EL MUNDO › EL PRESIDENTE FRANCéS NO PASó EL TEST DE LAS MUNICIPALES
En la primera vuelta de las elecciones locales, los socialistas conservaron bastiones como París y Lyon y se imponían en varias ciudades importantes, como Estrasburgo y Toulouse.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
El halo de la victoria habrá durado muy poco. Apenas diez meses después de haber ganado las elecciones presidenciales y casi enseguida la mayoría en la Asamblea Nacional, Nicolas Sarkozy fue castigado en las urnas de la consulta municipal y cantonal por una concreta mayoría que le dio su voto a la izquierda. El llamado “sarkotest” se inclinó hacia las listas de izquierda. Los socialistas no sólo conservaron bastiones tan emblemáticos como París y Lyon sino que tienen además muchas posibilidades de arrebatarle a la derecha varias ciudades importantes como Estrasburgo y Toulouse, al tiempo que en otras localidades de peso –Lille, Turcoing, Rouen– se imponen en una sola vuelta. La victoria de los candidatos de izquierda es menos sustancial de lo que los sondeos habían previsto. No hubo la anunciada “ola rosa” pero sí una fuerte progresión de las listas de izquierda. Los resultados nacionales muestran en cifras las variaciones de ese avance: la izquierda obtuvo 47 por ciento de los votos y la derecha 40 por ciento.
Anoche, los conservadores celebraban con modestia haberse salvado de una hecatombe municipal. EL jefe de gobierno conservador evocó los resultados “más equilibrados de lo que se esperaba” mientras que François Hollande, primer secretario del PS, habló de “resultados alentadores”. El empuje electoral de la izquierda francesa es notorio. En casi todos sus bastiones electorales sus listas, que incluyen a los ecologistas, los comunistas, la extrema izquierda y otros candidatos, registraron un incremento claro en relación con las elecciones municipales de 2001. Pero ese avance es aún más evidente en el caso de ciudades administradas por la derecha: 12% más en Caen, 9 en Rouen, 13 en Périgueux, 8% en Saint-Etienne y hasta una ciudad arrancada a la derecha desde la primera vuelta, Rouen. El ejemplo de Marsella es uno de los más concretos. Esta gran capital portuaria del sur de Francia, reino indiscutido de los conservadores y tierra de predilección de la extrema derecha del Frente Nacional, está en la cuerda floja de las urnas. Su intendente actual, Jean-Claude Gaudin, tiene una ventaja de apenas un punto con respecto al socialista.
Desde el anuncio de los resultados, los responsables socialistas aplicaron la misma estrategia que en el curso de la campaña. Hacer de una consulta local un tema nacional. François Hollande fue el primero en afirmar que estas elecciones locales marcaban la “voluntad” del electorado de interpelar al gobierno y al presidente de la República, “especialmente en lo que toca al poder adquisitivo”. Más agresiva en su intervención, la candidata socialista a las elecciones presidenciales, Ségolène Royal, declaró: “Los electores quieren elegir buenos intendentes, intendentes serios, que no improvisan, intendentes que rinden cuentas y respetan a los ciudadanos”. De hecho, el triunfo de la izquierda se llenará de plenos sentidos recién la próxima semana, cuando se celebre la segunda vuelta. Las ciudades indecisas y las alianzas que se pactarán a escala local serán determinantes para confirmar el renacimiento electoral de una izquierda prácticamente ausente en los debates nacionales. En este sentido y en contra de la voluntad de la dirigencia socialista, Royal repitió sus llamados seductores a los electores del centro, que votaron por las listas del Moden, partido creado luego de las presidenciales por el centrista Jean-François Bayrou. La sorpresa de la noche vino de la Place Colonel Fabien, sede del Partido Comunista francés. En constante declive desde hace 20 años, el PCF salió restaurado del desafío electoral, especialmente en los llamados suburbios rojos de la región de Saint-Denis, que son el símbolo del comunismo municipal. Allí, los socialistas le disputaban al PCF 7 de sus 13 municipalidades. Llevados por el contexto favorable a la izquierda, los comunistas evitaron la paliza de 2001, cuando habían perdido toda una serie de ciudades. Esta vez, el PCF conservó desde la primera vuelta varias ciudades y hasta le arrebató otras a la derecha. A su vez, la ultraderecha francesa del Frente Nacional brilló por su ausencia. Castigado por una serie de reveses electorales que vaciaron sus cajas, el Frente Nacional presentó pocas listas. El antaño pájaro negro de la democracia francesa no tiene hoy el poder de trastornar las reglas de juego.
Aunque la prudencia se impone a los actores políticos y a los analistas, la lectura política no ofrece muchas alternativas: Sarkozy pagó en las urnas el tributo de las escasas medidas tomadas para defender el poder adquisitivo y la mediatización de su vida personal. Un sondeo efectuado antes de este domingo mostró que, para los franceses, un mal resultado en las elecciones municipales sería “una derrota personal” de Sarkozy. El jefe de Estado advirtió antes de la elección que no se dejaría “distraer por las peripecias”, que el balance habría que hacerlo al final de su mandato y que proseguiría con las reformas. Lo cierto es que hoy, si la segunda vuelta corrobora la tendencia de la primera, Sarkozy habrá dilapidado en pocos meses una de las dinámicas favorables más marcadas de los últimos años.
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