Sáb 13.09.2008

EL MUNDO  › EL POLITICO SUDAFRICANO FUE EXONERADO DE ACUSACIONES DE CORRUPCION

Jacob Zuma con el camino libre a la presidencia

› Por Sergio Kiernan

Ayer fue el mejor de los días para el más populista líder oficialista de Sudáfrica. La Corte de Pietermaritzburg, en el corazón de la región boer del país, descartó todos los cargos contra Jacob Zuma, presidente del ANC, el partido en el poder desde las elecciones que ganó Nelson Mandela en 1994. Las duras acusaciones de corrupción contra Zuma eran la única barrera para su carrera a la presidencia. Por eso, desde ayer Sudáfrica tiene la certeza de que Zuma será el sucesor de Thabo Mbeki y el tercer presidente negro en su historia.

Zuma era el acusado de mayor rango en un escándalo de compra de armamentos que sacudió al país a fines de los noventa. La súbita riqueza de algunos funcionarios y parlamentarios, y los inagotables fondos para campañas políticas terminaron con la carrera de políticos de nivel nacional, aunque hubo pocos resultados en las investigaciones judiciales. Con su colorida personalidad y su estilo populista, Zuma fue uno de los sospechosos más discutidos en el caso. Para complicar más la ecuación, el acusado fue procesado además en 2006 por violación.

Pero Zuma es un político con una enorme capacidad de supervivencia y el año pasado logró varios éxitos. Primero aprovechó una inexplicable torpeza de Mbeki, que se presentó como candidato a la presidencia del partido. Mbeki está completando su segunda presidencia del país, con lo que no puede ser reelegido. La tradición en el ANC es que quien sea elegido para presidir el partido es el próximo candidato, una manera de asegurar continuidad y preparar cuidadosamente las elecciones. Así fue que Mbeki sucedió a Mandela, reuniendo la presidencia del partido y la vicepresidencia de la nación, cargo casi parlamentario que el presidente puede manejar y cambiar legalmente. De acuerdo con esta tradición, Mbeki no debería haberse presentado como candidato en la interna y su derrota fue vista como un castigo. Zuma le ganó ampliamente, con apoyo de la poderosa central sindical Cozatu y del Partido Comunista, miembros de pleno derecho del ANC. El líder festejó públicamente la humillación del presidente y obtuvo una de las vicepresidencias.

El siguiente paso fue la exoneración de la acusación de violación –la supuesta violada terminó declarando que había sido un caso de sexo consensual, aunque un tanto brutal– y un rápido divorcio para casarse de inmediato con una “novia” con la que Zuma ya tenía hijos. La boda fue la comidilla nacional de este verano, con los novios danzando en traje tradicional zulú –lanza, cueros de vaca como túnica, plumaje y joyas de cuentas de colores–, y sirvió para aventar las sospechas de que Zuma practicaba la tradición poligámica de su pueblo.

El último asunto a resolver eran los cargos de corrupción. El juez Chris Nicholson los descartó por un tecnicismo, aclaró que no se estaba pronunciando sobre la inocencia o culpabilidad del acusado en la cuestión de fondo y dijo que la fiscalía podía volver a presentarlos siguiendo los pasos formales apropiados. El consenso en Sudáfrica es que eso difícilmente ocurra.

La razón es que toda la investigación fue realizada por una fuerza especial de policía bautizada con el peculiar nombre de los Escorpiones, que está a punto de ser desbandada. Con el caso de las armas y otros de corrupción, los Escorpiones sacudieron demasiadas estructuras políticas. Para peor, Zuma organizó a sus seguidores en verdaderos impis –batallones– que prometieron atacar con violencia a los detractores de su líder. La Corte de Nicholson fue rodeada desde el jueves por miles de jóvenes militantes de la Liga Juvenil del ANC que coreaban canciones de guerra.

Como ningún escenario político creíble incluye una derrota electoral del ANC en la votación de 2009, la interna partidaria funciona, en un sentido, como la elección nacional. Por su personalidad distante y fría, Mbeki llega muy desgastado al final de su gobierno frente a los sectores más populistas del partido, que señalan la pobreza y el desempleo astronómicos como promesas incumplidas de la revolución pacífica. Zuma, libre de ataduras legales, encarna esa tendencia.

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