Jue 13.03.2008

EL MUNDO  › ELIOT SPITZER DIMITIó COMO GOBERNADOR DESPUéS DEL ESCáNDALO DEL EMPEROR’S CLUB VIP

Le hicieron una cama y Mr. 9 renunció

La presión de los republicanos llevó a Spitzer a abandonar su cargo de gobernador del estado de Nueva York. Lo anunció ayer. Lo sucederá su segundo, David Paterson. Por primera vez, un negro y ciego será gobernador del estado de NY.

Eliot Spitzer, el gobernador de Nueva York, no pudo soportar más la presión y dimitió. ¿De los medios?, ¿de sus archienemigos los republicanos?, ¿del electorado? Qué va. Durante la conferencia de prensa, brevísima, cuando anunció su decisión imaginada por todos, Silda, su esposa, a su lado, usó todo el tiempo para derramar lágrimas y echarle miradas al defenestrado de su marido. Miradas que perforan, as black as thunder dicen allá en el Norte (cara de pocos amigos). “... por lo que he decidido renunciar al cargo de gobernador”, echó por fin su speech el ex gobernador intentando salvar lo poco que quedaba de su honorabilidad. Ella no quiso decir nada. Ni mu. Apenas, según algunas versiones no chequeadas, se la escuchó murmurar durante una de esas miradas, pero apenas moviendo los labios, tan sólo milímetros de una tenue murmuración que sólo reveló el micrófono de la conferencia aún encendido: “¿Cuánto mide esa Kristen?”.

Eliot no respondió. No porque no lo supiera. Kristen, la call girl contratada por Client 9 al Emperor’s Club VIP, había pasado con el Nine y/o con George Fox las últimas horas de la noche del miércoles 13 de febrero, desde las 21.36 hasta las 0.02, acompañándolo en el superexclusivo hotel Mayflower, de reminiscencias protestantes, en Washington, habitación 871.

Ya se dijo que Client 9 era el nickname con que los federales ocultaban la identidad de los investigados, para el caso Mr. Governor. Lo que no se dijo es que el tal George Fox existe en realidad, y es la identidad de un muy buen amigo de Spitzer, que lo apoyó durante su campaña a la gobernación.

El nombre de Fox fue seguramente una de las pistas que hayan utilizado los federales para descubrir que no era el amigo del Mr. Governor quien aportaba en el Mayflower sino el mismísimo Eliot que viste y calza (o como quiera que se encontrara en esos momentos cúlmines de su gestión).

Pero también se sabe que a Mr. Governor lo venían investigando por una serie de deslices dinerarios de las cuentas de la administración del Estado y que se suponía que habían sido utilizadas para pagar propinas elevadas. Nunca lo que se descubrió. La suma, importante, rondaba los 80 mil dólares.

“¿Y cómo es Kristen?”, preguntó el Nine Fox (según la escucha) y Temeka Rachelle Lewis, la madama del Emperor’s investigada, le respondió que era una “americana, chiquita, una morochita muy linda, de 1,65 metro y 47,5 kilos”, según la escucha codificada con el número 9731. “Ah, ésa es un corchito”, deslizó Silda en plena conferencia, aunque tampoco fue confirmada la versión. Igual, sus ojos trasuntaban el tono despectivo y parecían acusarlo, además, al para entonces golpeadísimo Eliot, de “pero qué le viste, que ni pudiste dejar la habitación antes de que empezara San Valentín”.

Sin embargo, tanta especie periodística podría cuestionarse como fake news, carne podrida, si se considera que Silda, nada menos que la de las miradas penetrantes, según allegados a Mr. Governor fue quien intentó hasta último momento defender a su Spitty, golpeado como estaba, para que se mantuviera encaramado en el despacho.

Acaso first lady querría decir que “¿acá no pasó nada?”. ¿Un mensaje de entereza a los republicanos? ¿Una defensa de la imagen? ¿O, astutamente, una manera de decir que es ella, la mujer, las mujeres (menos esa bastarda regordeta, ¿ok?) quienes sostienen todo?

Cualquiera o todas esas respuestas es o son probables. Habría que conocer más de cerca a Silda y no está al alcance ni es tarea de este cronista (que tiene su propia familia y no pretende hacer leña del árbol caído).

“Durante el transcurso de mi vida pública, he insistido en que es necesario que todo el mundo, sea cual sea su poder o la función que desempeña, asuma las responsabilidad de su conducta”, dijo Number Nine, perdón, Mr. Governor, en la conferencia de ayer, cuando ya había decidido su dimisión, para dedicarse a recuperar los votos perdidos y, piensan muchos, irrecuperables de su familia. Porque, en tren de deshilvanar la historia, lo del Mayflower no fue el primero ni tenía intención de ser el último de los encuentros. En las escuchas, Lewis discute en un momento con Mr. Nine sobre lo que le quedaba de saldo (se supone que de otros encuentros anteriores) y según parece eran unos 400 o 500 dólares. Faltaba la transferencia y lo que se dirimía era cómo hacerla, por qué sistema, si por Internet, por depósito bancario, o como fuera.

El depósito no llegaba, aunque el pedido por Kristen venía desde el 11 de febrero. Cuando llegó se recuperó el saldo, que quedó en 2721.41 dólares según Lewis y 4100 según creía recordar Mr. George Spitzer, digo Client Fox. Lewis, para colmo, le sugirió que estaría bueno que si podía aportar un adicional de 1500 y aun de 2000 estaría bárbaro. Pero Nine, nada, no quería cejar, después de todo la sangre de anticorrupción de su época de General Attorney le tiraba mucho y no podía permitir que saquearan así como así el erario.

En fin. Renunció. Es curioso que haya llegado a la gobernación con el 69 por ciento de los votos. Quizás ya estaba escrito que le harían la cama.

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