ECONOMíA • SUBNOTA › OPINION
› Por Maximiliano Montenegro
En los últimos días, el lobby de los ganaderos y frigoríficos hizo oír sus críticas a la drástica decisión de suspender las exportaciones de carne adoptada por el Gobierno. La más escuchada fue que era una medida irracional desde el punto de vista económico y que comprometía poco menos que el futuro de la Argentina: que faltarían divisas para el país (cuando el sector vende apenas el 3 por ciento de las exportaciones totales) o que cundiría la desocupación (cuando la ganadería es hoy intensiva en capital y los frigoríficos podrán vender en el mercado interno). Algunos incluso la atribuyeron al carácter irascible del presidente Kirchner y otros argumentaron que sólo tenía en cuenta las encuestas “lisonjeras” que le acercan sus colaboradores. Lo del temperamento y las encuestas adulonas es un dato de la realidad, pero no necesariamente explican este caso.
La medida es absolutamente racional en términos de las prioridades de la política económica. Y al tope de esas prioridades está contener la inflación de marzo, lo cual no luce desacertado a la luz de algunos hechos. El peso de un solo producto como la carne en el índice de precios al consumidor que releva el Indec es enorme, equivalente a todo el rubro educación o a todo el rubro indumentaria y calzado. Marzo es clave en términos de expectativas. Es el primer mes “en serio” del año (sin vacaciones) y se abren cientos de negociaciones paritarias que incorporarán el IPC como punto de referencia para la discusión salarial. Pero, además, un traspié inflacionario en marzo derrumbaría todo el andamiaje de expectativas favorables montado a través de desgastantes acuerdos de precios por la dupla Kirchner-Miceli.
¿Había opciones? Sí, pero no parecían viables políticamente. Por ejemplo:
- Aplicar cupos a las exportaciones o subir las retenciones. Esas alternativas “moderadas” iban en la misma dirección que la adoptada. Pero implicaban el riesgo de esperar y ver qué pasaba, cuando las fichas de la inflación de marzo ya están cayendo.
- Importar carne subsidiada por el Estado. Aunque suene raro, era la decisión más “racional” desde la teoría económica: podría aumentar la oferta de carne en el mercado interno sin interferir en las inversiones de ganaderos y frigoríficos. Pero, ¿se acuerdan de los pollos de Mazzorín?
“Se dieron el gusto de ganarnos”, dijo Analía Quiroga, la pintoresca vicepresidenta de Carbap. No siempre lo que es bueno para un sector es bueno para todos.
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