Vie 07.03.2008

EL MUNDO  › OPINION

Escenario prebélico

› Por Andrés Fontana *

La guerra es el peor escenario para nuestra región, una región escasamente vinculada al campo internacional y con los índices más altos de inequidad en la distribución de la riqueza. La confrontación armada entre países vecinos es uno de los hechos más graves que puede enfrentar una región, con consecuencias duraderas y difícilmente estimables.

Probablemente, la guerra no sea inminente. Son muchos los factores que la hacen difícil, incluso para quienes parecen interesados en acercarse a ella con movimientos de tropas y declaraciones encendidas. En Venezuela, siguen escaseando productos básicos, sobre todo en materia de alimentos, y la popularidad del presidente Hugo Chávez ha decaído sostenidamente al igual que su imagen internacional.

Pérez Esquivel criticó con severidad al presidente de Venezuela por su “actitud desmedida” ante el operativo militar ordenado por Bogotá, sin por ello justificar tal operativo, por supuesto.

La acción de Colombia fue ilegal, ilegítima y poco responsable. Todo líder político sabe que la violación del territorio nacional de otro Estado es una de las causas más frecuentes en la historia de las guerras. Pero Colombia no está buscando una guerra con sus vecinos, a pesar de su amplia superioridad militar y el abierto respaldo de los Estados Unidos.

El presidente Alvaro Uribe es hoy el gobernante de América con el más alto índice de popularidad, 78%, según un estudio reciente difundido en México (consultora Mitofsky) coincidente con otras mediciones a lo largo de los últimos meses, incluso cuando su gobierno sufrió fuertes crisis y cuestionamientos por vinculaciones con los grupos paramilitares, dando lugar al procesamiento de numerosos legisladores y la dimisión de varios funcionarios muy cercanos al presidente.

Por su parte, las FARC vienen sufriendo crecientes problemas internos, con deserciones de cuadros jóvenes, cuestionamientos en el campo internacional y problemas de financiamiento y control territorial.

Sabemos que la debilidad política y las crisis internas son a veces los principales motores de la búsqueda del conflicto bélico. Esto resulta más preocupante en una región donde el órgano multilateral más importante no constituye un ámbito efectivo para la resolución de conflictos y la potencia más importante –que en nuestro caso es la potencia global por excelencia– esta inhibida de actuar por la falta de consenso de los demás Estados, por razones históricas y, en este caso, también por razones vinculadas con los propios términos del conflicto.

Todos estos son síntomas de los muy bajos niveles de institucionalidad y confianza recíproca de las relaciones en nuestra región, donde cabe destacar el rol crecientemente comprometido de Brasil y el tino de nuestro país en mantener ese alineamiento y promover la prudencia en el actual escenario.

A tales factores positivos se agrega una cierta expectativa por la potencial capacidad del Grupo de Río para ofrecer un ámbito creíble para tratar los términos del conflicto. El Grupo, que se reúne en estos días en Santo Domingo, fue creado en 1986 por la Argentina, Brasil, Colombia, México y otros países, para dar continuidad al Grupo Contadora y de Apoyo a Contadora, creados en 1983 y 1985, respectivamente, para promover la paz en Centroamérica. Tal vez, una vez más, esta línea de trabajo regional excluyente de los Estados Unidos constituya un ámbito de cierta eficacia frente al escenario prebélico que vive hoy la región.

* Decano de Estudios para Graduados de la Universidad de Belgrano.

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