EL MUNDO › WILLIAM PARRA, CRONISTA DE TELESUR ACUSADO DE COLABORAR CON LAS FARC
El corresponsal de la cadena Telesur acusado por la justicia colombiana de traficante de armas dice que las pruebas en su contra fueron manipuladas y que lo están castigando por haber entrevistado a un líder de la guerrilla.
› Por Luis Vázquez *
“En Colombia, decirle que no al jefe de la policía es como andar con una lápida al cuello”, confiesa William Parra, periodista colombiano de Telesur. El gobierno de Alvaro Uribe lo acusa de colaborar con las FARC a raíz de los correos electrónicos supuestamente encontrados en las computadoras de Raúl Reyes, cuyo campamento fue bombardeado el 1º de marzo en territorio ecuatoriano.
Desde mayo, la Justicia lo investiga, al igual que a un colega y un grupo de políticos opositores.
–¿Cuáles son los elementos que dice tener el gobierno colombiano para acusarlo de tener una relación directa con las FARC?
–Las acusaciones vienen como producto de unos supuestos correos encontrados en el computador de Raúl Reyes que me están atribuyendo a mí. Pruebas que fueron adquiridas ilegalmente, en una violación abierta a la soberanía de otro país. Pruebas que fueron totalmente manipuladas por el gobierno colombiano, que entre el 1º y el 3 de marzo estuvieron totalmente al servicio de la inteligencia de la policía, que no guardaron la cadena de custodia necesaria. El informe de Interpol, en donde se asegura que no hubo manipulación, es mentiroso. Por un lado dice que no hubo manipulación, pero por otro lado dice que entre el 1º de marzo y el 3 de marzo hubo 48 mil accesos a esos tres computadores. En esos 48 mil ingresos hubo manipulaciones de fechas y de datos.
–Según el gobierno colombiano, ¿qué relación tendría usted con las FARC?
–A mí de lo que me están acusando es de tráfico de armas. Yo llevo 20 años haciendo periodismo delante de todo el mundo y ahora soy, según la policía colombiana, traficante de armas. Primero, en diciembre del año pasado, el jefe de la policía, el general Naranjo, me acusó de secuestrador y de participar en manipulaciones a favor de las FARC. Todo porque fui a entrevistar al capitán Guillermo Soroza, uno de los retenidos que tienen las FARC. Pasó el tiempo y nunca hubo una acusación formal por parte de la policía. Es más, al otro día de que me acusaron me llegó una carta de la policía secreta de Colombia para decirme que por instrucciones del general Naranjo me iban a poner seguridad, porque temían por mi vida.
–Una ironía, porque a usted lo quisieron matar.
–La historia comienza a raíz de una entrevista que yo le hice a Raúl Reyes en 2005. Unos días después de publicarla el general director de la policía me llamó a su despacho. Empezó a hablarme de la importancia de colaborar con el Estado, con la patria, en el sentido de que deberíamos estar todos del mismo lado, todos con el presidente Uribe, apoyando su política de seguridad democrática. Le dije que podía pasarle una copia de la entrevista, pero me dijo que quería que lo lleve al campamento de Reyes. Me negué, amparado en la libertad de expresión. Luego, el 22 de mayo, yo estaba en un restaurante en las afueras de Bogotá y dos tipos se me montaron al auto. Me dieron una puñalada en la espalda que me perforó un pulmón. Después se subió otro. El que manejaba era un tipo de apellido Lancheros, que después me enteré que era un militar. Después de tantas vueltas me hicieron una cortada y me dieron otras seis puñaladas. Me amarraron y me dejaron tirado en un barranco.
–El gobierno colombiano asegura que la actividad contra la insurgencia va a ser más contundente y considera que las FARC están en retirada y a punto de fracturarse. ¿Lo mejor que pueden hacer es rendirse?
–Necesariamente hay que reconocer que se han dado golpes importantes a la guerrilla. Está la muerte de Reyes, la muerte de Iván Ríos y la de Marulanda, tres comandantes importantes de los siete que tiene el Secretariado. Eso crea una fisura bastante grande. Para ellos la situación ha sido muy difícil desde que se inició el Plan Colombia. Pero de ahí a pensar que está totalmente derrotada no creo que sea posible. Pensar de esa manera es pensar con el deseo. Si bien está golpeada, la guerrilla tiene capacidad de acción, todavía tiene un número importante de hombres. Deben quedar unos 15 o 17 mil guerrilleros en este momento.
–¿Qué cantidad de militares norteamericanos estima que hay ahora en Colombia?
–En un momento supuestamente había cerca de mil marines. Ahora no sé cuántos habrá, pero deben ser muchos. No se saben las cifras porque eso Colombia lo maneja en absoluto secreto. La última llegada de militares gringos fue cerca de la frontera con Venezuela. Hay obviamente una base militar estadounidense para controlar a Venezuela, para controlar al presidente Chávez.
–¿Cómo lo ve a Alfonso Cano?
–En los últimos años se ha dedicado a la construcción del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, es decir, el grupo político clandestino de las FARC. La llegada de Alfonso Cano, y también de Pablo Catatumbo, es importante porque son dos personas que efectivamente pueden llevar a la guerrilla a una negociación, pero hay que ver cuál es la postura de los otros miembros del Secretariado. Porque no es solamente el comandante el que toma las decisiones.
–¿Por qué el presidente Uribe niega la existencia de paramilitares en Colombia?
–Uribe lo que niega es la existencia de un conflicto armado. Dice que no existe un enfrentamiento con una insurgencia, que lo que existe es un enfrentamiento contra un grupo terrorista.
–¿Qué significa el presidente Uribe para usted?
–El presidente Uribe en este momento para mí significa la culminación de un proyecto de derecha que se dio a partir de un acuerdo entre los políticos y los paramilitares, es decir, entre los políticos y los narcotraficantes. Es el jefe de una sociedad mafiosa. Uribe salió a armar el escándalo de la FARC-política para tapar el escándalo de que él había comprado la reelección. Además tiene muchos problemas, incluso era investigado por los Estados Unidos. Hace unos años se reveló un informe confidencial del Departamento de Inteligencia donde se decía cuáles eran los principales aliados del cartel de Medellín de Pablo Escobar. Y en el número 82 de la lista aparecía Alvaro Uribe. Con él está pasando lo mismo que pasó con Manuel Antonio Noriega: Uribe está sirviendo exactamente a los intereses de los Estados Unidos.
* Periodista de Radio Provincia.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux