La liberación del etarra José Ignacio De Juana Chaos provocó una ola de protestas en España. A los 52 años, De Juana salió ayer de la cárcel de Aranjuez, en el sur de Madrid, después de cumplir una pena de 18 años. La Justicia lo había condenado a tres mil años de prisión por el asesinato de 25 personas en once atentados durante la década del ochenta. Sin embargo, esa pena fue reducida por atenuantes como su “rendimiento intelectual” y los títulos universitarios obtenidos detrás de las rejas. Inmediatamente después de conocerse la noticia, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) comenzó a organizar una serie de protestas en todo el país. La principal fue en Madrid, en la plaza de la República Dominicana, el mismo lugar en que De Juana y otros etarras pusieron una bomba que mató a 12 agentes de la Guardia Civil en julio de 1986. La AVT llamó a los familiares de las víctimas a poner ofrendas florales en los lugares donde De Juana cometió atentados. El jefe del Gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, también se sumó a las expresiones de repudio. Dijo que sentía el mismo repudio que el resto de los españoles, pero que había que respetar la ley.