EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
Arranca Lugo y uno tiene tres preguntas. ¿Qué quiere hacer Lugo? ¿Qué puede hacer Lugo? ¿Qué va a hacer Lugo? Consultado por teléfono en Asunción, a horas de la asunción, el analista político Alfredo Boggia empieza por la tercera pregunta. ¿Qué va a hacer Lugo? Ganar tiempo.
“El claramente quiere asegurase que va a durar. Quiere crear condiciones mínimas de gobernabilidad para superar las crisis que seguramente vendrán muy rápido. No es poca cosa cambiar de gobierno después de 60 años, poner gente nueva en todos los ministerios, son demasiadas cosas juntas. Además, con la inexperiencia de no haber estado nunca en el poder. Primero quiere afirmarse con los dos pies sobre la tierra. Acaba de asegurarse una ligera mayoría parlamentaria haciendo un complejo malabarismo (con el oviedismo y los liberales), pero no tiene parlamentarios de izquierda. Hay nada más que cuatro y en el Congreso hay 80 diputados y 45 senadores.”
No la va a tener fácil.
“La cosa es tirar para más adelante todo lo que huela a conflicto ideológico, como la reforma agraria. Pero en los nombramientos en las áreas mas álgidas, que son Agricultura, Industria y Comercio y Economía, que acá llamamos Hacienda, eligió gente previsible y conservadora. Como si quisiera mandar mensajes tranquilizadores a los que más temen un giro a la izquierda como los agroexportadores, los industriales, los militares, etcétera. Claramente busca postergar problemas de fondo.”
Parece la actitud de un hombre sensato, medido, que ubica a conservadores en algunos ministerios sensibles y mayoría de izquierdistas en los demás. Pero la imagen de este Lugo cauto, prisionero de los números, contrasta con la que surge de las fotos recientes de entonces presidente electo celebrando la revolución sandinista abrazado a Chávez y Ortega, o haciendo el peregrinaje a La Habana para ver a los Castro.
“Nadie se preocupa por eso”, se apura en aclarar el analista, que además es médico, profesor de Hematología de la Universidad Nacional de Paraguay y columnista del diario Ultima Hora. “A él le encanta salir en la foto con Chávez y con Evo.”
Chávez, además, le prometió petróleo barato.
“Pero internamente no tiene mucha trascendencia. Nadie tiene miedo en este momento a una radicalización ideológica. No puede. Depende demasiado de los liberales en el Parlamento y los liberales son reacios a abandonar su conservadurismo.”
Lo cual nos lleva a la primera pregunta. ¿Qué quiere hacer Lugo? Quiere impulsar reformas progresistas.
“Si lo pudiera hacer, sería claramente más socialista línea radical”, dice el analista.
Lugo prometió una reforma agraria. Fue uno de los ejes de su campaña.
“Ahí van a empezar sus problemas. Va a tener que definirse ante los conflictos ideológicos de fondo. Hasta ahora lo único que ha decidido es patear todo para adelante, por lo menos cien días. Si tuviera la intención de polarizar la lucha por la tierra hubiera nombrado a un ministro de Agricultura socialista, pero nombró a un ex diputado liberal de San Pedro. Los liberales están felices. Llegan al semi-poder después de 60 años, disfrutan de los cargos ministeriales. El ambiente está tranquilo. Tienen la ventaja de que el Partido Colorado sigue en un estado de soponcio, como un boxeador groggy.”
Sintieron la derrota en las elecciones de abril.
“No han podido reaccionar. Están sumidos en conflictos internos bastante graves. Cambiaron el presidente del partido tres veces en unas horas, con derivaciones judiciales. De-saparecieron de la tapa de los diarios y de la escena política. Pero se van a reciclar. Son los peronistas paraguayos. Van a defender sus intereses. están creando sindicatos de empleados públicos a todo vapor, negociando contratos colectivos para mantener sus privilegios. Va a haber un destape de casos de corrupción muy grandes, que van a crear conflictos judiciales que se van a transformar en conflictos políticos.”
Y la Justicia es colorada.
“...y la Justicia es colorada. Pero hasta ahora Lugo viene haciendo equilibrio, y por la reacción que han tenido hasta ahora sus nombramientos, y como se repartieron las críticas entre la izquierda y la derecha, da la pauta de que marcha más o menos por el centro.”
Lugo va a tener que hacerse de recursos, de eso no cabe ninguna duda. En la campaña Lugo habló de renegociar los contratos de Itaipú y Yacyretá, las principales fuentes de recursos energéticos que tiene el país.
