“Nosotros asumimos, apenas comenzamos la revolución, que hay que dar una respuesta con temas que tienen que ser expresivos de inclusión”, dice el viceministro de Cultura de Venezuela, Iván Padilla. De paso por Buenos Aires, donde vino para inaugurar la Semana del Libro Venezolano en Argentina, el poeta y ex periodista dialogó con PáginaI12 en un tradicional bar porteño. El funcionario habló sobre las principales políticas culturales de la Revolución Bolivariana y el papel de los medios de comunicación.

–¿Cómo encara un gobierno revolucionario la planificación de la cultura?

–La cultura la hace el pueblo. Nosotros tenemos una herencia cultural variada, pero que hemos estado obligados a mirarla desde un enfoque esteticista y elitista. Por eso en el caso nuestro, en el caso revolucionario, al Estado le corresponde que aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de mostrar sus expresiones culturales lo hagan ahora. Por eso es fundamental la creación del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en reemplazo del Consejo Nacional de la Cultura, que tenía una visión más elitista.

–¿Cuál es la nueva función del ministerio?

–Nosotros tenemos un gran enemigo, que es el imperialismo yanqui, el imperio del capital. Hacer una revolución en esas condiciones implica fundamentalmente revolucionar la conciencia y ésa es la tarea del ministerio. Por eso, en un país que se respete y que se asuma revolucionario, el ministerio más importante es el de Cultura, porque lo que se persigue es que dejemos de ser cosas y empecemos a ser considerados seres humanos en condiciones de iguales.

–Usted habla de inclusión. ¿Qué medidas tomaron para incluir a los excluidos culturales?

–En primer lugar, el proceso de inclusión tiene que abrir las puertas, literalmente. Por ejemplo, desde el ministerio hacemos libros de muy bajo costo, subsidiados, porque tenemos interés en que los libros lleguen. Y hemos hecho entregas gratuitas y masivas. También abrimos museos para mega exposiciones, como la sala más grande y emblemática de Caracas, que es la Teresa Carregno, para que allí pueda asistir todo el mundo a ver un buen espectáculo de calidad sin pagar, gente que antes no podía ir porque los costos de las entradas eran altísimos.

–¿Hacen lo mismo con las políticas para televisión?

–Es una de las luchas más difíciles. Tenemos muchas emisoras comunitarias en Venezuela, que no forman parte del gobierno, que son iniciativas de comunidades que han hecho sus emisoras. Lo que hace el Estado es distribuir el espectro y apoyarlas. Pero no para institucionalizarlas, no para volverlas “gobierneras”. Además, pensamos que es preferible generar contenido, contenido de calidad, y nos propusimos crear unos estudios. Ya tenemos algunos programas insertados en televisión.

–¿Cómo se inscribe en este marco la televisión privada?

–La televisión, la radio, los medios impresos, se han convertido en partidos políticos y se comportan como tales en todos los sentidos. Y son claramente la oposición. Venezuela es uno de los ejemplos mundiales en este aspecto, y se está repitiendo ahora acá, lo puede comprobar esta semana. Allá las empresas de comunicación llegaron a derrocar por unas horas a Chávez en 2002. Ellos montaron la noticia de que Chávez era un dictador, un opresor, alguien que estaba convirtiendo a Venezuela en Cuba. Y lograron fanatizar y movilizar gente, que quiso ir a tomar Miraflores.

–Desde lo cultural: ¿en qué momento está la revolución?

–Está en un excelente momento. Porque hemos logrado consolidar la institucionalidad para la gestión cultural, que no existía.

–¿Tan consolidada como para permanecer más allá del presidente Chávez?

–Sí, yo creo que el pueblo mismo lo va a exigir, creo que acá no hay vuelta atrás. En Venezuela han ocurrido cosas tan importantes con la revolución que solamente haciendo un exterminio masivo de la población podrían revertirlo. Y eso ocurre con los aspectos que tienen que ver con el saldo de la deuda social, con tecnología, con edificaciones. El día que te quitan lo que has conseguido tú te vas a revelar o vas a poner a un gobierno similar. No hay vuelta atrás.