EL MUNDO › FRACASó UNA MOCIóN DE CENSURA EN EL CONSEJO DE LA ONU POR LA OPOSICIóN DE LIBIA
El grupo islamista, responsable por la muerte de ocho adolescentes en un seminario de Jerusalén, habló de “acción heroica”.
El atentado del jueves en Israel, el más grave desde hace cuatro años en Jerusalén, suscitó una fuerte desaprobación en el mundo y una gran preocupación respecto de las discusiones de paz, ya muy frágiles, y del mutismo de los países árabes, junto a la satisfacción de los grupos antiisraelíes. La policía israelí se hallaba en estado de alerta en todo el país debido al temor a nuevos atentados, pero también a actos de venganza de extremistas israelíes tras los funerales de las víctimas, que se celebraron ayer.
El Consejo de Seguridad de la ONU, reunido de urgencia, fracasó el jueves por la noche en acordar una condena al atentado debido a la oposición de Libia, que insistía en relacionarlo con las incursiones hebreas en Gaza, informaron los diplomáticos. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Kimoon, “condenó en los términos más fuertes” un “atentado salvaje”, que costó la vida a ocho adolescentes israelíes en una escuela talmúdica en Jerusalén Oeste y que fue reivindicado el viernes por un responsable de Hamas.
De Washington llegaron, por un lado, las declaraciones de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que habló de un “acto de terror y de perversión”, y por otro lado, la afirmación del presidente George W. Bush, insistiendo en que el país estará “firme al lado de Israel”. La Casa Blanca consideró ayer “repugnantes” las celebraciones que se realizaron en la Franja de Gaza por el atentado del jueves en Jerusalén, y criticó implícitamente la ausencia de reacciones por parte de los países árabes moderados.
Las buenas intenciones que mostraron los líderes mundiales en noviembre en la cumbre de Annapolis en Estados Unidos, consagrada a reactivar las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, quedaron sepultadas tras la terrible ofensiva en la franja de Gaza y el atentado en Jerusalén.
La estrategia que insiste en que “la destrucción de la infraestructura del enemigo y los ataques a la población civil servirán para reducir los ataques contra los ciudadanos israelíes no sirven en Medio Oriente. No funcionaron en Líbano y no funcionarán en Gaza”, consideró Moshe Arens, columnista del diario israelí Haaretz. La violencia en Gaza hizo que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, rompiera las conversaciones con los israelíes iniciadas tras Annapolis.
Miles de personas asistieron ayer a los entierros de los ocho estudiantes muertos en el atentado contra una escuela talmúdica de Jerusalén, donde el gobierno israelí reforzó la seguridad, pero se abstuvo de dar una respuesta política. Las inhumaciones tuvieron lugar en varios cementerios de la ciudad, que se vio recorrida por cortejos fúnebres que partieron del seminario Merkaz Harav, el centro religioso que fue escenario de un ataque que es el peor que se registra en Jerusalén desde 2004.
Institución vinculada tradicionalmente con el movimiento sionista, Merkaz Harav es una de las principales escuelas talmúdicas de la ciudad y su director, el rabino Yakov Shapira, pronunció un responso en el que cargó contra el Ejecutivo del primer ministro Ehud Olmert. “Hay que entender que se ha generado una conspiración interna y una sublevación externa”, afirmó Shapira, que criticó el proceso de negociación que el gobierno israelí mantiene con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), del presidente Mahmud Abbas.
La reivindicación del atentado por militantes de Hamas creó confusión en el seno del movimiento islamista. Horas después de que los militantes se atribuyeran el ataque a través de los sistemas de megafonía de las mezquitas tras el rezo del mediodía en el viernes santo musulmán ningún dirigente de Hamas había confirmado oficialmente la autoría del atentado.
La reivindicación tuvo lugar después de que dirigentes de Hamas calificaran el atentado de “operación heroica”, pero se desvincularan de su ejecución. Ismail Raduan, uno de los líderes islamistas, se remitió al brazo armado del movimiento, las Brigadas Al Ka-ssam, y precisó que correspondía al sector militar el esclarecimiento de la posible implicación de Hamas en el ataque.
El autor del ataque, identificado como Alaa Abu Dheim, de veinte años, vivía en Jabel Mukaber, un barrio de Jerusalén donde sus familiares organizaron ayer por la mañana una ceremonia de duelo en una tienda en la que plantaron banderas de Hamas.
Las autoridades israelíes consideran que Abu Dheim actuó en solitario y por propia iniciativa aunque pudiera tener simpatía por los grupos que practican la violencia contra Israel.
Dhein había sido detenido hace cuatro meses, pero fue liberado por falta de pruebas de que perteneciera a alguna organización armada palestina.
Ahrar Al Jalil, el Batallón por la Libertad de Galilea, es el otro grupo que se ha atribuido el ataque y se trata de una organización desconocida hasta la fecha.
Sin embargo, las intenciones de Mahmud Abbas, líder de Al Fatah y primer ministro de la Autoridad Palestina, de reflotar el acuerdo de Annapolis para forjar un camino hacia la paz, suspendido después de la escalada de violencia en la Franja de Gaza la semana pasada, volvió a sufrir un revés que lo dejó en terapia intensiva, a pesar del patrocinio de Estados Unidos y la presencia de Condoleezza Rice en la región.
La crisis de Gaza explotó el mes pasado cuando la frontera con Egipto fue reabierta por el movimiento Hamas, que controla la Franja, para aliviar a sus pobladores del bloqueo económico al que era sometido, y que amenazaba con desatar una crisis humanitaria, según advirtieron expertos de la Cruz Roja.
Israel reaccionó cuando semanas más tarde una andanada de cohetes cayó sobre Sderot y mató a un ciudadano.
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