EL MUNDO › BRASIL LIMITA LAS INVERSIONES EXTRANJERAS
El gobierno brasileño limitará la extensión de tierras amazónicas que pueden ser adquiridas por extranjeros. El presidente del Instituto de Colonización Agrícola y Reforma Agraria (Incra), Rolf Hackbat, explicó que la medida se debe al creciente interés internacional para comprar tierras fértiles para producir alimentos y las materias primas para biocombustibles. “No se trata de una cuestión de xenofobia sino de soberanía”, se defendió Hackbat y recordó que en la Amazonia se concentra el 55 por ciento de las tierras en manos extranjeras en el país.
Oficialmente hay 3,1 millones de hectáreas en poder de extranjeros. Sin embargo, fuentes del gobierno brasileño advertían ayer que la cifra podría ser mayor, ya que muchos terratenientes del exterior compran sus tierras a través de testaferros locales. De ahí, el tono dramático del informe que presentó ayer el Incra y la Abogacía General de la Unión ante el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. “Es preciso establecer reglas urgentes porque hay una disputa mundial por las tierras brasileñas”, alertó el documento, según publicó ayer el diario Folha de Sao Paulo.
Con este anuncio, el gobierno brasileño espera poner un freno a las críticas nacionalistas que durante los últimos meses cuestionaron las políticas del Palacio del Planalto en la región amazónica. La discusión sobre la importancia estratégica de la Amazonia comenzó cuando Lula firmó un decreto en 2005 para convertir 1,7 millón de hectáreas en la sierra de Pacaraima, una región de bosques y sabanas que linda con Venezuela y Guayana, en una reserva indígena. Ni militares ni terratenientes acataron el decreto. Para los primeros, la decisión ponía en peligro la soberanía territorial del país. Para los segundos, convertía tierras ricas en minerales, oro, diamantes y bauxita en “improductivas”.
Pero el discurso castrense caló mejor y ahora gobernadores, comandantes y terratenientes se encuadran detrás de él. “El indio brasileño es apenas un actor secundario, los actores principales están detrás de la línea de fuego”, dijo ayer el gobernador de Roraima, José de Anchieta, ante un auditorio de militares activos y retirados en la sede del Club de la Fuerza Aérea en Río de Janeiro. “Me preocupan más los europeos y los estadounidenses y sus centenares de ONG en la Amazonia, que Venezuela, con la que compartimos frontera”, agregó. En el público lo escuchaba el alcalde de Pacaraima, Paulo César Quartiero, un rico empresario del arroz, recientemente acusado de haber ordenado balear a un grupo de indígenas que levantaban un campamento en la reserva.
La pugna por la Amazonia ya le costó una funcionaria de confianza a Lula. La ex ministra de Medio Ambiente Marina Silva renunció hace dos semanas porque, según reconoció, no pudo frenar la deforestación y el avance de los cultivos sobre uno de los principales pulmones del planeta.
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