EL MUNDO › EL CANDIDATO DEL PSOE SACó VENTAJA EN LOS DEBATES CON RAJOY
A tres días de las elecciones presidenciales en España, los socialistas sacaban entre cuatro y seis puntos de ventaja en las encuestas, pero no alcanzaban una mayoría en el Parlamento. Rajoy hizo una autocrítica sobre su performance en los debates.
› Por Oscar Guisoni
desde Madrid
Cuando faltan apenas tres días para las elecciones, la resaca que ha dejado en los dos grandes partidos el último debate entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy es más fuerte que las expectativas que genera el cierre de campaña que ambos protagonizarán mañana, cuando a las 12 de la noche venza el plazo para pedir el voto a los poco más de 33 millones de españoles habilitados. Según las últimas encuestas, los socialistas se imponen con un margen de 4 a 6 puntos de diferencia sobre el Partido Popular, sin alcanzar la mayoría absoluta en el Parlamento. El PSOE obtendría entre el 42 y el 44 por ciento, mientras que el PP conseguiría entre el 38 y el 40 por ciento de los sufragios.
En el PP, a pesar de que no lo dicen abiertamente, ha cundido el desánimo. La baja performance de su candidato ante las cámaras el pasado lunes dejó un regusto amargo en el partido. El mismísimo Mariano Rajoy reconoció que se dejó arrastrar por el candidato socialista a un terreno farragoso. “Hablé demasiado de Irak y el 11-M cuando debería haber hablado más de España y ETA”, afirmó.
Por si fuera poco, algunas de las intervenciones de Rajoy esa noche produjeron movimientos sísmicos dentro de su propia cancha. Por ejemplo, cuando afirmó ante el apriete de Zapatero que haría el “trasvase del Ebro”, una faraónica obra para llevar agua del río más caudaloso de España a la seca cuenca del Mediterráneo y que el PSOE suspendió apenas llegó al poder en 2004. El trasvase beneficia a las comunidades de Valencia y Murcia, dos regiones en las que el PP ronda el 50 por ciento de los votos y en las que ha hecho política defenestrando el plan hidrológico del gobierno socialista, pero perjudica a Aragón y Cataluña, las regiones por las que pasa el río. Algunos dirigentes populares de Aragón habían incluso amenazado con dimitir si el PP incorporaba la obra en su plataforma electoral. El trasvase desapareció del programa, cosa que el PSOE aprovechó para erosionarle al PP votos en Valencia, la comunidad que después de Madrid aporta el mayor número de sufragios a los conservadores. Dentro del PSOE, en cambio, se vive un clima de festejo anticipado. Militantes y dirigentes están eufóricos por la tremenda paliza que le propinó Zapatero a Rajoy en la tele y creen que se están acercando a la obtención de la preciada mayoría absoluta, esos 175 diputados de los 350 en disputa que tanto desean los socialistas para no depender de alianzas durante los próximos cuatro años. Para ello necesitan que la participación sea alta. Por eso festejan que Rajoy haya entrado en el espinoso tema de la guerra de Irak, afirmando incluso contra toda lógica que Zapatero también la apoyó. El comentario dejó atónita a una audiencia que tiene muy presente la retirada de las tropas de Irak durante los primeros días del gobierno socialista y, sobre todo, las grandes manifestaciones contra la guerra que llenaron las calles durante el gobierno de Aznar.
De todas formas, Zapatero no se relaja. “Rajoy es un rival muy difícil. Esto no está hecho, está aún por ganar”, afirmó ayer. Es por eso que los socialistas están echando toda la carne al asador durante estas últimas horas. Ayer Zapatero se reunió con los miembros de la plataforma de artistas que apoyan su candidatura. Acompañado entre otros por Joaquín Sabina y distintas personalidades del arte y la cultura, el premier socialista presentó un video del que participan el Premio Nobel de Literatura José Saramago, el escritor mexicano Carlos Fuentes, el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, el cineasta italiano Bernardo Bertolucci y la Premio Nobel de la Paz Jelen Caldicott, entre otros destacados intelectuales extranjeros que aunque no votan quisieron mostrar su apoyo al líder del PSOE.
Una magnitud política inesperada cobró la elección el martes del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española. El moderado Ricardo Blázquez, que ocupaba el cargo, perdió por apenas 2 votos frente al cardenal de Madrid Antonio Rouco Varela. Amigo personal del PP y perteneciente al ala más extrema de la jerarquía eclesiástica, su elección fue vista incluso por los medios más conservadores como un claro mensaje de confrontación con un hipotético gobierno socialista. Rouco Varela es quien ha protagonizado las mayores manifestaciones contra la política social de Rodríguez Zapatero, llenando las calles de Madrid “en defensa de la familia” contra la ley del matrimonio homosexual. En el último de estos actos masivos el cardenal afirmó que el gobierno socialista violaba “los derechos humanos”, lo que motivó las quejas diplomáticas del gobierno socialista al Vaticano.
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