Dom 09.03.2008

EL MUNDO  › ESCENARIO

Algo pasó

› Por Santiago O’Donnell

Algo pasó en la cumbre de Río, eso está claro. Empezó casi como un hecho fortuito, con una cumbre pactada desde hace muchísimo tiempo, a la cual sólo cuatro de los veinte jefes de Estado de países miembro tenían confirmada su presencia antes de que estallara la crisis. Pero ocurrió justo después de la reunión del Consejo de Seguridad de la OEA, y antes de la reunión especial de cancilleres programada para el 17 de marzo, esa que ahora pierde importancia y quizá ni se haga.

Porque lo que pasó no es menor. En siete horas de cumbre se distendió el clima de preguerra, ese clima en el que cualquier cosa puede pasar. Había empezado con broncas e insultos, igual que la reunión de la OEA, pero el intercambio cara a cara funcionó y en las dos instancias se alcanzaron acuerdos impensados. En la OEA, primero se dijeron de todo en la reunión grande delante de las cámaras, después pasaron a una reunión intermedia con embajadores, colaboradores y nadie más, donde bajó notablemente el tono de la disputa, y finalmente los delegados de Colombia, Ecuador, la OEA, Brasil y un par de mediadores más se encerraron en un cuarto y martillaron un compromiso. Colombia evitó ser sancionado, pero para satisfacer a Ecuador tuvo que admitir que había violado territorio ecuatoriano. A cambio de ese reconocimiento Colombia también negoció que la frase “violación de territorio ecuatoriano” no se adjetive en la declaración final. Fue un enorme primer paso.

En Santo Domingo la cosa empezó con una agarrada entre Uribe y Correa, y terminó con Uribe pidiendo disculpas a Ecuador y retirando su demanda contra Venezuela en el Tribunal de La Haya, con Chávez pronunciando su discurso más moderado en mucho tiempo, con Correa dando por terminado el conflicto con Colombia y con Daniel Ortega anunciando el reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre Nicaragua y Colombia. Bingo, cartón lleno.

La otra buena noticia que salió de todo esto es que ahora hay una agenda de paz que compromete a todos los líderes de la región. El primer punto de esa agenda es la liberación de los rehenes en poder de las FARC. Las bajas militares de dos líderes del secretariado de esa organización guerrillera no facilita las cosas, ya de por sí complicadas. Uribe ha nombrado como mediadora a la Iglesia Católica, pero las FARC no quieren saber nada con la Iglesia. Las FARC quieren a Chávez, pero Uribe no quiere saber nada con Chávez. Además hay dos mediadores del gobierno francés metidos en la selva y que Uribe reconoce como interlocutores válidos, pero esos dos mediadores negociaban con Raúl Reyes, y ahora Reyes está muerto.

La otra novedad de Santo Domingo fue el apoyo que el presidente mexicano Felipe Calderón le dio a una idea que presentó Ortega, la de ampliar el Grupo de Río para convertirlo en una Organización de Estados Latinoamericanos. O sea, reemplazar a la OEA actual por una OEA con Cuba y sin los Estados Unidos. Es una idea que viene dando vueltas en la Casa Rosada y el Palacio de Miraflores desde hace más de un año. Lo significativo es que la haya recogido el presidente mexicano, que es un derechista del PAN y que representa al país más cercano en todo sentido a los Estados Unidos. “La cancillería mexicana es conservadora, y, como la brasileña, no suele hacer propuestas diplomáticas si no está dispuesta a seguirlas hasta que se concreten. Hay que seguir el tema con atención”, dijo un negociador involucrado en el tema de los rehenes.

Claro que reemplazar a la OEA no va a ser fácil. Se trata de una gigantesca estructura burocrática que funciona en gran parte gracias al financiamiento que recibe de Estados Unidos, que ha movilizado a miles de observadores electorales en los últimos años, que actualmente media en cuatro o cinco conflictos en la región, y que mantiene bajo su órbita a una corte internacional para juzgar violaciones a los derechos humanos.

Habrá que ver cómo sigue la cuestión. Lo importante es que de un clima prebélico se pasó a los primeros esbozos de una agenda política que acompañe la agenda económica de integración regional. Y todo en clave de telenovela, con transmisión en vivo para todo el mundo, gentileza de la CNN.

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