Mar 08.04.2008

EL MUNDO  › ENTREVISTA CON MASSIMO D’ALEMA, MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES DE ITALIA

“Si el Partido Democrático gana, habrá diálogo”

› Por Miguel Mora *

Desde Roma

El ex primer ministro (1998-2000) cree que el país necesita profundas reformas constitucionales y liberalizadoras y pide acometerlas con un amplio consenso, prometiendo diálogo si el Partido Democrático gana las elecciones. Actual responsable de Exteriores y vicepresidente del gobierno de Prodi en funciones, Massimo D’Alema (Roma, 1949) es uno de los grandes políticos activos del Partido Democrático liderado por Walter Veltroni.

–¿Qué le dicen los líderes extranjeros sobre Italia?

–Resultamos simpáticos. El problema es que los italianos tenemos una visión muy crítica de nosotros mismos. A veces nos castigamos tanto que parece que sufrimos un síndrome de autodestrucción.

–Quizá porque el país no cambia.

–China empezó a cambiar el modelo en 1978. Fui allí enviado por Berlinguer después del congreso que ganó Deng Xiao Ping. China cambió de prisa. Los países democráticos tienen que avanzar con grandes consensos, y eso hace que no sea tan rápido.

–¿Cuál es el mayor obstáculo?

–Necesitamos introducir profundas reformas liberalizadoras sin hacer trizas la cohesión social, la cuadratura del círculo. Nos ha costado liberalizar, pero el único que lo ha hecho hasta ahora ha sido el centroizquierda. Es verdad que se han agravado las diferencias sociales, no hay movilidad suficiente, los jóvenes tienen dificultades y tardan en dejar a sus familias. Pero una novedad de esta campaña es que el mundo empresarial está muy a favor del centroizquierda. Saben que el trabajo más difícil lo hacemos nosotros, y que Berlusconi no es un liberal. La nuestra es la única derecha europea que aumenta el gasto público. Es su forma de sostener sus relaciones clientelares.

–Y el país sigue estancado.

–El problema es que hay muchas resistencias.

–¿De quién exactamente?

–Los fortísimos intereses de todos los que tienen un lugar al sol. Tenemos una tradición corporativa muy antigua, de noble origen. Y localismos muy fuertes que conviven con la debilidad del Estado nacional. Berlusconi es la suma de todo eso.

–¿Podrá el PD acometer el cambio que promete?

–Desde su nacimiento ha sido una fuerza de cambio y una solución “ecológica” para simplificar el sistema político. Al presentarnos con un grupo único, cambia para empezar la mecánica parlamentaria. Es un sueño pensar que en los plenos habrá sólo cuatro o cinco declaraciones de voto en vez de 14 o 15.

–Podrían haber reformado la ley electoral antes de ir a las elecciones.

–Berlusconi se negó. Tiene una manía existencial con las elecciones, son su idea de revancha personal. Pero, gane quien gane, ahora lo fundamental es hacer tres grandes reformas: darnos una ley electoral razonable que reduzca a la mitad los parlamentarios y restituya la autoridad de las instituciones; cambiar la Constitución para reforzar los poderes del gobierno nacional y reformar la administración para reducir el tiempo de toma de decisiones y la burocracia. Habría que haberlo hecho, pero la responsabilidad es de Berlusconi. A veces parece que no quiere mucho a su país.

–El Senado parece aproximarse hacia otro empate ingobernable.

–El Senado es una lotería. El equilibrio depende de resultados regionales imposibles de predecir. En la Cámara se obtiene el 55% si tienes un voto más, pero no sé si el ganador tendrá la fuerza suficiente para reformar.

–¿Así que prevé un resultado apretado? ¿Habrá acuerdo entre las dos mayorías?

–El resultado será muy estrecho. Creo que podemos ganar. Pero gane quien gane, tendrá un espacio limitado y deberá hacer las grandes reformas con un consenso amplio. No sé qué hará Berlusconi, pero si gana el PD, habrá diálogo.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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