EL MUNDO › ENTREVISTA CON ADRIáN BONILLA, ANALISTA DE FLACSO-ECUADOR
Quito y Bogotá bajaron decibeles, pero el tema de fondo no está solucionado, advierte el experto Bonilla. Y asegura que EE.UU. fue el gran perdedor porque no pudo tener injerencia en esta crisis.
› Por María Laura Carpineta
Hugo Chávez, Alvaro Uribe y Rafael Correa se abrazaron y dieron por terminada la crisis que tuvo en vilo a la región toda la semana pasada. Pero a pesar de las palabras de buena voluntad, las heridas siguen en carne viva y todavía no se sabe muy bien qué pasará de ahora en más. El analista y director de Flacso en Ecuador, Adrián Bonilla, dialogó telefónicamente con Página/12 y señaló a EE.UU. como el gran perdedor en esta crisis. “Todos los países del Grupo Río jugaron deliberadamente para obstaculizar o aislar su presencia”, explicó.
–¿Qué significó el acuerdo del viernes?
–Significó que esta crisis termina, aunque no el escenario de conflicto. Básicamente se da por terminada la tensión que se produjo como consecuencia del ataque colombiano a territorio ecuatoriano, pero no se logró crear ningún tipo de procedimiento, internacional o bilateral, que asegure que la frontera no va a ser una amenaza en sus respectivas agendas de seguridad. La comunidad internacional no ha generado ningún mecanismo para garantizar una solución si esto vuelve producirse, y que quede claro que esto puede volver a producirse en cualquier momento.
–¿Cómo se restablece la relación Colombia después de todo lo que pasó?
–En los temas de seguridad creo que no va a ser posible por ahora, excepto que exista la intervención de uno o varios terceros; sea la OEA o un grupo de países que puedan monitorear, observar y garantizar la conducta de los dos países en la frontera.
–Y aparte de la seguridad...
–El principal problema que tiene el Ecuador con Colombia es que ambos tienen visiones distintas de sus agendas de seguridad. Para Colombia su conflicto va más allá de las fronteras y para Ecuador se trata de un problema exclusivo e interno de Colombia.
–El resto de la región, ¿cómo queda después del desactivamiento de la crisis?
–El conflicto ecuatoriano cristalizó una serie posiciones de una región que tiene distintas agendas, prioridades y políticas. Pero no llegó a los niveles de polarización como los que había en los tiempos de la Guerra Fría. Lo que tenemos es un grupo de países que articulan con los intereses estadounidenses, y otros que prefieren alejarse de ellos. No hay una confrontación ni un choque.
–¿La crisis no acentuó esa división?
–Puede ser, pero sigo creyendo que no hay un enfrentamiento; hay puntos de vista diferentes. No estamos frente a dos bloques políticos distintos, simplemente ante un escenario de heterogeneidad. El mapa de la región es mucho más diverso que en la época de la Guerra Fría, nada más.
–¿Quiénes fueron los perdedores y los ganadores en este conflicto?
–El perdedor, si es que puede llamarse así, es Estados Unidos. No pudieron tener el papel que solían tener en crisis pasadas. El escenario de resolución finalmente no fue la OEA, donde ellos tienen una fuerte presencia, sino el grupo Río, donde justamente ellos no están. Todos los países allí presentes jugaron deliberadamente para obstaculizar o aislar su presencia. Estados Unidos salió perdiendo porque no logró jugar rol alguno en la resolución y porque ni siquiera fue convocado para hacerlo.
–¿Y los ganadores?
–Sin duda son los tres protagonistas de esta historia. El presidente venezolano consiguió una especie de resurrección política después de los golpes que había sufrido a finales de 2007 en el escenario internacional. Uribe también salió muy bien parado. A pesar de haber sido censurado implícitamente por la mayoría de los países, la crisis se cerró con una impunidad con respecto a la violación concreta. Y Ecuador, porque a pesar de su pequeño tamaño relativo, ha logrado construir un escenario internacional favorable para asegurar la seguridad de su territorio.
–A pesar de la participación de pesos pesados como Colombia, Venezuela, Brasil y Argentina, el presidente Correa consiguió conservar el protagonismo en todo momento. ¿Consolidó su liderazgo en la región?
–La figura del presidente se ha robustecido, eso es seguro. El tiene una personalidad muy interesante para el resto del mundo y gracias a su firme postura de los últimos días logró neutralizar la figura de aliado menor de Venezuela. Pero, sin embargo, si algo quedó claro con la crisis es que es un aliado de Chávez. Por eso digo que el gobierno venezolano fue uno de los ganadores. La crisis, y especialmente su resolución, le permitió salir del ostracismo en el que parecía estar metido.
El gobierno de Venezuela normalizó ayer sus relaciones diplomáticas con Colombia tras el acuerdo logrado en el Grupo Río. En un comunicado de la Cancillería, Caracas ordenó trasladar de inmediato a Bogotá a su personal diplomático, luego de que el presidente venezolano Hugo Chávez lo retirara la semana pasada. Asimismo, Venezuela se predispuso a recibir a los diplomáticos de la “hermana república” de Colombia, que había echado.
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