Vie 25.07.2008

EL MUNDO  › FERNANDO LUGO CONFIRMO A SU MINISTRO PESE AL ENOJO DE EE.UU.

Un canciller de la lista negra

Durante la última guerra entre el Líbano e Israel, el hasta ahora embajador de Paraguay en Beirut, Alejandro Hamed Franco, entregó visas a más de 80 libaneses, sin autorización de la Cancillería. Cayó en la misma lista en que figura Nelson Mandela.

› Por María Laura Carpineta

Fernando Lugo se plantó ante Estados Unidos y eligió a Alejandro Hamed Franco como su canciller. Así lo anunció ayer el futuro secretario general de la Presidencia Miguel López Perito, después de reunirse con el mandatario y el resto del gabinete. “No hay ningún impedimento legal para su designación”, explicó, descartando los cuestionamientos de Washington.

El gobierno de George Bush lo incluyó en su secreta lista negra en 2006, cuando, durante la última guerra líbano-israelí, Hamed Franco entregó visas a más de 80 libaneses, sin autorización de la Cancillería. Ese ministerio es el responsable de verificar los antecedentes penales de todas las personas que entran al país. “Había una guerra y se trataba de salvar la vida de las personas. No había tiempo”, se defendió ayer el ex embajador en el Líbano y abierto defensor de la causa palestina.

Según confió a este diario un cercano asesor de Lugo que pidió no revelar su nombre, hace diez días la embajada norteamericana les advirtió sobre el supuesto prontuario del diplomático de 65 años. “Pedimos pruebas sobre sus presuntos vínculos con Hamas y Hezbolá, pero nunca llegaron”, aseguró. Según les confió una fuente de la embajada norteamericana, el presidente Bush se habría basado en información clasificada. Sin las pruebas en mano, Lugo prefirió escuchar a los suyos y confirmar la designación de Hamed Franco. Pero los problemas del futuro ministro no terminarán con la confianza de su jefe.

A pesar de su nuevo cargo, Hamed Franco sigue inhabilitado para conseguir una visa o para volar en cualquier avión de matrícula estadounidense. La Casa Blanca sólo puede quitar a una persona o un gobierno de la llamada lista negra a través de una ley. El Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela y su partido Congreso Nacional Africano tuvieron que esperar 14 años de democracia para que el Congreso estadounidense les quitara el mote de terroristas. Otros líderes y movimientos políticos no han tenido tanta suerte.

En noviembre pasado, el gobierno estadounidense le negó una visa a un senador uruguayo que necesitaba hacer escala en Miami para llegar a Haití porque había sido miembro del movimiento Tupamaro en los años ’70. El sandinista Tomás Borge, actual embajador en Perú, tampoco puede utilizar aviones de matrícula estadounidense, mucho menos pisar suelo norteamericano. Según el Departamento de Estado, todavía sigue siendo miembro de una “organización vinculada con el terrorismo”.

Como ellos, Hamed Franco está atrapado en la lista negra que los sucesivos presidentes estadounidenses fueron creando durante las últimas décadas, sin consultar ni rendir cuentas a nadie. Por ahora ni la Casa Blanca ni el Capitolio han dado señales de revertir la situación, en parte quizá porque la designación los agarró por sorpresa.

Todavía se sabe quién le acercó el nombre a Lugo, pero el ex obispo reconoció días atrás que hasta hace un mes no conocía ni había escuchado hablar de su nuevo ministro. No es el único. Para la mayoría de los paraguayos, Hamed Franco era un total desconocido hasta el día de ayer. Su carrera diplomática y política comenzó casi por azar hace cuatro años, cuando el gobierno de Nicanor Duarte Frutos decidió abrir una embajada en el Líbano. Como sería la única representación diplomática en el Medio Oriente, el mandatario colorado quiso quedar bien con la importante comunidad musulmana del país –asentada principalmente en Ciudad del Este–- y les pidió que sugirieran un nombre. Hamed Franco, un profesor de historia de la Universidad Nacional de Asunción, fue la elección unánime. A través de sus libros, el historiador se había hecho famoso por criticar el “racismo israelí” y ensalzar la lucha palestina.

Ayer poco quedaba de ese profesor. Con un tono tranquilo y una mirada inalterable, el diplomático esquivó las preguntas incómodas y prometió que trabajará para reabrir la embajada en Israel, cerrada en 2002. También destacó que a pesar de las críticas que existen en el gobierno de Lugo, seguirá apostando por el Mercosur.

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