EL MUNDO › FRENTE A UNA MULTITUD, BARACK OBAMA ACEPTO LA NOMINACION DEL PARTIDO DEMOCRATA EN DENVER
Decenas de miles de personas peregrinaron al estadio Invesco, donde el senador de Illinois pronunció el discurso más importante de su carrera política. Prometió enderezar la economía, ocuparse de los pobres y terminar la guerra de Irak.
› Por Ernesto Semán
Desde Denver
El resultado electoral de noviembre terminará de darle dimensión a lo que pasó anoche en Denver, cuando ochenta mil personas en el estadio y centenares de miles en el resto de la ciudad se congregaron para ver a Barack Obama convertirse en el primer candidato negro de los partidos mayoritarios para ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
La mayor ovación de la noche que recibió Obama fue cuando dijo: “Queremos demasiado a este país como para darle cuatro años más de los ocho que pasaron”. Después de reconocer la condición de prisionero de guerra de McCain, lo criticó con dureza durante todo el resto del discurso. “McCain dice que tiene buen juicio y creyó que Bush estaba bien en el 90 por ciento de las veces. ¿Dónde esta ese buen juicio?, ¿en el 10 por ciento restante? McCain llegó a decir que esta es una nación de quejosos, ¿se refería a los trabajadores que no llegaban a fin de mes, a las familias de nuestros militares? Esos no son quejosos. Son americanos que buscan el cambio. Y no es que a McCain no le importe, es que ni siquiera lo sabe.”
También dijo que hay que terminar rápido la guerra de Irak y concentrarse en perseguir a los autores de los atentados de las Torres Gemelas refugiados en Afganistán. Y el candidato se comprometió como presidente a “terminar de aquí a diez años con la dependencia de EE.UU. del petróleo de Medio Oriente”.
A la “Obamanía” que el partido demócrata montó durante los últimos cuatro días, ayer se le sumó el inédito espectáculo de decenas de miles de personas que peregrinaron por esta ciudad para llegar al estadio Invesco, donde Obama pronunció el discurso más importante de su campaña, justo a 45 años del memorable discurso de Martin Luther King en Washington.
Antes de Obama habían hablado el gobernador de Nueva México, Bill Richardson; la nieta del presidente republicano Dwight Eisenhower, el jefe del Partido Demócrata, Howard Dean, y el ex vicepresidente Al Gore. Sheryl Crow fue una de los muchos artistas que tocaron durante la tarde.
Jóvenes en su enorme mayoría, negros en una dimensión pocas vista en los actos que no están específicamente acotados, el despliegue de una multitud en clima de celebración puso nerviosos incluso a algunos de los propios organizadores. Tan anquilosada ha estado la política de este país, que el propio comité de campaña discutía ayer los riesgos de hacer un acto multitudinario al aire libre, algo bastante normal en buena del mundo desde hace más de cien años.
Los organizadores no tenían miedo de una baja concurrencia, ni a la reacción del público ni a la seguridad, sino al simple hecho de que la figura de Obama frente a ochenta mil personas despertara resquemores entre quienes vean el acto por televisión. “No es la idea que aparezca en una posición mesiánica o que pueda inhibir a votantes que consideran a Barack como un líder muy distante,” le dijo un alto asesor de campaña de Obama a varios medios de Estados Unidos. El comité evaluó con encuestas un supuesto impacto negativo de los actos a cielo abierto que Obama encabezó en Europa y lo presentó como una amenaza potencial en la búsqueda de votos republicanos. Barack Obama, aparentemente, parece estar bastante lejos de esas disquisiciones.
El tránsito se cerró en el centro de Denver pasado el mediodía, y centenares de micros comenzaron a llevar delegados y activistas de todo el país hacia el estadio, ubicado en el extremo sur de la ciudad. Pero la mayoría de los asistentes decidieron ir en bicicleta o caminando, como sugerían los organizadores. Pasadas las dos de la tarde, decenas de miles de personas, muchos de ellos jóvenes de universidades locales, iniciaron una caminata de varios kilómetros por el centro de Denver para llegar al estadio.
Gente de a pie se cruzaba con personalidades de variado linaje. “¿Ahí está Obama?”, preguntó alguien cuando doce motos de la policía local empezaron dispersaron a doscientas personas que se aplastaban contra los vidrios de un restaurante japonés. “No, es J. Lo,” le respondieron. Puertas adentro estaba Jennifer López, junto a Spike Lee y Forrest Whitaker, comiendo con diputados del partido demócrata.
En el hotel Hampton Inn, donde la convención repartía las credenciales de prensa para el acto de ayer, miles de periodistas hicieron cola durante toda la mañana. Signo de los cambios, para quien haya tramitado este tipo de tarjetas anteriormente, la enorme mayoría de los periodistas eran negros, de los Estados Unidos, y en representación de una infinidad de medios locales.
En los barrios alejados del centro, antes de llegar a los suburbios, el partido demócrata y decenas de organizaciones civiles montaron “watch parties”, enormes reuniones para seguir el acto en pantalla gigante. En el evento más grande, miles de personas se congregaron a cielo abierto en City Park para seguir el acto desde las cinco de la tarde. El Partido Demócrata montó eventos del mismo tipo en todo el resto del país.
Es difícil hacer una comparación, porque esta es apenas la segunda vez que un candidato a presidente decide hacer esta ceremonia en un estadio abierto. La anterior fue en 1960, cuando un grupo de delegados convenció a último momento a John Kennedy de realizar el acto en Los Angeles Coliseum Memorial. Con apenas cinco días de preparación, el acto de aceptación de la fórmula Kennedy-Johnson fue un éxito rotundo por su espectacularidad y su innovación, aun si los conteos mas fríos indican que apenas la mitad del estadio estaba lleno.
Ese no fue el caso ayer. Los tickets se repartieron gratuitamente con varias semanas de anticipación: además de delegados y miembros de delegación, dos tercios de las entradas se distribuyeron en la zona de los estados cercanos de Colorado, Nevada, California y Kansas. Colorado es uno de los lugares en los que las encuestas ubican a Obama y McCain a muy poca distancia, y el acto podría tener ese mínimo impacto que vuelque el estado a favor de los demócratas. Unos pocos más se fueron a simpatizantes de otros estados. Ayer, en Internet se conseguían unas pocas entradas, a 500 dólares cada una. Con la sola idea de que el impacto de lo que está ocurriendo alrededor de la campaña demócrata tendrá la dimensión histórica que tuvo la lucha por los derechos civiles en los ’60, millones de personas empezaron a mirar a Obama con nuevos ojos.
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