Con eufemismos y deslindando responsabilidades, los funcionarios del Gobierno comenzaron a reconocer públicamente la existencia de una crisis en el mundo laboral. “Los últimos meses muestran un empleo estancado. Hay sectores que han crecido y otros que han decrecido”, consideró ayer el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Desde la perspectiva del responsable de la cartera laboral, el Gobierno está realizando “todo lo que tiene que hacer para generar las condiciones de confianza y de generación de oportunidades” que, desde su lógica, permitirían revertir la situación actual. De acuerdo a últimos datos del SIPA difundidos por ese ministerio, entre diciembre y abril se destruyeron más de 84 mil puestos de trabajo registrados.

“La generación de empleo es una prioridad para el Gobierno. El trabajo eleva la autoestima y la dignidad, y es una herramienta fundamental en la lucha contra la pobreza”, aseguró el responsable de la coordinación interministerial de la Jefatura de Gabinete y ex titular de Farmacity, Mario Quintana. “Desde el primer día trabajamos para el desarrollo sustentable, con creación de empleos de calidad, sin destrucción del salario real”, afirmó el funcionario al negar el impacto de la aceleración inflacionaria sobre el poder adquisitivo. Recurriendo a la promesa de la primera campaña presidencial de Carlos Menem, el funcionario deslizó que el gobierno de Mauricio Macri tiene “un plan con ocho pilares para generar mayor inversión y empleo” para “una verdadera revolución productiva”.

“Hasta ahora, las medidas que ha tomado el Gobierno no van dirigidas a generar empleo, al contrario tuvo la prioridad en resolver temas externos, como los holdouts”, dijo el diputado y dirigente de la UIA, José de Mendiguren, durante un evento por el vigésimo aniversario de la creación del sistema de riesgos de trabajo.