EL MUNDO › PARA LUIS BRITTO GARCíA, VENEZUELA ESTá ENTRE FORMAS CAPITALISTAS Y SOCIALISTAS
Para el intelectual venezolano el proceso bolivariano afronta el problema de un gallinero “mitad de zorros y mitad de gallinas”. El desempate estaría dado por “la irrupción de las masas en la política”. También denuncia la infiltración de paramilitares colombianos.
“Te tengo acá un ladrillo, ahorita le pongo una firma”, dijo el escritor venezolano. Y de su maletín, Luis Britto García desenterró una de sus obras y se la entregó al impaciente lector en medio de una entrevista con PáginaI12. El intelectual de izquierda y barba blanca estuvo en Buenos Aires para participar del ciclo de conferencias. En un ajetreado tour en el que visitó el comedor Los Pibes y la Universidad de La Plata, el también dramaturgo, dibujante, periodista y profesor universitario analizó la incidencia del conflicto armado colombiano en Venezuela. “Hay una creciente infiltración de paramilitares en Caracas”, denunció el escritor de La paz en Colombia, un libro que se ganó las críticas del canciller de Bogotá, Fernando Araújo.
El viernes pasado los presidentes de los dos países vecinos se reencontraron en Venezuela, mientras una marcha de organizaciones de izquierda, cuestionada por el presidente Hugo Chávez, repudió la visita de su homólogo de Colombia, Alvaro Uribe. En este contexto, Britto también se refirió a la situación política en su país. Aunque reconoció el peso que tiene la burocracia estatal y el poder vigente de la clase dominante en Venezuela, sostuvo que las nacionalizaciones, las misiones sociales y la participación política de las “masas” son señales de que Venezuela marcha hacia el socialismo.
–¿Qué piensa de la visita reciente de Uribe a Venezuela, después de que el presidente Hugo Chávez llamara a las FARC a desmovilizarse?
–Nuestra posición debe ser de respeto y amistad total hacia la hermana república de Colombia, pero al mismo tiempo con conciencia de que es un conflicto de una nefasta oligarquía contra un pueblo que no está luchando por gusto ni guerrerismo sino por la protección de su vida. En los últimos años, cuatro millones de colombianos fueron desplazados y arrancados de sus tierras por operaciones militares del ejército. Esas tierras luego fueron redistribuidas a los narcotraficantes, paramilitares y consorcios. Mientras tanto, cada vez que los insurgentes colombianos se pacificaron al poco tiempo fueron exterminados.
–En La paz en Colombia, usted alerta sobre los efectos del conflicto colombiano en Venezuela, ¿podría explicarlos?
–Tenemos un vecino que está en guerra civil desde hace medio siglo, en gran parte por la intolerancia de la oligarquía que ha hecho masacres inconcebibles y cuyo efecto se sintió en Ecuador, cuando fue bombardeado un campamento de las FARC por Colombia (en marzo pasado). Desde hace rato hay una creciente infiltración de paramilitares colombianos en Venezuela que se insertan en sectores populares y suplantan al hampa criolla a tal punto que en muchos de los estados fronterizos cobran “vacunas”, un impuesto del terror. En otros casos, hacendados colombianos que tienen propiedades en Venezuela, llevan trabajadores colombianos bajo el terror paramilitar.
–El presidente Hugo Chávez dice que hay una revolución en Venezuela, ¿usted qué opina?
–Hay un avance hacia un proceso revolucionario. Una revolución versa en el hecho de que los medios de producción fundamentales estén bajo la propiedad y el control social. Y el principal medio productivo de Venezuela es la industria de hidrocarburos. Esta fue nacionalizada a mediados de los ’70, pero luego entró un proceso de reprivatización que desencadenó el golpe de estado de 2002 y el subsiguiente lockout patronal. El proceso bolivariano afianzó de nuevo la propiedad nacional de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y renacionalizó otras industrias estratégicas privatizadas como el hierro, la telefonía y la electricidad. Una gran cantidad de latifundios fueron expropiados para ser entregados los campesinos. Hay una marcha continua hacia soluciones socialistas. A mí me gustaría que el proceso fuese más rápido y más profundo pero los tiempos los determinan las masas.
–¿Cuáles son las contradicciones de este proceso?
–La principal contradicción es mantener un sistema mixto como lo expliqué en “la fábula del gallinero mixto”. Un granjero decide hacer un gallinero mixto en el que la mitad son gallinas y la mitad son zorros. A la semana lo único que quedan son zorros y se lo comen a él. Es muy difícil poner en un mismo contexto sociopolítico y jurídico a dos sistemas contrapuestos, cuando en el capitalismo las ganancias son en perjuicio de la otra parte. Sin embargo, la inmensa incorporación política de las masas es una fortaleza.
–Pero el poder no lo tienen las masas.
–Venezuela sigue siendo un sistema capitalista en el cual la propiedad está concentrada en un número sumamente bajo de manos y hay una enorme desigualdad en la distribución del ingreso. También hay una excesiva concentración de la tierra, que en muchos casos es improductiva. Pese a no haber ganado una elección desde hace casi tres lustros, la clase dominante ejerce un poder decisivo sobre el Estado. Esta disyunción es tan grave que en 2003 el Estado tuvo que inventar las misiones sociales. Gracias a ellas, el gobierno alfabetizó 1,2 millón de analfabetos que había, llevó la atención médica a los barrios pobres y creó una red paralela de distribución de alimentos, cuando la clase dominante intentó matar de hambre al pueblo durante el lockout petrolero del 2003.
Entrevista: Juan Manuel Barca.
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