EL MUNDO › EL CANDIDATO REPASó LA AGENDA INTERNACIONAL CON SARKOZY
Pocas veces un político extranjero despertó tanto interés en Francia. En una conferencia de prensa con el presidente francés, el senador de Illinois le habló directamente a Irán, mientras Sarko habló de los peligros en Afganistán.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
La Obamamanía llegó a París. Pocas veces en la historia había habido tantos fotógrafos y periodistas en el Palacio presidencial del Elíseo donde Nicolas Sarkozy recibió ayer al candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama. Sonrientes y animados, Sarkozy y Obama intercambiaron bromas y, según el entorno presidencial francés, compartieron “grandes convergencias de puntos de vista”. Al cabo de la hora que pasaron juntos, el candidato demócrata y el presidente francés hablaron de los grandes temas internacionales, Irán, Irak, Medio Oriente, Afganistán, y evocaron sus respectivas experiencias de campaña electoral.
Barack Obama reiteró su llamado a Irán a no esperar la elección del próximo presidente estadounidense para aceptar las propuestas formuladas por Occidente a propósito del antagonismo nuclear entre Irán y una buena parte de los occidentales. El senador demócrata interpeló directamente a Teherán y dijo: “Cambien su actitud y tendrán todas las ventajas de este cambio. Continúen con su programa ilícito y la comunidad internacional ejercerá cada vez más presión sobre ustedes, sobre todo en materia de sanciones. (...) Es necesario que el mundo remita un mensaje muy claro para que Irán ponga fin a su programa nuclear, el cual sería una grave amenaza no sólo para Israel sino para todo el mundo, iniciando una carrera armamentista en la región”.
Nicolas Sarkozy, a su vez, hizo hincapié en el sombrío panorama de Afganistán y en el riesgo de que la milicia fundamentalista de los talibán vuelvan al poder. “No tenemos derecho de perder. (...) No tenemos derecho a dejar que regresen los talibán que privaron de escuelas a seis millones de niñas sólo porque eran niñas”, dijo Sarkozy. Durante la conferencia de prensa común, Sarkozy y Obama se regalaron ramos de elogios. Acerca de Sarkozy, Obama dijo: “Lo que me inspira es la energía del presidente. Le pregunté cuál era su alimentación. (...) Es un presidente que siempre está en movimiento”.
Sarkozy recordó luego el encuentro que ambos mantuvieron en noviembre de 2006, seis meses antes de que Sarkozy ganara las elecciones presidenciales: “Uno se convirtió en presidente, el otro no tiene sino que hacer lo mismo”, dijo el jefe del Estado.
El contraste entre la visita a Francia del candidato republicano y la de Obama es explosivo. John McCain pasó por París cubierto por un telón de indiferencia de los medios, mientras que Obama, después del multitudinario discurso que pronunció en Berlín ante 200 mil personas, suscitó en Francia una breve pero sustancial obamamanía. Según un sondeo publicado por el diario británico Daily Telegraph, 65 por ciento de los franceses votarían por Obama contra 15 por ciento por su rival.
La carta de los demócratas para las elecciones se congratuló por la posición de Sarkozy ante Estados Unidos y consideró que el presidente francés “rompió con los estereotipos y las caricaturas”. Sarkozy respondió a los elogios y puso sobre la mesa las alianzas futuras en torno de las cuales Francia y Estados Unidos podrían trabajar: “Sobre el cambio climático, la reforma de las instituciones mundiales, la paz en el mundo, la globalización del capitalismo financiero, tenemos muchas cosas que hacer juntos”, dijo Sarkozy. Obama, desde ya, tiene un comité de apoyo constituido por una galaxia de personalidades que van desde la creadora de moda Sonia Rykiel, el ensayista Bernard Henri-Lévy, hasta personalidades políticas de todos los horizontes.
Hoy el candidato demócrata estará en Londres, la última escala de su periplo internacional, donde tiene agendadas reuniones con el primer ministro Gordon Brown y su antecesor Tony Blair, actual delegado de la Unión Europea para mediar en el conflicto de Medio Oriente.
La gira empezó la semana pasada con un viaje a Afganistán, donde desayunó con los soldados; siguió con una visita sorpresa a Irak, donde se reunió con jefes militares; después estuvo en Jordania e Israel, donde visitó la frontera con la Franja de Gaza, y finalmente recaló en Europa, empezando por Berlín, antes de llegar al Arco del Triunfo.
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