EL MUNDO › FRANCIA Y GRAN BRETAñA SELLAN UNA NUEVA ALIANZA ESTRATéGICA
Como hace tiempo que no se veía, los viejos aliados y rivales pactaron un abanico de medidas de largo alcance. Una, ambigua, parece prometer un arsenal conjunto. Otra, más clara, integrará la red atómica francesa a Gran Bretaña.
› Por Walter Oppenheimer *
Desde Londres
Gordon Brown y Nicolas Sarkozy sellaron el jueves una alianza franco-británica con vocación de liderar la Unión Europea y de estrechar la cooperación de ambos países en numerosos campos, incluidos energía nuclear, disuasión atómica, defensa y seguridad, inmigración, cambio climático, reforma de las instituciones internacionales y cooperación al desarrollo. La declaración conjunta de 14 páginas emitida al final de la cumbre incluye tanto medidas bilaterales como el impulso de proyectos en el ámbito europeo.
La lista de medidas es larga, pero no es fácil separar el grano de la paja. Muchas propuestas parecen proyectos ya en marcha. En otras, en cambio, da la impresión de que hay que leer entre líneas para comprender su verdadero alcance y potencial. Es sobre todo el caso del capítulo energético y nuclear, en el que el calado de los proyectos parece deliberadamente disminuido en el comunicado final, quizá por su carácter polémico. Ambos países, por ejemplo, se comprometen a “fomentar el diálogo en disuasión nuclear”.
¿Qué significa eso? ¿Que el Reino Unido se asociará a la force de frappe al mismo nivel que a Estados Unidos en la renovación de sus arsenales nucleares? “Trabajamos muy de cerca con nuestros socios norteamericanos en el programa nuclear. Eso es muy sabido”, explicó Brown. “De lo que hemos hablado esta mañana es que al actuar juntos podemos dar empuje al proceso de desarme y en particular prevenir la proliferación de armas nucleares en el mundo, de saber quién puede suministrar materiales nucleares, de endurecer las reglas”, añadió el primer ministro.
Ambos países quieren sellar también una alianza energética para que el Reino Unido se aproveche de la avanzadísima industria nuclear francesa, donde cerca del 80 por ciento de la electricidad procede de centrales nucleares, cuatro veces más que en Gran Bretaña. Ambos países se comprometieron a “mejorar la eficiencia y efectividad de los proyectos de desarrollo nuclear, incluyendo seguridad y autorización de uso, compartir información sobre seguridad y tratamiento de residuos, acción que puede extenderse a otros países europeos”.
La compañía francesa EDF, controlada por el gobierno, ha expresado su interés por construir cuatro nucleares en el Reino Unido con su nuevo reactor EPR de Areva, considerado el más potente del mundo. Cada planta costaría unos 3600 millones de euros la construcción y 4600 millones más la gestión. Londres ha levantado recientemente la moratoria que impedía la construcción de nuevas centrales nucleares porque su sistema está ya cercano a la obsolescencia. El problema es que el gobierno ha aceptado que el programa nuclear se financie sólo con dinero privado, algo que no ha ocurrido en la historia de la energía nuclear mundial.
Brown y Sarkozy acordaron también dar un impulso a la iniciativa de defensa europea que lanzaron en 1998 los entonces primer ministro Tony Blair y presidente Jacques Chirac, y que se ha ido especializando en la gestión de crisis civiles casi más que en conflictos militares. El comunicado llama a “cooperar en el desarrollo de capacidades militares europeas, disponibles tanto para la Unión Europea como la Alianza Atlántica”. “Necesitamos a la OTAN y necesitamos una Europa de la defensa. La una no excluye a la otra”, dijo Sarkozy en la rueda de prensa que aprovechó para decir que estaba “orgulloso” por la recepción que el Reino Unido ha brindado a su tercera esposa.
Otro capítulo de peso en la declaración es el apartado dedicado a lo que llaman “inmigración e integración”, aunque las propuestas de fondo ponen más el acento en la represión de la inmigración ilegal que en la integración de la inmigración legal. Ambos países se comprometen a “reforzar la seguridad y calidad de los controles fronterizos”, a trabajar conjuntamente en la zona de Calais para mantener la presión sobre los indocumentados, incluyendo “el intercambio de datos de indentificación”, apoyar los proyectos de la UE en los países emisores, trabajar bilateralmente y en Bruselas contra los que abusan de la inmigración y ayudar a la implantación de nuevas tecnologías en los controles fronterizos y visados biométricos desde 2011 en Europa.
Las propuestas parecen más generales y menos novedosas en lo que se refiere a la lucha contra el cambio climático, la reforma de las instituciones internacionales, desarrollo internacional, política internacional y educación.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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