EL MUNDO › PIDIó AL CONGRESO QUE APLACE LA RETIRADA DE TROPAS NORTEAMERICANAS QUE PELEAN EN IRAK
El general declaró ante el Congreso que los avances en Irak son “frágiles y reversibles”. El jefe de las fuerzas norteamericanas asegura que Irán juega un papel “destructivo” en el país. Fue interrogado por Obama, Clinton y McCain.
› Por Antonio Caño *
Desde Washington
El jefe de las fuerzas norteamericanas en Irak, general David Petraeus, advirtió ayer al Congreso estadounidense que los progresos conseguidos en los últimos meses en Irak son “frágiles y reversibles”, por lo que es necesario suspender futuros planes de retirada de tropas. Una de las principales amenazas pendientes, dijo Petraeus, es “el papel destructivo” de Irán, a cuyo régimen acusó de estar detrás de la violencia ocurrida en los últimos días en Basora y Ciudad Sadr City.
Petraeus cumplió el martes con la primera de dos jornadas de comparecencia en el Capitolio para dar cuenta de la marcha de los acontecimientos en Irak. Es una oportunidad de buscar el respaldo de los legisladores al empleo de más recursos en la guerra, pero también una ocasión de oro para que el ilustre militar discuta frente a frente con el que será su próximo jefe: John McCain, Barack Obama o Hillary Clinton, los tres, senadores de los comités que interrogaron a Petraeus.
Es un hecho ya incontestable que, desde que Petraeus está al frente de la operación en Irak, en febrero de 2007, la situación militar en ese país ha mejorado notablemente y el propio general se ha convertido en una figura de tal reconocimiento y respeto que ya se le empieza a pronosticar un gran futuro político.
Petraeus insistió el martes en esa mejora y ofreció estadísticas y pruebas más que suficientes para demostrarlo: menos soldados norteamericanos y civiles iraquíes muertos, menos bombas, menos ataques suicidas y una relativa normalización de la vida ciudadana. Pero el general fue incapaz de ofrecer una salida, de visualizar un final que permita el regreso de las tropas a casa.
Al contrario, Petraeus reconoció que la situación es tan delicada que “una salida demasiado rápida de las tropas –ahora hay 158.000 y en julio saldrán 20.000– pondría en peligro todas las mejoras ocurridas hasta el momento”. Su argumento, con toda la verdad que encierra, no deja de ser fatalista: hay que quedarse en Irak, no porque las cosas puedan solucionarse, sino simplemente para que no se pongan peor. “Un Estado fracasado en Irak puede tener graves consecuencias para luchar contra Al Qaida”, advirtió. Pero, cuando los senadores le preguntaron ¿cuánto tiempo más hay que quedarse?, ¿cuántos soldados podrán salir a fin de año?, ¿cuándo podrán las fuerzas iraquíes hacerse cargo de su propia seguridad? su respuesta fue: “No lo sé”.
Desde el punto de vista político, la situación no es mucho mejor. El embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker, que informó junto a Petraeus, dijo que también los progresos en esa materia son “desiguales y sometidos a inmensas dificultades”. Admitió que “la euforia del derribo de la estatua de Saddam Hussein hace ya tiempo que se evaporó”, advirtió que “Al Qaida está en retroceso pero no ha sido derrotada” y, por aportar un ángulo positivo, dijo que la violencia en Basora “es el reflejo de tensiones políticas que no constituyen necesariamente un retroceso”.
El general Petraeus citó como uno de los grandes obstáculos para la normalización del país la actitud de Irán. Dijo que “comandos especiales de las fuerzas armadas iraníes” habían “entrenado y armado” a las milicias que protagonizaron los peores actos de violencia de los últimos días. Aseguró que el uso de misiles y otra tecnología militar avanzada hubieran sido imposibles sin la asistencia de expertos iraníes. A la pregunta de un senador sobre si se podía considerar a Irán “responsable de la muerte de cientos de soldados norteamericanos y de miles de civiles iraquíes, contestó: ‘Sí, señor’”.
Para los republicanos, esta amenaza, así como el riesgo de que Al Qaida crezca como consecuencia de una retirada norteamericana de Irak, son suficientes razones como para seguir allí. Para los demócratas, no tiene sentido seguir derramando sangre y derrochando dinero en una guerra que ya no responde a las razones por las que se desencadenó y en la que se combate sin un claro objetivo final. Este va a ser el debate medular en la actual campaña electoral.
Los candidatos establecieron ayer sus posiciones de partida. McCain aseguró que él no quiere tener a las tropas en Irak “ni un minuto más de lo que sea necesario”, pero añadió que “una retirada precipitada sería un fracaso del liderazgo político y moral de EE.UU.”. Clinton reparó en que “siempre se advierte sobre los riesgos de una retirada ‘pero se ignoran los mucho más altos costes de seguir con la actual política fracasada’”. Clinton dijo que “es tiempo de empezar un ordenado proceso de retirada”. Obama, que debía intervenir al final de la tarde, tenía previsto apoyar esa medida.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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