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El presidente George Bush (foto) no quiere que le aten las manos. El mandatario estadounidense vetó ayer una ley aprobada por el Congreso que prohibía explícitamente a la CIA aplicar determinados métodos de interrogatorio, como la simulación de ahogamiento –más conocido como waterboarding–. El director de la CIA, Michael Hayden, admitió por primera vez a principios de febrero pasado que los agentes de Inteligencia habían recurrido al ahogamiento para “obligar a hablar” a tres sospechosos, entre ellos Khaled Cheikh Mohammed, presunto cerebro de los atentados de las Torres Gemelas. Hayden destacó entonces que hacía unos cinco años que no lo habían vuelto a utilizar. Sin embargo, ayer Bush lo describió como una parte central de su política de seguridad nacional. “El texto que me envió el Congreso quitaría una de las más valiosas herramientas en la guerra contra el terror; el programa de la CIA para detener e interrogar líderes terroristas y operativos”, se justificó el mandatario en su programa semanal de radio. “Si no fuese por este programa, nuestra central de Inteligencia cree que Al Qaida y sus aliados habrían tenido éxito lanzando un nuevo ataque contra Estados Unidos”, agregó, recurriendo a la memoria, todavía fresca, del atentado contra las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001. “Además, nos ha permitido comprender la estructura de Al Qaida, cómo se financia, sus comunicaciones y su logística”, siguió explicando. Pero a pesar de su larga locución, el mandatario no quiso entrar en detalles sobre si el ahogamiento –una técnica similar al tristemente famoso submarino– es o no un método de tortura. El senador demócrata Edward Kennedy fue el primer legislador demócrata que salió a cuestionar el veto presidencial. “Es uno de los actos más vergonzosos de su presidencia. A menos que el Congreso elimine el veto, quedará en la historia como un insulto flagrante al estado de derecho y manchará gravemente la reputación de Estados Unidos a los ojos del mundo”, sostuvo el hermano menor del ex presidente. El Capitolio puede revertir la decisión de Bush si consigue una mayoría especial, lo que requeriría del apoyo de la mayoría de los republicanos. En medio de la campaña electoral, un revés de tal tamaño contra la Casa Blanca parece improbable para los analistas norteamericanos. Aparte de Kennedy, los otros que prometieron luchar contra la validación abierta de la tortura fueron los grupos defensores de derechos humanos estadounidenses. Organizaciones de abogados y de derechos civiles sostuvieron que las cárceles de la CIA han torturado como práctica sistemática durante los últimos siete años sin alcanzar ningún resultado palpable en la llamada lucha contra el terrorismo.
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