EL MUNDO › ANALISTAS CUBANOS Y ARGENTINOS EXPLICAN LOS ALCANCES Y LíMITES DE ESTE PROCESO
Los cambios en marcha en la isla, como el acceso a bienes de consumo, tienen un origen económico. Los expertos advierten que debería acentuarse el protagonismo del movimiento obrero.
Cuba avanza por un camino sinuoso para reactivar su economía. Superado el crítico período especial de los años ’90, el presidente Raúl Castro comenzó a aplicar reformas para mejorar la productividad y las condiciones de vida de los cubanos dentro del llamado socialismo. Sin embargo, académicos de Cuba y Argentina alertan que los cambios emprendidos pueden restaurar la economía de mercado de no contar el gobierno de la isla con un plan claro y el protagonismo político del movimiento obrero.
“El nuevo gobierno tomó medidas que son un triunfo del pueblo. Pero sin un control de los trabajadores las medidas descentralizadoras y las que privilegian el consumismo de los pudientes potencian una nueva clase ligada al mercantilismo, a la economía emergente y a sectores del aparato burocrático”, señaló el investigador de la Universidad de La Habana y ex diplomático cubano, Pedro Campos.
Desde que Castro asumió la presidencia, el 24 de febrero pasado, los cubanos están presenciando lo que algunos analistas entienden como una nueva etapa política y económica. Con una coyuntura internacional más favorable que la década pasada, sobre todo en América latina, el gobierno cubano permitió en los últimos meses el acceso de sus habitantes a bienes de consumo –computadoras, lectores de DVD, televisores– y eliminó la prohibición del alojamiento en los hoteles. Asimismo, habilitó la venta de líneas de celulares, descentralizó la entrega de tierras y estimuló algunas producciones agrícolas privadas. Semanas atrás aumentó el 99 por ciento de las pensiones y el salario de jueces y fiscales.
En el plano político, también hubo novedades. “El reemplazo de Fidel Castro por Raúl en las funciones gubernamentales significó un reforzamiento del papel de los ministerios y otras dependencias oficiales en la realización de sus planes y proyectos, en desmedro de la costumbre más personalista de Fidel”, explicó a Página/12 el historiador argentino Juan Luis Hernández.
Si bien los primeros cambios significan una mayor liberalización de determinados bienes y servicios, Frank Josué Solar relativizó su importancia. “No tienen trascendencia, excepto por el hecho de que acentuarán aún más o harán legales diferencias sociales entronizadas en Cuba a partir de los años ’90”, dijo a este diario el historiador de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba. No obstante, Pedro Campos cree la medida es positiva por su contenido democrático: “Aunque esos productos y servicios sean sólo accesibles para personas con altos ingresos, lo más importante es la restauración de algunos derechos de los cubanos”, indicó.
En lo que la mayoría de los analistas acuerdan es en que no pueden demorar un minuto más las reformas estructurales. Aunque el ministro de Economía cubano, José Luis Rodríguez García, señaló en febrero que la isla registró un crecimiento significativo en los últimos años, lo que coloca a Cuba en el quinto lugar en la región según la Cepal, la crisis vivida en la década pasada afectó seriamente la estructura productiva del país. Por ello, ahora más del 80 por ciento de los alimentos son importados a la isla.
Según la revista empresarial Cuban Foreign Trade, el sector turístico ha ejercido una notable influencia sobre la economía nacional en los últimos 17 años (1990-2007). “El sector terciario tenía un peso del 77,1 por ciento de la economía en 2006 frente al 57 que tenía en 1989, mientras que en ese período la industria ha pasado del 33 por ciento al 18,2 y la agricultura del 10 por ciento al 4,7. En 2007, más del 70 por ciento de los ingresos externos, más del 60 por ciento de la ocupación y más del 60 por ciento de las inversiones se generaron por los servicios”, señaló.
Pese a que la ONU ubica a Cuba en el sexto lugar en Salud entre 300 países en desarrollo, según Hernández, existen informes que señalan crecientes problemas en el sistema de viviendas, transporte urbano y signos de deterioro con la salud pública, como consecuencia de la exportación de servicios y personal. El otro aspecto, añade, es la extensión social de la corrupción.
Lejos de ser espontáneas, las medidas surgen tras los debates que agitaron la isla en los últimos dos años y la influencia del proceso venezolano. Desde entonces, temas como la corrupción, la economía y el socialismo invaden de a poco la agenda de los medios, como lo evidencia el correo de lectores del diario oficial Granma y de Juventud Rebelde. Varios analistas creen que después de la alarma encendida por Fidel cuando llamó a evitar la reversibilidad de la revolución socialista en 2005, Raúl marcó un momento de inflexión en julio del 2007 al convocar a debatir los problemas de Cuba.
En tanto, los académicos defensores de la revolución consideran que los cambios recientes enfrentan serios límites. “Las acciones promovidas hasta ahora no rebasan todavía el socialismo de Estado basadas en la propiedad estatal, el trabajo asalariado y la concentración de las decisiones políticas”, advirtió Campos. Solar saca conclusiones similares. “Estas medidas deben ser entendidas como un retroceso obligado por las circunstancias, un mal necesario pero temporal, y nunca como una vía hacia el socialismo”, dijo. “De lo contrario, se corre el riesgo de que las reformas vayan hacia el capitalismo, cuando la solución está en el control obrero y la profundización de la democracia obrera”, afirmó.
Informe: Juan Manuel Barca
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