EL MUNDO › TEST ELECTORAL PARA EL GOBIERNO BRITANICO DE GORDON BROWN
El alcalde de Londres, Ken Livingstone, se enfrentó al candidato conservador Boris Johnson, quien lideraba los sondeos antes de la consulta. El oficialismo podría perder en las municipales de Inglaterra y Gales. “Los resultados no serían alentadores”, reconocían.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
Con la popularidad por el piso, el primer ministro Gordon Brown enfrentó ayer un día electoral clave. En la capital, el candidato laborista, Ken Livingstone, actual alcalde de Londres, compitió con el excéntrico conservador Boris Johnson que desde marzo lo aventaja en las encuestas. En 159 municipios de Inglaterra y Gales, que eligieron concejales, los conservadores superan ampliamente a los laboristas en los sondeos. Anoche desde la sede del Partido Laborista reconocían que los resultados no serían alentadores, especialmente en Londres, según informaba la BBC.
Un desastroso resultado en las dos contiendas y la autoridad del primer ministro quedaría seriamente dañada. Si en cambio los laboristas consiguen mantener la alcaldía de Londres y pierden con dignidad en las municipales, Gordon Brown podría aspirar a un relanzamiento político. Los resultados finales en la capital británica y en Gales recién se conocerán hoy.
Es una ironía del destino que la suerte del primer ministro, coartífice con Tony Blair de ese giro a la derecha que ha sido el Nuevo Laborismo, dependa de Ken Livingstone. Electo alcalde en 2000, reelecto cuatro años más tarde, Livingstone es un viejo enemigo interno de Brown que se encuentra en las antípodas del Nuevo Laborismo. Apodado “Ken el rojo” en los ’80, fue uno de los laboristas que combatió más frontalmente el thatcherismo. Hoy su mensaje es más moderado que en las últimas dos décadas, cuando levantaba sin tapujos la bandera del anticapitalismo, pero sigue perteneciendo claramente a la izquierda partidaria.
Aliado europeo del presidente venezolano Hugo Chávez, Livingstone introdujo un impuesto a los coches que circulan por el radio céntrico de la capital que redujo el tráfico en un 20 por ciento y apoyó los proyectos de “regeneración” de Londres, usando espacios abandonados para construir centros culturales y sociales. Pero en los últimos dos años su estrella política se ha ido apagando. En diciembre una investigación de un diario de derecha, el Evening Standard, feroz opositor del alcalde, dejó al descubierto la falta de transparencia de algunas medidas suyas. Además, Ken “El rojo” siente el peso de un doble desgaste: el suyo personal tras ocho años de gobierno y el del laborismo, que está en el poder desde 1997. El candidato conservador, Boris Johnson, no ha logrado aprovechar al máximo las dificultades del laborismo a nivel nacional. Johnson es un ingenioso, elitista y bufonesco diputado tory, ex editor de la revista Spectator, que ha atraído más atención mediática por sus escándalos amorosos que por su conocimiento de los problemas capitalinos. Por el momento Johnson lleva ventaja en las encuestas, pero Livingstone ha acortado mucho la distancia en las últimas semanas y un sondeo de Mori lo da como ganador por estrecho margen. En el complejo sistema de votación de Londres se podrían esconder algunas sorpresas.
En los municipios de Inglaterra y Gales la película es más clara: ningún analista le da ninguna posibilidad al laborismo. El enigma es por cuánto perderá. Si pierde como en la última elección municipal de Tony Blair en 2004, será una clara derrota política. Si en cambio logra un 30 % del voto, Brown dará un suspiro de alivio. El primer ministro ha insistido en que tiene un mandato hasta 2010 y lo piensa cumplir. Pero las crisis están acumulándose en la puerta de 10 Downing Street desde que sustituyó a Blair en junio pasado. La contracción del crédito, su impacto sobre el mercado inmobiliario y el consumo, la creciente inflación de los alimentos que en los últimos 12 meses agregaron un costo adicional de unos 1600 dólares a la familia promedio, están más allá de su poder, pero han impactado la imagen de eficiencia que construyó en sus 10 años como ministro de economía del Nuevo Laborismo.
A estos factores internacionales hay que sumar decisiones impopulares del primer ministro (techo para el aumento de empleados públicos) que provocaron huelgas (de maestros y la administración pública la semana pasada, de petroleros este fin de semana), y algunas medidas desatinadas, como una reforma impositiva que perjudicó a un amplia franja de la clase trabajadora. Lo que menos necesita en este momento Brown es una derrota a manos de David Cameron, el conservador que quiere proyectarse como el Tony Blair de los “tories”.
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