EL MUNDO › MILLONES PARA POLONIA Y REPúBLICA CHECA EN AYUDA MILITAR
› Por Cristina Galindo *
Desde Madrid
El escudo antimisiles que Estados Unidos pretende instalar en Europa central, que provocó cierta atmósfera de guerra fría, se convertirá en todo un negocio para los países que lo alberguen. Polonia, donde Washington planea instalar diez interceptores de misiles, exige ayudas multimillonarias para modernizar el ejército. República Checa, que aceptó fijar en su territorio una base de radar, quiere alcanzar un convenio que les permitirá a las empresas checas participar de la construcción del escudo, valuado en unos 740 millones de dólares hasta 2013.
Tanto checos como polacos, que llevan un año negociando con la Casa Blanca, esperan suculentas contraprestaciones a cambio del escudo, para poder ganar otra batalla: la de la opinión pública, que mayoritariamente está en contra en ambos países. “Todo dependerá de lo que se consiga”, afirma Jacek Kucharczyk, un think tank de Varsovia. “Si el escudo conlleva grandes inversiones para el ejército polaco, será beneficioso para el contribuyente, que no tendrá que pagar la factura”, opina.
Polonia es ambiciosa en las negociaciones, que se desarrollan en un estricto secreto. Las exigencias de Varsovia se centran en reforzar sus defensas aéreas, que están casi obsoletas, con un sistema de nueva generación. Quieren obtener al menos dos Patriot estadounidenses de corto-medio alcance, capaces de destruir misiles y aviones. Uno de estos sistemas vale unos 250 millones de dólares, pero si se añade munición, equipos y formación, la cifra asciende a 1000 millones.
Los detalles de las negociaciones se desconocen. Según el diario Gazeta Wyborcza, en su última oferta el primer ministro polaco, Donald Tusk, puso sobre la mesa un acuerdo valorado en 4000 millones de dólares como mínimo –esta cifra podría multiplicarse– para modernizar el ejército polaco. Eso no significa que pida dinero efectivo, sino que se podría hacer a través de cofinanciación o una financiación barata. Eso es al menos a lo que aspiran los polacos. Los estadounidenses, que ven cómo el nuevo gobierno polaco es más duro que el anterior primer ministro, el conservador Jaroslaw Kaczynksi, guardan silencio. “La estrategia actual tiene más sentido que la anterior”, opina Zbigniew Pisarski, de la Fundación Casimir Pulaski. “Habrá un acuerdo antes de finales de año”, dice.
Fue más fácil para los estadounidenses con República Checa, que alcanzó a principios de este mes un acuerdo para instalar un radar en el área militar de Brdo, una antigua base soviética a 85 kilómetros de Praga, como parte del sistema de defensa de misiles de Estados Unidos. De forma paralela comenzó a negociarse la posibilidad de que investigadores y empresas de tecnología checas puedan participar en proyectos relacionados con el escudo.
El convenio, que puede traducirse en contratos de hasta 740 millones de dólares, es una oportunidad para la industria del país, que entraría en el selecto club de países que ya participan en el desarrollo tecnológico del sistema de defensa estadounidense (Japón, Italia, Australia, Reino Unido y Dinamarca). Por supuesto, ninguno de los dos países está dispuesto a que haya rusos de forma permanente en las instalaciones.
La batalla para convencer a la opinión pública. Un 70 por ciento de los checos dice estar en contra; más del 50 por ciento en Polonia, según las encuestas. En la República Checa, el gobierno ha lanzado campañas de información, sobre todo en la zona cercana al lugar elegido para el radar. Incluso les han prometido arreglar infraestructuras y las canalizaciones de agua y cloacas. En pueblos como Spalene Porici o Rokycany, en la República Checa, se muestran muy desconfiados.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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