El otro frente de tormenta que enfrenta el Gobierno con el campo se desarrolla con el maíz y el trigo. Respecto del primero, en la Secretaría de Agricultura sigue con detalle la evolución de la siembra para evaluar las perspectivas de ese mercado. Lo que sucede es que la plaza de maíz está bajo tensión porque el precio subió casi 50 por ciento en pocos meses por la fuerte demanda externa, a partir de la sequía en algunas zonas tradicionales de proveedores al mercado mundial, al tiempo que por el incremento de la demanda por la utilización de ese cereal como biocombustible.

En ese contexto, la siembra del maíz de esta campaña se ubicaba, al 24 de este mes, en las tres cuartas partes de la superficie estimada a cubrir con destino a grano comercial (2.600.000 hectáreas). Datos privados que se conocieron ayer indican que a esa fecha se alcanzaba un aumento de cuatro puntos respecto de la semana precedente, pero también una demora de cinco puntos con relación a igual fecha del año anterior. En números absolutos se cultivaron 1,95 millón de hectáreas.

Los implantes pendientes se concentran en las provincias norteñas, San Luis, centro-norte de Córdoba, en menor medida en el sudoeste de esa provincia mediterránea, en el norte de Santa Fe, en el centro-sur de La Pampa y escasos lotes remanentes en el sudeste de Buenos Aires. Así se desprende de un relevamiento difundido por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, donde se puntualiza que en las dos últimas zonas la restricción hídrica dificulta la continuidad de las coberturas. Si bien las siembras habían finalizado en la zona líder, los efectos del granizo ocurrido la semana pasada en el sur y centro de Santa Fe, en Entre Ríos y en localidades muy puntuales de Córdoba, obligarían a la resiembra.

Frente a ese complejo panorama, la limitación a las exportaciones de maíz para asegurar el abastecimiento interno, impuesta recientemente por el Gobierno, no tiene todo el efecto deseado en los precios. El cereal sigue muy firme en el mercado y la tonelada se ubica cerca de los 120 dólares, casi siete dólares por encima de los valores registrados antes de la implementación de esa iniciativa.

La preocupación oficial por el precio del maíz se debe a que, además de la utilización para el consumo humano, ese cereal es un insumo clave para los productores de pollos, cerdos y para los ruralistas que alimentan el ganado en feed-lots. Estos quieren trasladar al precio final de sus productos el aumento del maíz.