“Ese tema nunca se había tocado acá en una campaña –prosigue el analista– y no sé por qué se ha silenciado. Es un gran mérito de Lugo haber colocado en la agenda el debate sobre la soberanía energética. Pero también aquí va a ser prudente. No va a haber medidas radicales. Te das cuenta por el director de Itaipú que ha elegido, que es más bien conservador.”
Entonces ni hablar de confrontaciones con los socios y los inversores extranjeros del Paraguay.
“Es que no tiene margen para una estrategia más radical. La vía paraguaya va a ser una vía progresista pero muy lejos de Venezuela o Bolivia, y él va a apuntar a ser como Tabaré Vázquez. El gran problema va a ser cómo mejora las vidas de dos millones y medio de pobres sobre una población de seis millones.”
Con los márgenes tan acotados cuesta imaginar cómo hará para mantener la iniciativa política. Pero el analista no pierde el optimismo.
“Un aporte importante que puede hacer Lugo es cerrar los circuitos subterráneos que unen al Partido Colorado con el Estado. Se trata de un estado muy patrimonialista, donde no queda muy claro qué pertenece al Estado y qué pertenece al partido. Lugo tendrá un margen de acción porque lo único bueno que heredó de Nicanor Duarte Frutos es un crecimiento del 6,5%, el más alto de los últimos 40 años, y la estabilidad macroeconómica. Paraguay es el quinto exportador mundial de soja y el año pasado hubo buen clima y este año también se espera una buena cosecha.”
Tendrá que tener cuidado, porque prometió una reforma agraria que en principio les apunta a los latifundistas sojeros, los mismos que controlan el negocio que impulsa el crecimiento de la economía.
“Lugo no va a poder ignorar el conflicto principal, que es la estructura feudal de la distribución de la tierra. Hay soja por todos lados, que genera muchos ingresos que no se redistribuyen porque los agroexportadores generan muy poco empleo y por lo tanto sus ganancias no gotean a la población. Para gran parte de la izquierda el gran enemigo es el latifundista sojero, que en gran parte es oriundo de Brasil, habla portugués y mantiene su cultura. Ocupan grandes extensiones de tierra cerca de la frontera con Brasil y acá los llaman los brasiguayos. Si Lugo pretende revertir esta situación no sé cómo lo hará ni a cambio de qué.”
Pero algo va a tener que hacer. La lucha por la tierra campesina no es para él sólo un slogan de campaña, sino la causa que abrazó durante toda su carrera religiosa.
“Lugo siempre ha sido un defensor de la toma de tierras, y hasta lo reafirmó siendo presidente electo, lo cual causó un gran revuelo. Pero nadie conoce su plan de reforma agraria. No lo ha anunciado. Tampoco se sabe bien de quién son las tierras porque se han vendido tantas veces y hay tanta corrupción. Por de pronto anunció un catastro rural, y con eso va a ganar unos meses.”
Lo cual nos lleva a la segunda pregunta, que termina siendo la más reveladora de las tres. ¿Qué puede hacer Lugo? Sorprendernos.
“Lugo habla poco. Es un obispo, es bastante inescrutable. En un mismo día le da una palmadita en la espalda al empresario liberal y un guiño al compañero de izquierda. Tiene aliados que están en los antípodas de poder pero no se fue nadie de su alianza. Es un equilibrista impresionante y es muy carismático. Aparece en ponchos y ojotas, pero sin ser tan exótico como Evo Morales. Comunica de una manera muy rara. Nombra a un ministro cada cinco o seis días y después desaparece. Tiene un entorno pequeñísimo, de dos sacerdotes y un asesor político, y pasa días sin hablar con la prensa ni con sus aliados. Nadie sabe dónde va a dormir, estilo Fidel Castro. Para en distintas casas y ya avisó que no va a vivir en la residencia presidencial. Vuelve locos a los políticos. Es difícil de definir.”
Más que preocupado por lo que acaba de contar, el analista suena como asombrado. O casi como mareado, mareado por el vértigo de una historia que se le viene encima de golpe y demasiado rápido.
“Si no se vuelve loco, Lugo va a hacer cambios importantísimos. Vamos a entrar en el siglo XXI salteándonos el siglo XX. Hay optimismo. La gente, más que votarlo, votó por hartazgo en contra del Partido Colorado. Más que optimismo hay una expectativa grande, mucha ansiedad, y esa ansiedad le puede jugar en contra. todo es posible. Va a ser divertido.”
Para encarar una epopeya lo primero que hace falta es mística. Y eso, a Lugo le sobra.
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