EL MUNDO › UN PALESTINO MURIó EN UN ATENTADO SUICIDA EN JERUSALéN
Después de iniciar una carrera mortal a bordo de una excavadora y de dejar un tendal de heridos, el agresor fue ejecutado a quemarropa por un soldado israelí. Es el primer atentado en Israel desde el asalto a la escuela islámica en marzo.
› Por Juan Miguel Muñoz *
Desde Jerusalén
No empleó armas de fuego, no explotó un cinturón de explosivos, ni siquiera esgrimió un cuchillo. Hosam Taysir Duayat, obrero palestino de 30 años, se hizo al mediodía del miércoles con los mandos de una excavadora, arrasó media docena de vehículos y volcó un autobús repleto de pasajeros en un recorrido devastador de 500 metros en la céntrica calle Yaffa de Jerusalén. Mató a tres mujeres israelíes e hirió a cuarenta, entre los que había un bebé, antes de que un soldado de paisano y un policía se alzaran sobre la máquina, lograran detenerla y le dispararan a boca de jarro cuatro tiros. Segundos después lo remataron. En la ciudad santa, donde se impuso el estado de emergencia, se vivieron escenas de pánico, carreras desenfrenadas y el masivo despliegue policial que acompaña a un ataque de esta naturaleza.
Un agente de una empresa privada de seguridad sonreía después de haber disparado contra Duayat y mostraba satisfecho su pistola a la televisión. Segundos después, el obrero palestino ponía de nuevo la excavadora en marcha y arrollaba a un peatón. Fue entonces cuando el soldado y el policía se subieron al bulldozer y acribillaron al agresor, vecino de Zur Baher, un pueblo al sur de Jerusalén. No se trató de un atentado suicida como los que aterrorizaron a los israelíes a mediados de la década de los noventa y en los primeros años de este siglo, en plena Intifada. Pero Duayat tenía que saber que no saldría vivo.
La policía identificó al agresor como Jabr Duayat, un palestino de 32 años con carnet de identidad israelí residente en el pueblo de Sur Baher, en Jerusalén este. Padre de dos hijos, el agresor tenía antecedentes criminales y, según testigos, actuó con aparente calma y decisión durante el sangriento recorrido. La policía israelí afirmó que se trataba de un “ataque terrorista”. El ataque fue reivindicado por un grupo palestino poco conocido, llamado “Las brigadas de los hombres libres de Galilea”. El padre del asesino palestino negó que su hijo perteneciera a alguna organización. “Mi hijo nunca mencionó planes de perpetrar un ataque así. Si lo hubiera hecho, habría tratado de impedírselo”, dijo Taysir Duayat. Desde Gaza, el movimiento islamista Hamas, que controla la Franja de Gaza desde junio de 2007, calificó el ataque de Jerusalén como una “respuesta natural a las agresiones israelíes”, pero indicó que no tenía ninguna información sobre los autores.
Es el primer atentado terrorista en Jerusalén desde que el 6 de marzo otro joven palestino asesinara a disparos a ocho estudiantes de una yeshiva (escuela talmúdica) a escasos cientos de metros de donde el miércoles quedó finalmente varada la excavadora, junto a las obras del tranvía que enlazara la mitad judía de la ciudad con las colonias en la zona ocupada. Poco más adelante, se ubica el mercado Mahane Yehuda, abarrotado al mediodía. “Para nuestra desgracia, los atacantes no cesan de inventar nuevas maneras de golpear en el corazón del pueblo judío, aquí en Jerusalén”, declaró el alcalde de la ciudad santa, Uri Lupoliansky.
“Parece que es un ataque espontáneo”, declaró el comisionado de la policía Dudi Cohen. Hamas y Jihad Islámica se desvincularon de la autoría del atentado. “El enemigo debe esperar más ataques como estos si mantiene la ocupación y las agresiones contra nuestro pueblo y nuestra tierra”, afirmaron los islamistas en sendos comunicados.
El ataque provocó reacciones airadas de la clase política israelí. El primer ministro, Ehud Olmert, ordenó al ministro de Justicia estudiar la posibilidad de anular todos los derechos sociales a los parientes del agresor y la demolición de la vivienda familiar, un castigo muy frecuente en los últimos años, que cosecha ácidas críticas de los organismos internacionales de derechos humanos. Pocas horas después, el Parlamento aprobaba por mayoría holgada, en primera lectura, dos propuestas que permitirían al gobierno revocar la ciudadanía de los palestinos implicados en ataques terroristas y también a sus familias. Algunos diputados de la extrema derecha abogaban por desterrarlos a Gaza.
En el plano político, y pese a las exigencias de la derecha de abandonar las negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina, nada hace prever que Olmert suspenda unas conversaciones en las que Jerusalén Este es precisamente el asunto que genera los más encendidos debates. Israel considera que Jerusalén es su “capital indivisible” desde que en 1967 conquistó la parte oriental de la ciudad. “Aun si un tercio de los habitantes de Jerusalén son ciudadanos árabes, el conjunto de la ciudad está bajo soberanía israelí. Quien piense que los ciudadanos árabes lograrán dividir la ciudad y retirarla del control israelí, se equivocan”, afirmó el ministro israelí de Seguridad Interior, Avi Dichter.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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