Dom 11.05.2008

EL MUNDO  › SE REPLEGO DE LAS CALLES DE BEIRUT, PERO SIGUE LA CRISIS EN LIBANO

Hezbolá llamó a retirada

El movimiento chiíta ordenó a sus milicianos regresar a sus casas tras tres días de combates callejeros mediante los cuales tomaron el este de la capital, pero sus líderes prometieron continuar con su política de resistencia civil.

Hezbolá se retiró de las calles de Beirut ayer, pero prometió continuar con su política de “desobediencia civil”. Los milicianos chiítas recibieron la orden de juntar sus armas y volver a sus casas después de que el ejército anunciara que tomaba las riendas de la crisis y daba marcha atrás en los cambios impuestos por el gobierno pro-occidental. El propio primer ministro Fouad Siniora había pedido ayer por la mañana a las Fuerzas Armadas que asumieran una posición clara. A pesar de las tensiones y el malestar político, la vida cotidiana en Beirut se empezaba a normalizar anoche. En el norte del país, sin embargo, 14 murieron en enfrentamientos entre militantes de un partido pro-sirio y otro pro-gubernamental.

El día había comenzado mal. Un grupo de hombres no identificados irrumpieron en el funeral de uno de los más de 30 muertos que dejaron los enfrentamientos de los últimos cuatro días y empezaron a disparar. La muchedumbre se dispersó en apenas minutos, dejando atrás a dos hombres sangrando en el piso. Los habitantes de la parte occidental de Beirut ya vislumbraban un nuevo día de disparos, explosiones y miedo. Pero en eso, salió a hablar el primer ministro Siniora. “Pedí al comando del ejército que asuma su plena responsabilidad para proteger a los libaneses y preservar la paz civil, insistí para que el ejército hiciese frente a sus deberes nacionales, sin dudas ni retrasos, cosa que hasta ahora no ha hecho”, dijo en una mensaje a la nación.

En medio de las críticas, el mandatario instó a la cúpula castrense a tomar una decisión sobre las medidas contra Hezbolá que había dictado su gobierno hace menos de una semana. Antes de irse, el ex presidente Emile Lahoud le había delegado todas las decisiones relacionadas con la seguridad nacional a las Fuerzas Armadas hasta que el Parlamento se pusiera de acuerdo y designara a un nuevo presidente. Los militares son la única institución del país que no ha sido dividida por las luchas y los odios entre las etnias sunnitas, chiítas y cristianas. Por esa misma razón, el ejército no había querido enfrentar a Hezbolá y a los opositores en la última semana.

Reconociendo la supuesta neutralidad de los militares, los milicianos chiítas no desconfiaron del anuncio del ejército y acataron la orden de forma inmediata. Después del discurso de Siniora, el ejército emitió un comunicado en el que reinstalaba al jefe de seguridad del aeropuerto de Beirut, un hombre señalado por el gobierno como espía de Hezbolá, y prometía no expropiar la red de telecomunicaciones que domina el movimiento chiíta, especialmente en el sur del país. El líder de Hezbolá Hassan Nasrallah había advertido el jueves pasado que “el pueblo le cortará las manos” a quien se atreva a cuestionar sus instalaciones.

El ejército se cuidó de no apoyar abiertamente los reclamos de Hezbolá. No hay que analizar demasiado para ver que el gran ganador fue el movimiento chiíta. Sin embargo, la ambigüedad de la cúpula militar permitió que Rafic Hariri, el líder de la mayoría parlamentaria anti-siria y uno de los aliados más importantes del premier Siniora, pudiera salir a celebrar el fin de la violencia. “La decisión del Ejército abre un camino hacia una solución”, aseguró el hijo del ex primer ministro asesinado.

Lo cierto es que por ahora nadie quiere hablar de los costos y las secuelas que dejan estos cuatro días de violencia. Ayer cientos de personas marcharon en Beirut para celebrar el acuerdo y apoyar a la libertad de prensa. Entre los que recorrieron las calles de la golpeada ciudad, se destacaba el ministro de Informaciones, Ghazi al Aridi. “Líbano sigue siendo un país libre, con medios libres”, aseguró sonriente el funcionario.

Pero el productor ejecutivo de los programas políticos de la televisión Future, Roland Barbar, no piensa lo mismo. Su emisora fue una de las bloqueadas por Hezbolá esta semana, junto con el canal de la familia Hariri. Ayer el gobierno informó que todas las señales pueden volver a transmitir sin problemas. “Podemos reanudar en cualquier momento, pero seguimos sufriendo amenazas de Hezbolá”, dijo Barbar.

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