo del país fuerte que, el que lo recibe, lo garantiza con una transferencia de fondos a favor del acreedor, pero en su propia moneda. Es lo que ocurrió ayer, cuando el Banco de la República Popular de China acreditó a favor de Argentina casi 5700 millones de yuanes en una cuenta en Hong Kong, que el país podrá utilizar por su valor equivalente, 814 millones de dólares. En compensación y como garantía, el país acredita a favor del banco chino 6900 millones de pesos.
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