Desde Washington

San Francisco estaba prevenido. Tras los incidentes sufridos con la llama olímpica en París y Londres, la única ciudad de Estados Unidos por la que se paseará la antorcha se encontraba ayer tomada por la policía, cuyos agentes habían visto cómo sus descansos y vacaciones quedaban suspendidos para reforzar la seguridad. Toda precaución era poca. A primera hora de la mañana llegaban autobuses repletos de partidarios de que los juegos se celebren en Beijing. Portando banderas chinas, comenzaron a desplegarse para recibir la antorcha y protegerla de unas protestas multitudinarias. Los manifestantesprotestaron fente al Golden Gate.

Pero el primer grito contra el gobierno de la República Popular China se escuchó la noche anterior. “¡Avergüénzate, China!”, exclamaron miles de defensores del Tíbet que protestaban contra la política de represión ejercida por el gobierno de Beijing. Anónimos ciudadanos, monjes tibetanos, seguidores fieles de una de las causas con mayor repercusión mundial no estaban solos. Junto a ellos tenían al Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu y el actor y activista Richard Gere, unamarca registrada que representa la lucha por la libertad de Tíbet.

“El mundo entero parece haber reaccionado de forma espontánea a la situación y se da cuenta de que lo que China hace es un fraude”, dijo Gere, budista declarado que pertenece a la Campaña Internacional por Tíbet. Tutu fue más diplomático. El obispo rechazó un abierto boicot a los Juegos Olímpicos, aunque expresó su deseo de que los líderes mundiales no acudan al evento. Desde la Casa Blanca, el presidente George Bush pidió a China que dialogue con el Dalai Lama para encontrar una salida al conflicto.

La llama olímpica se encuentra actualmente en un viaje de 130 días a través de 23 ciudades de los cinco continentes –esta noche llega a Buenos Aires– hasta su llegada final a China para abrir la ceremonia de los juegos en Beijing, el 8 de agosto.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.